—Que hiciste con ella —dijo molesto, y se cruzó de brazos.
—Por qué crees que te lo diré —respondió. Tenía un gesto extraño en su rostro que Bill interpretó como una burla, aunque no dijo nada.
—Porque me necesitas. ¿No es cierto?
Durante el tiempo que la mantuvo atada tuvo ciertas ideas de lo que ocurría. Tuvo tiempo para deducir, aun cansado, las circunstancias y el propósito de quien tenía en frente. Supuso que sería algún tipo de intercambio, de lo contrario habrían muerto los dos, muchas horas antes.
Sabía que su amiga se encontraba en algún lugar, atrapada tal vez pero a salvo. Y sin duda debería ir por ella en cuanto tuviera más información, porque nada aseguraba que la mantendrían viva por mucho tiempo.
—Dime donde está y tal vez podamos conversar sobre lo que quieres —dijo él, esta vez en un tono más severo. Perdía la paciencia y sentía que la desesperación comenzaba a aparecer de a poco.
Se acercó para mirarla y le pidió explicaciones. Ella respondió con total naturalidad su intención de salir del planeta, y que cuando esto ocurriera tal vez podría devolver a Lori. Mientras lo decía miraba el techo y apuntaba con el dedo de la mano que mantenía aun atada, en dirección al cielo. Bill bufó y sonrió mientras pensaba que no haría por ningún motivo lo que aquella criatura le decía, mucho menos, sin saber en las condiciones que se encontraba su amiga. Y ella como si pudiera interpretar sus gestos, le respondió que en su debido tiempo sabría como encontrarla.
Se quedó inmóvil cuando la oyó. No solo le atemorizó el tono de voz que empleó, sino que aquella frase sonaba como una amenaza, una que debía cumplir fuese como fuese. Como si desde el principio no quedaran más opciones.
—¿Cómo puedo asegurarme que lo que dices, es cierto? No te llevaré a ninguna parte mientras no sepa dónde está, y si está bien —contraatacó—. Además, por que querrías salir de este planeta. ¿Qué eres y que quieres. ¿Acaso no viven en paz aquí? Para qué molestar al resto del universo.
—¿En paz? —rió—. De que paz me hablas, si tu gente vendrá a destruir este mundo. Pude ver en su mente de lo que son capaces.
Bill intentó explicarle a tropezones, muy nervioso, la misión en la que se habían embarcado con Lori. Y en aclarar que el principal objetivo, al menos de ellos dos, era preservar el planeta intacto.
—Por eso estamos aquí, para garantizar su existencia. Para salvarlos.
—¿Cómo podrían comprobar nuestra existencia? —dijo confundida
—Estas aquí ante mis ojos, conversando. Eso es prueba más que suficiente.
Se rió tan fuerte que lo hizo estremecer, dando algunos pasos hacia atrás.
—Que ingenuo eres. Yo soy todo lo que hay aquí.
Su delirio lo desconcertaba, y se cuestionaba lo que sabía hasta ahora. Se cuestionaba las locuras que salían de esa boca. Se cuestionaba si Lori estaría en realidad bajo los efectos de alguna droga, e inventaba toda esa historia en su cabeza. Trataba y trataba de entender si era él quien alucinaba, y si la sangre amarilla era solo en su imaginación.
De cualquier forma, presentía que todo era real, pero desconfiaba incluso de sus pensamientos. Fuese como fuese, no dejaría espacio a las dudas, porque existía la posibilidad que ocurriera y estuviera perdiendo el tiempo.
Decidió no descuidarse, porque trabajaría contra el tiempo cualquiera fuera las circunstancias bajo las que se encontraban. Si su mente le jugaba esta broma, prefería seguirle el juego y no arriesgarse a morir sin haber hecho lo posible por salvarse. Pero lo que sí tuvo claro desde un principio, es que la idea de subir a un espécimen desconocido aun con la forma de su amiga, no estaba dentro de las posibilidades. Fuera un sueño o fuera real, evitaría el peligro y minimizaría los riesgos, y se aseguraría de estar sano y que Lori no portara ninguna enfermedad antes de volver a la Tierra.
—Asegúrame que está, viva y podemos seguir conversando —dijo, mientras caminaba hacia las muestras para analizarlas.
Trató de pensar con claridad y el trabajo le resultaba reconfortante, sentía que necesitaba mantenerse ocupado y resolver el asunto activo, en vez de sentarse a esperar que las cosas ocurrieran. Se apresuró aunque sabía que le tomaría tiempo extra.
—¿Quieres pruebas? —dijo, y rió—. ¿Por qué son tan desconfiados? Al parecer no te vasta con mi palabra.
—No —respondió y se concentró en sus tareas.
La calma y el silencio llenaban la habitación durante un tiempo. Bill se movía de un lado a otro mientras Lori lo seguía con la vista, intentando no perderle.
Después de un largo rato todavía no podía terminar de analizar las pruebas que había recolectado, y durante este tiempo la ignoró. Aunque ella no dejó de mirarlo y de a poco comenzó a suavizar sus gestos. De una mirada desafiante pasó a una asustadiza y confundida. Empezó a forcejear otra vez.
—Bill— dijo con una voz suave, tan suave que lo hizo darse vuelta de inmediato. Convencido por el tono de voz, que tenía a su amiga de regreso.
—Oh Lori, casi creí que tú...
No pudo decir más y se calló mientras la observaba. Sintió que algo andaba mal con la escena que presenciaba.
—¿Por qué estoy atada? No recuerdo mucho —. Se miró las manos, vio las manchas rojas y se puso a llorar sin entender qué le había pasado.
Él no pudo contenerse y la abrazó tan fuerte que apenas la dejó respirar. Se le vinieron muchas preguntas, tantas como las que ella también se formulaba. Se empezaba a convencer que todo lo ocurrido era a causa de los gases que ambos respiraron y por suerte el efecto estaba pasando. Tomó su cara y se le llenaron los ojos de lágrimas, sobre todo al pensar que había dado por muerta a Lori dos veces en una sola expedición.
La comenzó a desatar. Se sentía exhausto y pensó que ella también lo estaba. Recordó que casi no había comido, ni hidratado las últimas horas y recordó que Lori no lo hacía hace varios días. Eso le llamó mucho la atención y le preguntó:
—¿Cómo te sientes?
Se demoró en responder, y lo miró fijo mientras se sentaba.
—Bien. Digo... cansada.
Bill resopló. Lori no tenía ni un solo síntoma de la deshidratación que a esta altura debía tener. Su apariencia casi no había cambiado. Recordó que al encontrarla no bebió agua, ni lo había hecho hasta ahora. No se sentía mareada, no tenía nauseas, ni ninguna de las señales que debería tener en estas circunstancias. Bill se sintió estúpido y ella pareció leer su mente contestándole a su pensamiento.
—Que fáciles son de engañar.
La abofeteó y la maldijo, se pasó una mano por el pelo y cerró los ojos un segundo, porque creyó que tal vez al abrirlos despertaría de la pesadilla. Pero no fue así, todavía podía ver "eso" al que ni siquiera sabía darle un nombre. Esa "cosa" que no pensaba sacar del planeta por ningún motivo. Ni por Lori, ni por él.
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Renacer
Science FictionLuego de aterrizar en un inexplorado planeta, en donde nunca debió haber vida, Bill y Lori enfrentan una misteriosa desaparición que los llevará a encontrarse con un ser olvidado. Acostumbrados a encontrar inteligencia inferior, ahora sentirán en c...