Capitulo 18

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Fue magnífico, y al mismo tiempo ridículo, el tiempo y el esfuerzo que tuvieron que dedicar para poder sacarme del Dorchester. El pobre Jungkook tuvo que soportar a las masas para que la entrada del personal quedara despejado y yo pudiera escapar por ahí. Los ojos de Damon al verme me recordaron al acero, duros e implacables. Cada vez que nuestras miradas se cruzaron durante el camino de vuelta, tuve que apartar los ojos. No dijo ni una palabra durante todo el trayecto.

El silencio era agónico, cargado de furia y desaproPrincipeción. Me sentía tan pequeño y problemático que creo que me encogí un palmo en una hora.

A la mañana siguiente, estoy sentado a la mesa, en Kellington, a punto de desayunar. No he tocado los huevos revueltos porque no puedo apartar la mirada de la foto que ocupa la portada de un periódico. Lo único que veo son mis botas y mis dos piernas saliendo de ellas. La cara de Jungkook se distingue con claridad, tan nítida como la rabia que contrae sus facciones.

—Dime que no eres tú. —La voz de Tae me sobresalta tanto que le doy la vuelta al periódico, como si no hubiera un millón de ejemplares más disponibles.

—¿El qué? —Me obligo a comer un poco, para disimular.

Tae se acerca y vuelve a colocar el periódico con la portada hacia arriba. Señala las botas.

—Tú tienes unas como ésas.

—Y un millón de hombres.

—Pero ésas son las tuyas, ¿no?

Suelto el tenedor y lo miro a los ojos.

—Ya que insistes tanto, sí.

Tae rodea la mesa e inspira hondo antes de decir algo, pero se guarda las palabras y se sienta cuando ve entrar a Kim, muy seria.

—Teléfono nuevo —dice, lo deja y desaparece.

—Gracias —le contesto, haciendo una mueca ante su frialdad.

Sabe que le estoy escondiendo cosas y no le gusta.

—¿Te sentiste libre mientras te zarandeaban en medio de ese caos? —me pregunta Tae, muy serio, cuando Kim se ha marchado—. Y eso que no sabían quién eras. Imagínate la que se armaría si se enteraran.

—Cuando —lo corrijo con firmeza—. Cuando se enteren.

Dejo la servilleta en la mesa y me levanto porque veo que va a ser imposible llevarme nada al estómago. Tan imposible como razonar con mi hermano.

—Buenos días, Taehyung —le digo, y me alejo con la cabeza muy alta.

—¿Cómo que cuando se enteren? ¿Vas a decírselo al rey?

—Así es.

No reduzco la velocidad ni dejo que el tono sorprendido de Tae me afecte. No pienso volver a soportar el estrés de anoche y no me refiero tanto a las hordas que había acampadas en la puerta del hotel como a la logística para llegar hasta allí. Soy un hombre adulto, por el amor de Dios, y tuve que recorrer la ciudad como un adolescente que se ha escapado de casa mientras sus padres duermen para verse con su novio.

—No trates de quitármelo de la cabeza.

¿Lo intentará?

—Jimin.

Tae se levanta y me sigue.

—Te he dicho que ni lo intentes.

Me vuelvo hacia él, consciente de que hay más gente en el vestíbulo, entre ellos Felix, Jenny y Kim, que levantan la vista de sus móviles desde donde están, junto a la puerta.

MI ALTEZA ~KOOKMIN~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora