Capítulo 5 : Inquietud

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—¿Bill? ¿Qué haces? Suéltame

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—¿Bill? ¿Qué haces? Suéltame. Me lastimas.

—Necesito explicarte algo primero.

Ella lloriqueó e intentó zafarse de las amarras, entretanto, Bill se sentó junto a ella y movió la cabeza en señal de desaprobación. Gruñía sin mirarla a los ojos y apoyó la espalda en la pared de la nave. Se miró los pies y empuñó las manos enojado e incómodo. Echó la cabeza hacia atrás para luego girarse y mirarla a la cara.

—Me temo que no puedo hacer eso, no voy a soltarte todavía.

—Por favor —suplicó, y se puso a lloriquear.

Hubo silencio unos segundos porque no sabía cómo asumir lo que había acontecido en la cima de la montaña. Tuvo sentimientos encontrados que lo invadían, y se sintió frustrado pero sobre todo confundido. Ella se calmó y se quedó quieta para ponerse a llorar otra vez.

—¿Dónde está?

—¿De qué hablas?

Bill se alteró, puso su mano con firmeza en la barbilla de Lori, y repitió con rabia.

—¡Dime dónde está!

—¡Te volviste loco! De qué diablos hablas. ¿Dime por qué estoy atada? Dime como llegué aquí, si lo último que recuerdo es estar en esa puta montaña.

Se separó de ella con el ceño fruncido y dejó de mirarla, se quedó de pie y caminó dando unas cuantas vueltas al interior de la habitación. Sintió que debía decir algo pero no encontró las palabras adecuadas. Quería explicarle lo que había ocurrido y al mirarla se dio cuenta que ella había alterando su expresión. Estaba quieta y lo miraba muy serio,  y poco a poco  cambió el gesto a uno más desafiante, mientras esbozaba una sonrisa que a él le incomodó.

—¿Qué pensaban? ¿Qué vendrían aquí y se irían con las manos vacías?

***

3 horas antes...

Bill corrió para alcanzar a Lori que casi llegaba a la cima, y deseó adivinar que era lo que se proponía al ir tan lejos, y a ratos la perdía de vista gracias a la estructura de la montaña y a la distribución de las raíces que cubría la zona. Así y todo logró llegar y pudo ver como observaba el paisaje y dejaba que el sol bañara su rostro, además permitía que la brisa toxica entrara por sus pulmones. Calmada, como si fuera la más placentera de las expediciones en la Tierra. Sintió que un escalofrío lo recorría al ver esa imagen, al ver como esas raíces de a poco empezaban a apoderarse de ella. Por eso corrió a impedirlo, para que no volvieran a secuestrarla, pero estaban en todas partes. Se enrollaron en sus brazos, en sus piernas, su cabello e incluso en su cuello. Pero nada de eso lo detuvo, siguió y avanzó hasta llegar lo más cerca posible, aunque parecía demasiado tarde porque las raíces la envolvían por completo, demasiado rápido para que pudiera liberarla.

Ella lo vio tan cerca que reaccionó con violencia, se puso de pie y arrancó con las manos las raíces de su cuerpo. Se abalanzó contra Bill, que sorprendido y paralizado no se dio cuenta de lo que le esperaba. Un fuerte empujón lo botó haciéndolo rodar cuesta abajo. Él se aferró a una de las raíces e intentó ponerse rápido de pie, consiguiéndolo por suerte. Pero no fue demasiado rápido porque Lori logró poner una de sus manos sobre su pierna y lo hizo caer,  dejando que rodara montaña abajo y desprendiera algunas rocas que se liberaban de las raíces. Desesperado, tomó a su compañera por los hombros y forcejeó hasta que pudo controlarla. La mantuvo boca arriba mientras le afirmaba los brazos y ejercía presión sobre su cuerpo para que no se pusiera de pie.

—No tienes derecho sobre mi —dijo en un grito ahogado—. ¡Ella ya se fue, no está aquí!

Bill la soltó y se quedó quieto mientras una raíz se enrollaba del brazo de Lori y cada vez se apretaba más. Sacó un cuchillo  para cortársela, aunque  la raíz trataba de enrollarse cada vez más. Con el movimiento de Lori forcejeando debajo suyo, no solo cortó la raíz, sino que tambien su mano. De ahí comenzó a brotar un líquido amarillo idéntico al que vio cuando cortó la primera raíz y se sobresaltó, la soltó y se puso de pie. Pudo ver como  aquel líquido fluía y se tornaba rojo al cabo de unos segundos.

Ella lo miró e hizo una mueca de dolor, se sentó y acercó su cabeza hacia su mano para ver el corte, luego arrugó la nariz e intentó acercarse a Bill, pero este tomó una roca que cayó cerca y azotó la cabeza de Lori,  que para su suerte la dejó inconsciente. 

 Escupió un poco de sangre y maldiciones que le ensuciaron el casco de sangre, miró el cielo y se sobó  la espalda,  luego suspiró y miró a Lori tirada en el suelo. Cerró los ojos y pensó en lo que le hizo, pensó en lo alterada que estaba y en que tuvo que golpearla para que se tranquilizara y para que él pudiera buscar respuestas, en que tal vez incluso ella quería en matarlo y no lo consiguió. Pero no se arrepintió ni un segundo de haberle machacado la cabeza para que se durmiera, y actuó rápido antes que despertara. Le ató las manos con amarras de seguridad que se siempre llevaba en sus bolsillos y se la cargó al hombro para avanzar hacia la nave.Se apuró para llegar pronto con su compañera a cuestas, y además agradeció que se sintiera tan liviana al cargarla. Iba con la mente en blanco por el nerviosismo. 


Al llegar, la dejó en la entrada y extendió la camilla en el compartimento de enfermería. Le quitó el traje y la recostó. Se aseguró de atarla de pies y manos, y luego la observó. Contempló la sangre que traía encima y tomó una muestra seca para analizarla después.

Reflexionó sobre lo que le pudo haber pasado durante esos tres días que estuvo desaparecida, en todo ese gas tóxico que de seguro estaba matándola y la hacía reaccionar de forma violenta. Pero también recordó el tipo de sangre que brotó de su mano y lo hizo pensar en que no era realmente ella, y que algo o alguien la reemplazó, dejando una copia en su lugar. Sabía que era una locura, sabía que no era más que un delirio de una mente cansada y un cuerpo hambriento, sin embargo, no se detuvo ahí. Sedó a su amiga para que no se despertara pronto y le extrajo sangre para analizar, En ese momento se dio cuenta de la similitud con la muestra que recogieron días antes. La guardó para compararla después y salió de la nave con rumbó a la maleta de muestras de Lori, con cautela porque sentía que era observado. No tuvo prisa, necesitaba pensar y aclarar su mente para sacar las ideas descabelladas y encontrar una solución lógica. 

Cuando iba de vuelta se detuvo antes de ingresar en la nave y observó el lugar, meditó lo ocurrido desde el momento antes de descender. Sintió ganas de agarrar a patadas todo lo que tenía por delante, pero se contuvo y entró.

Se dio cuenta que había pasado el efecto del sedante y escuchó la voz de Lori que lo llamaba, pero prefirió no contestar. No sabía que responder porque tenía muchas dudas, y su imaginación corría sin parar. Dejó la maleta en un lugar seguro y se acercó en silencio.

—¿Bill eres tú?

—Lo siento cariño, es por tu bien — dijo, y la miró desconfiado.

—¿Bill? ¿Qué haces? Suéltame, me lastimas.

—Necesito explicarte algo primero – agregó, e intento parecer  amable,  mirando a esa criatura que le parecía tan familiar.

Ella se puso a llorar para conmoverlo, aunque ya estaba convencido de no soltarla mientras no estuviera seguro de quien se trataba.

Se sentó con calma junto a ella, y la miró de pies a cabeza, observó con atención la sangre en sus manos, suspiraba a ratos  pero sin decir nada.

—Me lastimas —lloriqueó otra vez.

Bill se puso serio, ya no necesitaba meditar ni reflexionar sobre la situación porque había sacado sus propias conclusiones y le dijo:

—Me temo que no voy a hacer eso.

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