Capítulo 9 : Búsqueda

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Una vez fuera de la nave y sin que Bill supiera el camino que debía seguir, se paró junto a la falsa chica y la miró con fastidio para que comenzara a caminar

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Una vez fuera de la nave y sin que Bill supiera el camino que debía seguir, se paró junto a la falsa chica y la miró con fastidio para que comenzara a caminar. No tenía intenciones de dirigirle la palabra como si fueran compañeros de expedición, o como si fuera la verdadera Lori. Odiaba la idea de seguir sus instrucciones aunque no le quedaba otra alternativa, así que le hizo un gesto con la mano, señal  para que empezara a caminar delante de él.

Sabía que en toda esta historia existían solo dos alternativas, pero desistir y olvidar a Lori solo para sentirse seguro no era una opción muy honorable. Preferiría mil veces enfrentarse a lo desconocido que dejarla abandonada. Ella habría movido el universo para encontrarlo y él no sería menos, así que se armaba de valor cada cierto tiempo.

Su mayor temor era no poder salvarla y encontrarla muerta, o no encontrar rastros por ningún sitio. Por eso no cuestionaría la ruta que seguirían, porque de estar él al mando, de seguro se perderían en el intento.

Caminaba detrás y miraba las pisadas de la chica, pensativo. Reflexionaba  acerca de todos esos años de investigación que parecían no haber valido la pena y en todos los datos recopilados sobre este planeta que ahora de un momento a otro se convertían en pistas de una terrible sombra que no vieron. Pensaba en las inconscientes advertencias que Lori le hizo, tal vez al presentir lo que pasaría y que él ignoró por completo; y en que si hubiesen esperado unos días más como ella quería, habría salido a la luz alguna señal que les advirtiera el peligro que les esperaba.

La falsa Lori apenas le dio una descripción de las criaturas que habitaban el planeta, y así sería difícil saber a qué atenerse cuando las encontraran.

La expedición completa le parecía una pesadilla de la que hubiera preferido despertar hace muchas horas, y sintió una sombra de mala suerte que les había caído, sin tener claro que tan malos pudieron ser sus actos para merecer este castigo.

A medida que avanzaban su desanimo aumentó y la ansiedad le provocó pensamientos delirantes. Como de la procedencia de la chica, y quien fue capaz de dejarlos olvidados en el planeta. «¿Olvidados?» Pensaba «¿Que significa eso, y cual habría sido el propósito de dejarlos a su suerte?»

Se cuestionó que después de tanto viajar y estudiar, no hubieran oído sobre estas criaturas capaces copiar un ser humano completo, y consideraba el hecho de que quizá los dejaron aquí deliberadamente para que no causaran daño, y que tal vez otros mundos ya fueron víctimas de esta especie. Pensaba también en lo que haría una vez que lograra llegar a Lori, y en lo que haría una vez lograra sacarla del planeta.

Discutía en su interior las maneras en que ocultaría el rastro de las criaturas, porque a pesar que siempre amó descubrir nuevas especies y conservar su hábitat, no pretendía romper el equilibrio y dejar que esos parásitos se salieran de control en alguna parte del universo. No estaba dispuesto a presenciar la devastación que llegarían a provocar si los dejaba ser libres.

Por el momento tenía dos alternativas, olvidarse por completo del lugar, y eliminar los archivos que recopiló para asegurarse que nadie supiera de su existencia y dejar que se destruyera el lugar, adjudicando la muerte de Lori a algún tipo de accidente. O llevarse a la falsa chica y dejárselas a los científicos para que la estudiaran, sin importarle lo que fueran capaz de hacerle, aunque significara su muerte. Suponía que la humanidad correría peligro con esta nueva especie descontrolada, y si se la dejaba deambular con libertad por eso una alternativa era más tentadora que la otra.

***

La chica avanzaba callada, sumida en sus pensamientos. Con esa nueva sensación en la que podía pensar por sí misma, sin que unas oleadas de voces se acumularan en su cabeza y le dijeran que hacer.

