Bill comprendía a la perfección a que se refería Ann, pero no estaba en sus planes darle la razón a la chica y mucho menos darse por vencido con respecto a Lori, no al menos hasta que ella misma lo hiciera y dejara que su corazón parara de latir. Aun así, se sentía en deuda con su mejor amiga, sentía que todavía le quedaba una cosa por hacer en el planeta, para honrarla.
Puso su atención en Ann y la estudió una vez más, había tomado una decisión. Entretanto, ella se limitaba a voltear la cabeza para no enfrentar su ira. Ni siquiera sabía a donde dirigirse dentro de la nave para no incomodarlo, por eso se giró por completo ocultándose de su mirada y se sentó en el suelo metiendo su cabeza entre las rodillas.
Se paseó por la nave buscando algo que Ann no logró ver ni entender y se lo guardó en los bolsillos de su traje y en un bolso que se colgó al hombro. Cuando estuvo listo fue hacia Lori y revisó su condición una vez más, pero para su decepción no evolucionaba positivamente.
Confió a regañadientes el cuidado de Lori a Ann, y antes de salir de la nave dijo con voz severa:
—Cuídala, es tu boleto de salida.
Otra vez afuera, respiró hondo dentro de su traje, se aseguró de llevar todo lo que había seleccionado y avanzó rápido. Se montó sobre cada raíz que reconoció y se introdujo dentro de la caverna oscura por donde habían conducido a Lori. Sacó con cuidado lo que tenía en sus bolsillos y cuando estuvo listo, abandonó la zona sin mirar atrás, tratando de olvidar, aunque fuera por un momento la pesadilla que pasó dentro de la montaña.
Luego recordó el mensaje de advertencia que programo días atrás y las modificaciones que tendría que hacerle. Sería un mensaje muy distinto al original, porque las circunstancias habían cambiado por completo. Los acontecimientos recientes lo habían forzado a tomar otro tipo de medidas que seguiría sin remordimiento.
Volvió mucho tiempo después a la nave y cuando estuvo a unos pasos vio a Ann aparecer con una mirada sombría. Lo primero que pensó fue en Lori muerta, por eso empujo a Ann para pasar y entró, sin embargo, se dio cuenta que seguía en las mismas condiciones desfavorables. Sacudió la cabeza atormentado y confundido, y salió otra vez.
Examinó a Ann de nuevo de pies a cabeza, mientras una mueca burlesca aparecía en su cara, un gesto que Ann no entendía, ni podía interpretar. Ella arrugó la frente y buscó en su información alguna señal que le indicara qué estaba ocurriendo sin dejar de mirarlo, atenta a cada movimiento. Y le llamó la atención lo que esta vez traían en las manos.
—¿Qué es eso? —se atrevió a preguntar.
—¿No lo sabes? ¿No lo tienes por ahí en los recuerdos que le robaste a Lori?
Ella negó con la cabeza sin atreverse a responder lo que pensaba que era ese objeto. Aun así, se acercó para verlo de cerca y no perderse detalle de lo que Bill estaba por hacer. Él resoplo y se dijo a sí mismo, murmurando, que nadie más volvería a pasar por lo que ellos pasaron y que nadie conocería la verdad. Que no despertaría la curiosidad de ningún científico loco por lo que habían encontrado y para eso declararía desierto el lugar. Se aseguraría que la empresa minera de turno solo viera un montón de piedras esparcidas por todos lados con las cuales no pudieran hacer nada más que dinero, vendiendo sus minerales.
En cuanto a Lori, todavía tenía esperanza.
De pronto un estruendo a lo lejos sobresaltó a Ann quien miraba absorta la cima de la montaña. Esa montaña que seguía siendo parte de ella y que ahora veía desmoronarse.
Angustiada avanzó hacia el estruendo, no obstante, Bill y que todavía jugaba con el detonador en sus manos, la cogió del brazo impidiéndole el paso hacia el desastre para que viera con horror como la morada del Origen se consumía y se enterraba entre la roca.
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Renacer
Science FictionLuego de aterrizar en un inexplorado planeta, en donde nunca debió haber vida, Bill y Lori enfrentan una misteriosa desaparición que los llevará a encontrarse con un ser olvidado. Acostumbrados a encontrar inteligencia inferior, ahora sentirán en c...