Capítulo X

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En las Manos de un Desconocido

"El hombre no puede descubrir nuevos océanos a menos que tenga el coraje de perder de vista la costa". -André Gide.

     Con el mapa en la mano, duré gran parte de la mañana caminando. Resulta que, tanto Em como yo, vivíamos en zonas lejanas al centro de la ciudad, por lo que tendría que caminar mucho para llegar allí, además de que desde que todo inició, nunca me había acercado a esos lares. Como no era un día de caza, pude caminar calmadamente por las calles, sin miedo a que algún soldado me viera, aunque siempre estuve alerta a cualquier eventualidad. Durante mi transitar, caminé por una calle en la cual había una patrulla completamente quemada con tres personas semi-calcinadas cerca de ella; más allá, una figura tendida en el suelo me hizo reconocer perfectamente el lugar: Era donde había muerto Sans.

     Supongo que, por la explosión, habían muerto esos tres soldados de los doce que habían, aunque existía un detalle en esos tres que fue perturbador: Todos estaban sin ropa. Sus cadáveres se hallaban en ropa interior, tendidos en el suelo. No entendía el por qué alguien les quitaría la ropa, sin embargo, no quise pensar mucho en el tema. Seguí caminando hasta alcanzar el cuerpo de Sans. Tuve una oleada de odio, hacía él, y de tristeza, por Noah, pero como había dicho esta misma mañana: Ya Sans es parte de mi pasado, por lo que seguí mi camino y no dejé que me perturbara mucho tiempo más.

     Casi al final de la mañana, dejé atrás las casas y apartamentos típicos de los suburbios, y llegué a una zona boscosa la cual sirve de zona de transición entre el lugar donde vivo y la ciudad. Así pues, tiempo después de caminar por dicha zona, empecé a encontrarme con algunos locales y establecimientos, lo que me dio a entender que me está acercando ya al centro de la ciudad y, aunque según el mapa aún me faltaba mucho para llegar a la farmacia, me dio un poco de tranquilidad. Caminé más enérgicamente, pues sentía que cada vez estaba más cerca, mientras analizaba mi entorno: El clima, al contrario de la zona donde se hallaba Em, era mucho más caluroso, pues el sol pareciese que quemara mucho más en esa zona de la ciudad. El cielo, sin una nube a la vista, estaba dominado completamente por el astro solar, quien a veces era acompañado por algunas aves que, de vez en cuando, soltaban alguna meliflua melodía.

     Así mismo, el ambiente que reinaba en la zona era completamente opuesto al que veía diariamente en las casas de dónde vengo: Allá, a pesar de verse algunos cadáveres dispersos, se podía visualizar una tranquilidad típica de los suburbios; en cambio, aquí se visualizaban cristales rotos por todas partes, casquillos de balas, cadáveres por montones... En otras palabras, caos y destrucción. Supongo que por estos lares les dieron más peleas a los soldados, aunque al final terminaron perdiendo, como todos.

     Ese panorama hizo que acelerara un poco más el paso, sin embargo, el sonido de unas llantas acercándose hicieron que se me helara el cuerpo: Unos soldados estaban cerca. Hoy no es día de caza, sin embargo, allí venían, por lo que tuve que esconderme de inmediato. Entré en uno de los locales, pues fue la única idea que se me ocurrió; era un establecimiento de comida rápida, el cual, como ya me esperaba, estaba completamente vacío de comida, estando presente únicamente unos cuantos cadáveres de personas que, seguramente, fueron sorprendidos por los Soldados en la hora del almuerzo.

     Corrí rápidamente detrás del mostrador y me agaché. Una vez allí, pude visualizar por el cristal cómo tres patrullas pasaban por la calle; esto, en sí, era alarmante, pues eso quería decir que en el centro de la ciudad estaba la seguridad aumentada. Este dato me permitió estar mucho más alerta, pues sabía que ellos estaban de caza y, además, en mayor cantidad. Aproveché el momento para revisar, una vez más, el mapa.

-Sólo faltan tres cuadras. - Pensé, mientras contaba los cruces que me separaban de la farmacia.

     Así pues, me coloqué de pie y emprendí nuevamente mi marcha. Seguí caminando por la calle, ahora más rápido y con más cautela que antes. Durante el camino seguí visualizando el caos y la destrucción ahora típica del centro de la ciudad. Cuando estuve a sólo una cuadra de distancia, escuché a lo lejos el sonido de una patrulla, por lo que rápidamente me escondí en el primer local que vi, siendo esta vez una ferretería. La misma se hallaba completamente vacía, con excepción de algunas cosas viejas o rotas que habían dejado en el suelo. Tal nivel de escasez en los establecimientos me hizo entender dos cosas: O los soldados se llevan todo para dificultarle la vida a los sobrevivientes, o hay muchos más sobrevivientes de lo que creo en la zona. Sin embargo, de ser la última opción verdadera, hasta la actualidad no me había encontrado con ninguno de ellos, por lo que deben estar muy bien ocultos.

En la Sombra de los SoldadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora