Capitulo 21

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El rey no ha salido de su despacho y de éste no ha parado de entrar y salir gente, desde el primer ministro hasta agentes del MI6, gente importante cuya misión es llegar al fondo de lo sucedido. No se pudo evitar que el incidente llegara al gran público. Es habitual oír disparos en la campiña y más en esa zona concreta donde suele haber partidas de gente de la alta sociedad, pero ese día no había ninguna programada. La bala no alcanzó a mi hermano, pero se llevó por delante a su caballo. Los periódicos presionan a la oficina de prensa de la Casa Real para que emita un comunicado oficial.

El pobre Tae sigue tan aturdido como el día del espantoso ataque. Está aquí, pero, en realidad, no lo está. Hemos hablado, pero está claro que su mente está divagando. No lo culpo. Todo el mundo se está volviendo loco haciéndose preguntas, incluido yo. Y no sólo porque cada día que pasa es menos probable que se descubra al responsable para que dé una explicación, sino también porque, hasta que eso no ocurra, no nos dejan salir de aquí.

Si durante toda mi vida me he sentido prisionero, ahora es como si me hubieran enterrado vivo. Claringdon está precintado, no se permite que nadie salga. Llevo dos semanas encerrado entre los muros del palacio y ni siquiera se me permite salir a los jardines si no es acompañado de Damon.

Me cuesta respirar y lo peor es que no he podido ver a Jungkook durante todo este tiempo.
Hemos hablado a diario y nos enviamos mensajes de texto constantemente, pero nada de eso calma el dolor de mi corazón.

Se fue a Nueva Zelanda la semana pasada. Ahora está en la otra punta del mundo y no sé cuándo podré volver a verlo. La diferencia horaria es una pesadilla que limita nuestras llamadas. Lo único que me alegra es saber que él me echa tanto de menos como yo a él. No me separo del móvil en ningún momento. Cuando me ducho, lo dejo en la encimera y no aparto los ojos de la pantalla hasta que acabo. Cuando como, lo apoyo en mi regazo en modo vibración, para saber cuándo Jungkook me llama o me escribe y excusarme al momento. Tal vez me equivoque, pero creo que Tae es el único que se ha dado cuenta de lo frenético que esta mi teléfono y de los muchos ratos que paso solo para poder hablar con Jungkook. Todos los demás están demasiado distraídos por el incidente de Tae. Intentaría buscar en ello el lado positivo del ataque, pero no sirve de nada porque no puedo salir de aquí y me estoy volviendo loco.

Recorro el laberinto con el móvil en la mano. Sonrío y miro al cielo, buscando la ilusión de libertad. Damon va unos cuantos pasos por detrás. Nunca se aleja demasiado, pero deja que tenga un poco de privacidad y sólo me habla cuando yo lo hago primero.

Para llegar a la impresionante estatua de mi abuelo hay un atajo, pero hoy tomo el camino largo, paseando de modo lento tomandome todo el tiempo del mundo, lo que no se aleja mucho de la realidad. Hace un día radiante y el sol me calienta la cara. Agradezco muchísimo la paz que se respira. Intento centrarme en el canto de los pájaros y en el sonido de los aspersores que riegan los parterres llenos de flores en vez de escuchar las eternas preguntas que no me dejan tranquilo. Muchos pensaran que estoy en el cielo, pero para mí no puede haber nada más alejado del paraíso que esto. Literalmente.

—Es tarde en Nueva Zelanda —le digo a Damon, mirando la hora en el móvil.

—Sí, las once, señor.

Vuelvo la vista al frente mientras me acerco al lugar donde debo girar para llegar al centro del laberinto.

El día se me ha hecho eterno, pero sólo es mediodía. Cuando la enorme estatua del rey fallecido aparece ante mis ojos, me detengo a contemplarlo. Observo de arriba abajo la perfección del mármol reluciente en un mundo que no tiene nada de perfecto. Y me pregunto, ¿es esto lo que me espera? ¿Acabar convertido en un retrato en las paredes del palacio, perfecto tras mi muerte? ¿Me recordará la gente? ¿Y cómo lo hará? ¿Seré el hijo del rey, el príncipe controvertido y rebelde que desafió la mano dura de la familia real? ¿El único que se atrevió a luchar por lo que quería y se negó a doblegarse a los deseos del trono? ¿El único integrante de la realeza que peleó por ser feliz junto al hombre al que amaba? Sonrío y bajo la mirada hacia la base de la estatua. Veo a Jungkook apoyado ahí, con una copa de champán en la mano y una sonrisa maliciosa en la cara. Sí, ése seré yo, porque me niego a ser menos.

MI ALTEZA ~KOOKMIN~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora