La abrazó con ternura y ella se lo agradeció, estaba aun algo asustada, pero viva. Miró al cielo y trató de recordar, luego miró a Bill y negó con la cabeza.
—No recuerdo lo que pasó. Perdí la noción de todo hasta que oí tu voz llamándome muy a lo lejos —dijo, se tocó la cabeza con los dedos y la sacudió como si aquello pudiera hacerla recobrar los recuerdos que parecían perdidos.
—Quiero largarme de aquí, se aproxima una tormenta dentro de poco y este lugar no es seguro. Ya vimos lo que teníamos que ver, y ha sido suficiente por hoy. Tenemos el informe y la muestra, no necesitamos más.
Se mantuvo en silencio, ensimismada. Pensó y pensó en una explicación lógica sobre lo que aconteció durante los tres días pasados y se aterró, sin embargo, una enorme curiosidad nacía dentro de ella y le pedía que encontrara la explicación antes de marcharse. Se lo dijo a Bill y este no comprendió la descabellada idea de permanecer más tiempo. Por otro lado, temía salir del bosque y envenenarse ahora que no tenía su traje completo, porque se le ocurrió que dentro de este, se había formado un microclima y le permitía respirar sin dificultad. Al parecer Bill pensaba en lo mismo y dijo:
—Lo mejor será que esperes mientras busco una nueva mascara de oxigeno. No me tomará mucho tiempo así que no te muevas.
—Está bien —respondió, mientras se sentaba tranquilamente y veía como Bill comenzaba a descender con prisa.
—Después nos vamos, no tenemos nada más que hacer aquí –. Le repitió dándose la vuelta para darle una última mirada y al mismo tiempo apuntarla con el dedo en señal de autoridad. Se devolvió un par de pasos y la abrazó otra vez, no sin antes recordale que no se alejara por ningún motivo y ella le obedeció el mayor tiempo que pudo. Sabía que no conseguiría nada con discutir esa orden que acababa de darle, mucho menos en un momento como el que se encontraba. Se quedó en silencio y sonrió sin que él pudiera ver su mueca, porque pensó que ya vendría otro momento más relajado para convencerlo de lo contrario.
Lo vio alejarse y sintió que el miedo se había marchado, además, notó que algo en ella había cambiado. Se preguntó qué tanto de ese aire venenoso respiró para sentirse así, y si acaso fue suficiente para provocarle olvidar el miedo.
Cuando perdió de vista a Bill, resolvió que era hora de examinar el lugar. Ya tenía un punto de referencia que era su maleta de muestras y no le costaría volver antes que Bill regresara. Se orientó para no perderse y morir, aunque eso ya no le preocupaba tanto como antes y se sentía lo bastante intrépida para desafiar a la muerte. La curiosidad la aniquilaba por dentro, y a pesar que ahora no se atrevió a tocar con demasía ninguna de las raíces para examinarla, una nueva sensación le decía que escalara la montaña y que ahí encontraría respuestas.
Miró hacia la dirección que su compañero se había ido y se dio cuenta que ya no quedaba rastros de él y tardaría en regresar. Aprovecharía para alejarse unos metros y matar la curiosidad.
Sabía que no debía desobedecer, pero el sentimiento era incontrolable. Cerró los ojos y creyó oír un llamado proveniente de lo alto de la montaña, aunque estaba lo bastante lucida para darse cuenta que era producto de su imaginación, aun así, no le importó. Cerró los ojos otra vez , sintió una brisa que le sacudía el cabello, y la necesidad de seguir cuesta arriba sin esperar a nadie.
Mientras tanto Bill caminaba lo más rápido que sus piernas le permitían, temeroso del envenenamiento de Lori y de su gravedad. Supo que su compañera había sido afectada por los gases y sintió que debía actuar rápido antes que los daños se hicieran irreversibles. Analizó los acontecimientos y dedujo que Lori permaneció en hibernación por esos tres días, una inexplicable hibernación que averiguaría más tarde cuando la examinara y sometiera a análisis exhaustivos, aunque las señales le parecían claras.
Cuando llegó a la nave se movió con rapidez, tomó el equipo necesario y volvió a salir para no perder ni un solo segundo, aun cuando se sentía cansado y muy débil, sobre todo al recordar que no comió nada desde el aterrizaje.
Salió otra vez de la nave y caminó en dirección a su compañera buscando su silueta sin resultados. Divisó por fin la maleta y vio que Lori ya no se encontraba donde él la dejó, maldijo al planeta y corrió al lugar donde la había visto por ultima vez.
Irritado, la buscó pensando en otro desmayo. Se concentró en el suelo y se arrodilló para escarbar y abrirse paso entre las raíces, cuando por casualidad miró hacia la montaña y la vio como escalaba y avanzaba muy rápido. Temió por su vida y que la altura la afectara, así que gritó lo más fuerte que pudo.
—Lori, maldita sea. ¡Qué haces!
Ella lo oyó y le hizo señas para que la siguiera. Bill se sintió tan lejos que casi perdió las esperanzas de alcanzarla, aunque de igual forma después de bufar y gruñir como un animal, corrió a su encuentro dando tropezones.
Ella no lo esperó, porque sintió que el impulso de subir era mayor que cualquier preocupación, y en poco tiempo llegó a la cima, en donde pudo contemplar la inmensidad del bosque que habían descubierto. Desde la nave, y aun cuando se habían bajado, no pudieron darse cuenta de las verdaderas proporciones que tenía. Se detuvo a observar y se afirmó de las raíces con ambas manos, y estas de inmediato se envolvieron para luego subir y enrollar sus brazos con delicadeza. Lori no intentó deshacerse de ellas, al contrario, les permitió que avanzar con curiosidad. Las observó con una expresión de paz en su rostro, inhaló profundamente y se desvaneció otra vez.
Cuando despertó estaba en la nave recostada en una camilla, atada de pies y manos. Miró para todos lados y no dijo nada, creyó que no podría hacerlo. Observó sus manos, ensangrentadas y magulladas, además de su ropa sucia y se sobresaltó. Empezó a llamar a Bill, primero en un susurro para luego ir elevando la voz en un grito desgarrador. Luego se quedó en silencio e intentó averiguar si en realidad había alguien en la nave que pudiera escucharla, si es que Bill estaba cerca para ayudar y explicarle su estado. Necesitaba saber si aquella sangre le pertenecía a ella o a él.
Dejó de gritar y de llamarlo cuando supo que no obtendría respuesta. Estaba muy asustada, mientras un montón de ideas la enloquecían. Su desesperación crecía y la hacía tener ideas sobre que Bill la había abandonado. Forcejeó para liberarse sin éxito y volvió a gritar una última vez pidiendo auxilio, incluso al saber que no obtendría respuesta. Trató de imaginar cuanto tiempo estuvo amarrada y se cansó de forzar las ataduras, cuando por fin oyó una voz familiar que entró en la nave, a la vez que escuchó como unos pasos se acercaban en su dirección.
—¿Bill eres tú?
Él pasó por su lado, ignoró su rostro y comprobó que todo estuvieran en su lugar, además de asegurarse que no pudiera soltarse. Apretó un poco más sus amarras y se levantó para mirarla a los ojos.
—Lo siento cariño, es por tu bien.
ESTÁS LEYENDO
Renacer
Science FictionLuego de aterrizar en un inexplorado planeta, en donde nunca debió haber vida, Bill y Lori enfrentan una misteriosa desaparición que los llevará a encontrarse con un ser olvidado. Acostumbrados a encontrar inteligencia inferior, ahora sentirán en c...