Tenía recuerdos de Lori mezclados, desconocía si eran parte de ella también. Se preguntaba cual parte de la conciencia de Lori estaría junto a la suya y cual sería quien la dominaba. Tenía tantas o más preguntas que el propio Bill, porque tampoco conocía el real propósito de su creación.

Se imaginaba lo que haría si alguna vez saliera del planeta y llegara a la Tierra, y en todas esas formas de multiplicarse que tenían las otras especies. No lograba adivinar como lo haría porque aun no conocía su propio cuerpo.

Había mucha información que no se le entregó. La que más le llamaba la atención era la causa de su conciencia y libertad para razonar y decidir. Temía que el Origen como ella le llamaba en su mente, la controlara y la doblegara al hacerla prisionera en su propio cuerpo, para luego arrebatarle ese preciado regalo que no pidió.

Miraba de reojo a Bill mientras pensaba en todo lo que no le dijo, sobre todo el que una criatura podía controlar el entorno desde su escondite, sin saber la real fuerza y poder de este.

Recordaba que en sus instrucciones solo se le habían dado las herramientas para desarrollar el engaño al humano, y se cuestionaba, ahora que ya conocía a Bill, cómo el origen no previó que sería tan desconfiado y que no la llevaría a ningún lugar sin dudarlo antes. Se dio cuenta también, que los humanos eran vengativos e inseguros y que tal vez el Origen no conocía lo suficiente de ellos y solo esperaba que ella recopilara la información sobre los intrusos.

Además, pensaba hasta qué punto ella misma sería capaz de controlarse, de controlar sus impulsos o cometer algún acto que al Origen le pareciera estúpido.

Los envidiaba y deseaba descifrar esa parte humana que habitaba dentro de ella y que todavía dormía, como la tristeza que no supo identificar en su momento, y que fue la causante de sentirse desanimada y frustrada. Tenía tanto miedo de todas esas nuevas sensaciones y sentimientos que llegaban de pronto y desaparecían un segundo después.

Ahora no sabía darle un nombre a lo que sentía, pero si lo hubiera podido hacer hubiese sido una horrible sensación de envidia, de ellos y de su capacidad para decidir sus propios actos y consecuencias.

Pasaban rápido los pensamientos por su cabeza y ansió haber nacido como ellos, porque recibía oleadas de recuerdos provenientes de Lori que la hacían darse cuenta de la infinidad de circunstancias que podría vivir y que añoraba.

Deseaba mezclarse en su mundo algún día, cuando por fin Bill se hubiera decidido a aceptarla en su pequeña tripulación, pero a la vez temía el desenlace. Se frustraba al saber que también podría abandonarla sin poder probar esa vida y darse cuenta que nunca llegaría a vivir, ni sería capaz de conocer.

Estaba consiente que no era de su especie, tampoco de la especie del Origen. Era un hibrido, algo nuevo. Pensó que tal vez él tampoco tuviera las respuestas que necesitaba, y tendría que descubrirlo sola. Esa criatura procedía de otro lugar y se asentó en el planeta cuando no tuvo ninguna otra manera de subsistir, y probablemente tampoco era la criatura original.

Ambos caminaban sin decir nada, disimulaban sus inquietudes y luchaban con sus propios demonios e interrogantes.

***

Bill seguía sin cuestionamientos el camino por el que la falsa Lori lo guiaba, rodeaban la montaña por el lado contrario en donde habían estado la primera vez. Era una larga travesía la que tenían por delante hasta llegar a la entrada a la montaña.

A ratos la miraba aferrarse a las raíces con disimulo, sin embargo, no hizo alarde de ello, sino que se mantuvo expectante y observaba sin preguntar, pero alerta. Estaba cansado, aunque era más un estado metal que uno físico. No quería detenerse y perder el tiempo aun cuando sabía que sin fuerzas no llegaría muy lejos, o no podría soportar un ataque o comportamiento agresivo si se presentaba.

Por ahora, seguiría la búsqueda sin poner objeciones.


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