El sol estaba apunto de salir, por lo cual, los tres vampiros apresuraron el paso. A lo lejos, comenzaban a verse unas cuantas casas de Volterra.
Corrían por sobre los techos, saltando de uno en otro, y al llegar a la entrada del castillo, ya había alguien esperándolos.
—Ya era hora de que llegaran —un olor diferente llegó a su nariz. Fruncio el ceño al ver de donde venia —linda ropa, Alec. Los maestros están impacientes por saber como les ha ido en su misión.
Les dio una ultima mirada antes de adentrarse en los pasillos. En todo su recorrido nadie dijo ninguna paraba más, querían creer que se debía a que no solían hablar mucho; pero en realidad era porque se podía sentir cuan molesta estaba Jane.
Los tres chicos se miraron de reojo, antes de atravesar las grandes puertas de madera. Tan solo entrar, lo primero que vieron fueron tres elegantes sillas, y sentadas en ellas, sus amos.
—Supongo que debieron de haber tenido un pequeño imprevisto —hablo Aro.
Demetri, fue quien dio un paso adelante, para tenderle su mano y accediera a sus recuerdos.
—Fascinante —dijo volteando a ver Alec.
Estirando sus brazos a los lados, exclamó:
—Al parecer, existe la posibilidad que nuestro querido, Alec, encontrara a su tua cantante...y compañera —susurró lo ultimo —pero que curiosa casualidad.
La noticia sorprendió a más de alguno, en especial a Jane, quien miraba a Alec con furia.
—Me permites Alec —se notaba un poco de duda en el castaño, pero aún así entrego su mano —su olor es tan fuerte y exquisito que incluso a mi me provoca sed.
En un rápido movimiento, la bufanda roja de Alec estaba en las manos de Aro. El castaño se movió incómodo al ver que Aro olía la bufanda
—Es imposible que una mortal sea mi compañera, sólo buscaba algo que comer.
—Y al parecer tu comida escapó. O la ingenuidad de la chica la salvo, o tu no quisiste hacerle daño —dijo mientras colocaba nuevamente la bufanda en el cuello de Alec —sea o no sea tu compañera, considero que deberías entregarle sus cosas a... Priscila.
—Pero maestro...
—Mañana mismo lo harás —interrumpió —que Demetri te acompañe para que sepas la ubicación de la chica.
—Mi amo, yo también quiero acompañarlos —una pequeña sonrisa se formó en el rostro de la rubia —me gustaría conocer a esa chica.
—No Jane, tú te quedaras aquí. No queremos asustar a la chica —Aro colocó una mano en su mentón, perdiéndose en sus pensamientos —pueden retirase... a excepción de ti, Demetri. No te preocupes, no es nada malo.
Alec, Jane y Felix, desaparecieron del salón tan pronto como se les fue dicho. Una vez que estaban lo suficientemente lejos como para no escucharlos, Caius y Marcus comprendieron lo que Aro planeaba.
—No podemos traerla aquí, sería un peligro —siseo Caius.
—No veo el peligro, es sólo una humana —comentó Marcus con desinterés —además, sería una buena forma para confirmar nuestras dudas.
—Marcus tiene razón, hermano —giró su cabeza en dirección a Caius —si no resulta ser la compañera de Alec, sería un buen bocadillo.
Demetri, quien se encontraba parado delante de ellos, sonrió con malicia al comprender lo que tramaba su amo.
—Ya sabes que hacer.
...
El sol comenzaba a ocultarse en Florencia, lo que sólo podía significar una cosa para Priscila, pronto tendría que ir a trabajar.
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Pysches I: El Frío en La Sangre / Alec Vulturi. [TERMINADA]
De TodoPriscila, vive una vida normal, pero ella no es normal. Se ve obligada a despertar sus demonios, al caer en las garras de los Vulturis. Su vida da un giro al enterarse que esta encadenada a uno de los miembros de la guardia Vulturi, Alec, un sádico...