Capitulo 7 (Parte I)

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Paso una hora sin que me dé ni cuenta. Hierbabuena está sudando bastante.

—Creo que ya has hecho suficiente ejercicio por hoy, chico. Sabina me va a reñir.

Le hago aflojar el ritmo hasta ponerlo al paso y cambio de postura, inspirando entre los dientes para controlar el dolor.

—Y mi culo ya no aguanta más fricción —le digo, mientras volvemos a los establos.

Nos detenemos junto al abrevadero y mientras él bebe, aprovecho para desmontar.

—Ha ido bien, ¿verdad? —me pregunta Sabina, con los brazos llenos de aparejos de montar.

—Se ha portado de maravilla —le aseguro mientras se acerca a nosotros—. ¿Va todo bien, Sabina? Con Colin, me refiero.

—Sí. El doctor Goodridge me estaba poniendo al día. —Me dirige una de sus discretas sonrisas y sigue su camino.

Dejo que Hierbabuena beba hasta hartarse antes de devolverlo a su establo y quitarle la silla y los aperos. Cuelgo la silla en la puerta del establo, aparto la manta y paso un buen rato cepillándolo. Necesito hacer esto más a menudo, es terapéutico. Finalmente me obligo a dejar de cepillarlo, no vaya a ser que desaparezca de tanto frotarlo...

—Listo —le digo, y le doy una palmadita en su musculoso trasero.

—¿Vas a frotarme a mí ahora?

Me vuelvo y me encuentro a Jungkook con los antebrazos apoyados en la silla de Hierbabuena.

—Maldita sea —murmuro, en voz alta de lo que pretendí.

Mi estado de serenidad y relajación se evapora rápidamente, y en su lugar me invaden la tensión y los temblores. Mi corazón desbocado tampoco me ayuda a resolver la situación. Jungkook me dirige una sonrisa angelical, que contrasta con las diabólicas intenciones que leo en sus ojos. He caído en una emboscada. Estoy atrapado no sólo por los recuerdos sino por un poderoso deseo que no quiero sentir.

«Mierda.»

«Mierda, mierda, mierda.»

—¿Cómo has entrado? —le pregunto, y empiezo a cepillar de nuevo a Hierbabuena, obviando el hecho de que probablemente ya no siente la piel del rato que llevo peinándolo.

—¿Por qué ignoras mis llamadas?

—Tal vez porque no quiero hablar contigo. Respóndeme tú: ¿qué estás haciendo aquí?

—El rey le ofreció a mi padre uno de sus caballos para que lo montara.

Su acento se derrama sobre mí de un modo desquiciantemente agradable.

—Qué amable por su parte.

—Sí, yo pensé lo mismo.

Oigo abrirse el pestillo de la puerta del establo.«Oh, no.»

La mano con la que estaba cepillando a Hierbabuena se detiene en el aire.

—No deberías entrar.

Ya estamos demasiado cerca sin necesidad de que entre. Pero, por supuesto, él actúa como si no me hubiera oído.

—No pareces contento de verme.

—No lo estoy.

—¿Por qué?

Inspiro y me obligo a mirarlo, pero ahora ya no veo sólo un trozo de él, ahora lo veo por entero y la imagen es demasiado atractiva. Lleva unos chinos color crema que le sientan como un guante, y con la camisa por fuera se lo ve relajado y muy apetecible. Su cara hace que me cautive, como siempre, y su pelo...

MI ALTEZA ~KOOKMIN~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora