7.- Mal recuerdo

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El anterior recuerdo tan lindo y atesorado por mi corazón, me llevo a uno sumamente doloroso.

Uno donde conocí a una Lisa insensible, irrespetuosa y hasta agresiva.

Todo pasó justamente dos semanas antes de que me destrozara totalmente el corazón.

Ya llevaba varios días rara y distante, pero yo esperé paciente a que quisiera contarme que tenía, pensé que seguramente lo haría, ya que jamás por más problemas que enfrentáramos se porto mal conmigo. Yo creí inocentemente que lo haría aún cuando el día anterior de forma grosera me dijo que dejara de molestarla que así era ella. Me dolió pero callé y me dije a mi misma que ya se le pasaría y me pediría disculpas por tratarme así.

Pero ese día sobre pasó el límite, estaba yo tranquilamente haciendo deberes de mis clases cuando de pronto llego Lisa, azotando la puerta de para ese entonces mi pequeño departamento.

Pues he de decir que debido a mi relación con ella, se suscitaron varios conflictos en mi familia y decidí irme a vivir sola.

En fin, que cuando la vi estaba en un estado deplorable con la blusa arrugada y a medio abotonar, el cabello revuelto y la mirada perdida.

La mire totalmente sorprendida, jamás la había visto en semejante estado, alguna vez si la había visto con unos tragos de más, pero jamás algo tan grave.

Se abalanzó sobre mi e intentó besarme.

Al instante esquive su abrazo y casi cae de frente.

Me miro desconcertada y me dijo con una sonrisa forzada: — ¿Que? ¿Ya no me deseas por qué mi padre va a desheredarme? —
Y saco un fajo de dinero, lo tiro contra mi cuerpo, volando por todas partes los billetes y gritó
— Toma, que yo sola puedo comprarte a ti y a mil putas más.— y se retiró al cuarto.

Me quede boquiabierta, jamás me había hablado así y menos faltarme al respeto de tal manera.

Pude sentir como un gran nudo en la garganta se desasía al soltar yo un fuerte lamento y mis lágrimas cual fuente fluían sin parar.

No entendí nada. Hasta la fecha sigo sin hacerlo.

POV LISA:

Aquella vez fingí estar drogada, e hice lo que hice.

No sabe que me dolió igual o más que a ella, pero no tenía otra opción.

Tenía que hacer que huyera de mi y jamás volviera.

Cuando entre al cuarto cerré la puerta y recargue mi espalda en ella, pude escuchar perfectamente sus lamentos y mi corazón se rompió en mil pedazos, quería morirme en ese preciso momento por lastimar lo que más amaba.

365 ROSAS (JENLISA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora