El Inicio de Nuestra Libertad
"El hombre que no lucha por la libertad, no es un hombre, es un siervo.". - Friedrich Hegel.
No sé cuánto pasó desde mi conversación con Noah, pero lo que sí sé es que durante ese tiempo pensé muy bien a lo que me enfrentaría: Debía luchar con todas mis fuerzas para sobrevivir. Cada tanto, levantaba la mirada y analizaba mí alrededor para estar completamente seguro de los pasos que daría: Visualicé las mesas y calculé cual estaba más cerca. Recordé donde había colocado los cuchillos con los que me torturaba, para tomarlos apenas pueda escaparme. Tomé tantas notas mentales, tantos detalles, que poco a poco empecé a cobrar una confianza que animaba aún más la brasa de mi esperanza.
Al principio pensé que en nuestro próximo encuentro con Sans se consumaría nuestro intento de escape. No obstante, en vista de que Noah no hizo ningún movimiento, ninguna seña o algo que me indicara cuando moverme, tuve que quedarme quieto y aguantar las torturas del día. Cuando Sans nos quita la mordaza y nos deja solos, entonces pude entablar una conversación más extensa que la anterior.
- ¿Por qué no escapamos? - Pregunté, un tanto molesto. - Tener que aguantar estas torturas pudiendo escapar...
- ¿Y tú crees que yo no estoy cansado de esto? - Preguntó él, evidentemente molesto. - ¡Llevo tres semanas aquí! ¡Tres semanas con él! - Espetó, entre susurros que casi llegan a gritos. - ¡Durante ese tiempo, otras dos personas cayeron en sus manos, y hoy están muertos!- Debió ser horrible vivir eso, no lo podía negar. Había pasado por alto el hecho de que él tiene mucho más tiempo aquí, y si hay alguien que desee irse más que yo, es él. Noah inspiró profundamente antes de continuar. - Si nos vamos a escapar...- Dijo, más calmado. - ... Tenemos que hacerlo bien. Sólo tenemos una oportunidad.
- Tienes razón Noah, disculpa. - Dije, bajando un tanto la cabeza. - Cuando sea el momento adecuado, lo haremos.
- Esa es la actitud. - Dijo él, dejando escapar una leve sonrisa. - Por cierto... ¿Cuál es tu nombre? - Me preguntó.
- Sebastián. - Respondí. - ¿Y tú de dónde vienes? ¿Cómo caíste aquí? - Noah me miró dubitativo, como si pensara muy bien lo que iba a decir.
- El de dónde vengo no te lo voy a decir. - Empezó a explicar. - Y caí en manos de Sans de la misma forma que tú: Entré a saquear su casa y en un descuido me noqueó.- Asentí, intentando comprender el porqué de lo que me había dicho, o mejor dicho, de lo que no me había dicho. No obstante, mi poco tiempo al día sin la mordaza debía aprovecharlo al máximo, por lo que seguí preguntando.
- ¿Qué sabes de ellos? - Pregunté. - De los Soldados.
- ¿Soldados? - Preguntó. - Yo a ellos los llamo Los Oscuros. - Dijo mientras asentía. He de suponer que el nombre se debe a su uniforme completamente negro y a su máscara del mismo color. - Bueno, cada quien los puede llamar como quieran.- Afirmó.- No sé mucho más que tú.- Empezó a explicar.- Sólo que son unos desgraciados que vinieron a matarnos a todos, y a los que no pudieron matar los cazan como ratas.
- Yo descubrí un par de cosas. - Dije, intentando ganarme un poco su confianza.
- ¿Cómo qué? - Preguntó.
- Son cosas básicas, pero importantes. - Empecé a explicar. - Ellos salen cada dos días a cazar, por lo que es más sencillo saquear cuando no es día de caza.- Dije.- Además, ellos nunca hablan entre sí, y tienen un hermetismo extraño a la hora de mostrar sus emociones... Supongo que asesinar a tantas personas elimina en ti sentimiento alguno.- Culminé, encogiéndome de hombros.
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En la Sombra de los Soldados
Novela JuvenilEn una tarde soleada, la vida del joven Sebastian toma un giro inesperado cuando un grupo de Soldados desconocidos irrumpen en su vecindario y asesinan a todos lo que se hallaban en él. Sus padres no logran sobrevivir, pero Sebastian sí, por lo que...