Capitulo 12

6.2K 499 154
                                    

El día siguiente lo paso en las caballerizas, ocupándome de las cosas que normalmente realizan los mozos y mozas de cuadra. Limpio los establos, las sillas de montar, incluso ordeno la sala de los aparejos. Me paso las horas sumido en el mundo de la hípica y en mis pensamientos, y cuando estoy a punto de volver al coche, veo a Sabina por primera vez desde que me enteré de lo de Colin.

Me quito los guantes y me acerco.

—Será un momento, Damon —le digo al pasar junto al vehículo, y echo a correr tras ella.

Cuando me acerco a la puerta, oigo voces y aflojo el paso. Una de las voces está claramente molesto y no es la de Sabina; es la de David.

—¡No me lo puedo creer! ¡Todo este tiempo...!

Me asomo discretamente y veo que Sabina lo tiene agarrado por los hombros, tratando de calmarlo.

—David, por favor. Debes tranquilizarte.

Él se libra de malas maneras del agarre de su madre y se dirige al otro extremo del henal.

—¿Pensabas contármelo alguna vez?

Se vuelve de repente hacia ella, y yo escondo la cabeza para que no me pueda ver.

—Tenía derecho a saberlo.

—Algunos secretos nunca deben revelarse —dice Sabina, en voz baja—. Deberías estar velando a tu padre a mi lado, ayudándome a preparar su funeral.

David hace un ruido para mostrar desprecio. Mi mente va a toda velocidad, espoleado por la curiosidad, y, en mi entorno, la curiosidad es algo muy peligroso.

—Estoy ocupado —le suelta él, de un modo despiadado.

Y yo no puedo evitar torcer los labios en un gesto sarcástico. Desde luego que está ocupado, metiéndose constantemente en mi vida.

Oigo sus pasos, cada vez más cerca. Echo a correr hacia el coche sin hacer caso de Damon, que me pregunta si estoy bien. Junto cuando me siento en el asiento de atrás, David aparece en la puerta del henal. Sabina lo sigue de cerca, pero no están hablando. No, claro.

Nunca en presencia de los demás.

—¿Se encuentra bien, señor? —Damon logra atraer mi atención.

—Sí, muy bien. —Clavo la mirada en el reposacabezas—. A casa, Damon, por favor —le pido cuando se sienta al volante, alterado, con la cabeza que no para de dar vueltas a lo que acaba de oír.

«¿Qué diablos está pasando?»

Cuando Damon detiene el coche ante las puertas de Kellington, mi mente no se ha calmado demasiado. Olive me saluda y alarga los brazos hacia mi chaqueta.

—¿Cenará con el príncipe Taehyung, señor?

—Esta noche no —respondo, dejando que me quite la chaqueta de los hombros—. Por favor, Olive, dile a Dolly que cenaré fuera.

La expresión de sorpresa de Olive me hace sonreír por dentro. Es lógico que se sorprenda. ¿Desde cuándo ceno yo «fuera», y con tan poco preaviso?

—Como desee, señor.

Se retira a toda prisa y al volverme me encuentro a Damon, que me mira, a la espera de explicaciones.

Ay, es verdad, aún no le he comentado mis planes a Damon. Para ser más precisos, no se lo he comentado a nadie. Cuanta menos gente esté al corriente, mejor, pero Damon tiene que acompañarme por razones obvias, así que en algún momento tengo que decírselo. Le dirijo una sonrisa nerviosa y él pone los ojos en blanco.

MI ALTEZA ~KOOKMIN~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora