Capitulo 14

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—Eso no es una comida demasiado nutritivo —me dice Doris, al verme desplomado sobre la isla central de la cocina, con un vaso de merlot en la mano y unas aceitunas enfrente—. ¿Por qué no me deja que le prepare algo de cena antes de que me vaya a casa?

Suspiro, mirando la aceituna que tengo entre los dedos.

—No tengo hambre.

Me lo meto en la boca, lo mastico y lo hago bajar con otro trago de vino tinto mientras Olive entra en la cocina con una bandeja y la deja cerca del fregadero.

—Gracias por lo de antes, Olive.

La pobre chica lo ha pasado mal sacando mi ropa a escondidas para que no me metiera en un lío.

—De nada, señor.

—¿De qué hablan? —pregunta Doris, quitándose el delantal.

—Nada, nada.

Le resto importancia al tema con un gesto de la mano y cojo la botella para rellenar el vaso. Si Dolly se entera de que Olive ha sido cómplice de mis rebeldías, le caería una buena bronca. Inclino la botella y frunzo el ceño al ver que no cae nada.

—¿Otro? —me pregunta Olive.

La miro y veo que lleva una nueva botella en la mano antes de que se lo confirme.

—Gracias.

Empujo la copa hacia ella y dejo que la llene antes de seguir ahogando mis penas.

—Toma, una oliva, Olive.

Me río como un idiota y Dolly suspira.
Olive es demasiado educada para decirme nada, pero sé que ha oído esa broma ridícula mil veces.

—Lo siento. —Me encojo de hombros y vuelvo a hundirme en el vino.

—Pues yo ya he acabado por hoy —declara Dolly, frotándose las manos—. Nos vemos mañana tempranito.

—Adiós, Dolly.

Se marcha y veo que lo único que está fuera de sitio en la cocina reluciente es el vino y las olivas. Ah, y yo.

—Yo también tendría que marcharme.

Olive sigue los pasos de Dolly y yo le dirijo la mejor sonrisa que soy capaz de forzar, pero ella se detiene en la puerta:

—Discúlpeme, señor. Sé que no es de mi incumbencia, pero ¿está bien?

Esta vez mi sonrisa es genuina. Esta chica es un encanto.

—Nunca te disculpes por preocuparte por alguien, Olive —la reprendo con delicadez—. Estoy bien. —Sé que no engaño a nadie con mis palabras—. Asuntos familiares, tonterías de política.

Ella asiente y se queda pensativa unos instantes antes de añadir:

—Quiero que sepa que lo admiro mucho. Creo que es muy valiente por defender sus ideas.

Si no fuera porque no sería apropiado, la abrazaría, aunque se equivoque. Yo de valiente no tengo nada. Soy un cobarde. Si fuera valiente, lo enviaría todo a freír espárragos, saldría con Jungkook y dejaría que todo el mundo lo viera. Pero me aterran las consecuencias. Me aterra perderlo, no volver a verlo, no volver a flotar ni a perderme en él. Mi padre y su ejército de consejeros se asegurarían de ello y le arruinarían la vida; y eso no puedo consentirlo. Le dirijo otra sonrisa para tranquilizarla. No sé si lo consigo.

MI ALTEZA ~KOOKMIN~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora