Amor Platónico

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— Vamos Enji! Tú padre te matará si llegas tarde — el joven Alfa de apenas diecisiete años alentaba a su mejor amigo a acelerar el paso — La última vez prometiste a tu padre ya no llegar noche a tu casa.

Ambos alfas caminaban empapados por los obscuros caminos de la ciudad, desde hace algunos días se les había hecho la costumbre de nadar en el lago después de sus laboriosas clases.

— Si mal no recuerdo, tú fuiste quien le dijo a mi padre que te asegurarías de que llegara temprano — renegó exprimiendo su camisa.

El pelirrojo se quejó en cuanto una helada ráfaga rozó su desnuda piel, siempre había odiado el frío.

— Tú padre se enojara si te enfermas — Hisashi, quién era un poco más alto que él, le tendió su abrigo, que por la insistencia de su madre había llevado a la escuela — Siempre fuiste tan delicado — Sé burló.

Siguieron caminando en silencio, disfrutando de aquella simple compañía.

Desde un principio Enji estuvo consciente de aquellos prohibidos pensamientos que profesaba por su mejor amigo.

Llevaba más de seis años de conocerse y un aproximado de tres años en los que sus sentimientos lo empezaron a agobiar.

Hasta cierto punto deseaba que sólo fuera una etapa, de aquellas que su padre le dijo que sufriría.

Sin embargo, cada vez se hacía más fuerte el deseo de que alguno de ellos fuera omega, así podría confesarse sin ningún problema.

Su realidad era otra, tenía que soportar como aquel castaño alfa se rodeaba de coquetos omegas en la salida del instituto.

— Puedes devolverme mañana el abrigo — saltó en cuanto llegaron a la gran puerta de su casa — Descansa Enji.

Y sin esperar una respuesta emprendió un rápido camino a su casa, la cual se encontraba a unas cuantas manzanas.

— Tú también descansa Hisashi — Susurró antes de entrar a su hogar.

Justo como lo pensaba, ahí estaba su padre, con aquella cara de pocos amigos y una larga vara en las manos.

— Es la última vez que te permito llegar tan tarde — amenazó al menor y salió de su campo de visión.

El pelirrojo no le tomó mucha importancia, si se trataba del pecoso podría aguantar cualquier cosa.

Subió rápidamente las escaleras y se encerró en su cálida habitación.

Se lanzó a su cama y abrazo a si mismo, el aroma de Hisashi lo estaba embriagado y no podía negar que era una sensación demasiado buena.

— Hisashi~ — empezó a suspirar al sentir sus manos deslizarse por su sensible piel.

Las puntas de sus dedos temblaban al contornear sus duros pezones y él no podía más que imaginar que eran las grandes manos de su mejor amigo las que lo desnudaban sin pudor.

El fino abrigo se adheria a su humeda dermis después de que el resto de su ropa terminará en el suelo.

Mordía y cubría su boca con aquella prenda para evitar que algún sirviente lo oyera, o peor aún, sus padres.

Hundió su nariz en la tela cuando su pegajoso y duro miembro amenazaba con estallar.

— Sé siente bien Hisashi — las diversas imágenes del pecoso penetrandolo y comiendo sus labios lo ayudaron a liberar esas hormonas que lo traían loco desde que ambos se lanzaron al lago.

La primera vez que se había masturbado pensando en el castaño no pudo ni verlo a la cara el día siguiente. La vergüenza lo consumía y el pensar que su amigo no sospechara nada lo hacía apenarse aún más.

【Wicked Game】 ᴰᵉᵏᵘᵏᵃᵗˢᵘ ᵀᵒᵈᵒᴵⁿᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora