Todo paso tan rápido para ella, fue como dormir por unos minutos y luego volver a despertar, pero no abrió los ojos. No era el momento.
El aire que chocaba contra su cuerpo, era frío, pero no tanto como él cuerpo que la cargaba.
La temperatura comenzaba a descender. Estaban bajando ¿acaso ese era un elevador?, un fuerte chirrido de una puerta se escucho. Su cuerpo se estremeció, cuando fue acostada en el suelo de mármol.
Todos miraban con suma atención a la chica "inconsciente".
El momento había llegado. Lentamente abrió los ojos, mirando fijamente el techo.
Ocultó la cabeza entre las rodillas. El remordimiento invadió todo su cuerpo. Era increíble, tuvo que esforzarse tanto por hacer las cosas bien, pero no para hacerlas mal.
Podía sentir sus miradas analizando cada uno de sus movimientos. Y por mas que quería quedarse con la cabeza metida entre las rodillas, no podía hacerlo.
Levantó la cabeza observando todo a su alrededor, tal y como esperaba, había muchos ojos rojos mirándole.
Lo primero que vio, fue a tres hombres pálidos de cabello largo y ojos rojos.
El de la derecha, era de cabello lacio casi blanquecino, su apariencia física era mas joven que los otros dos; el del medio, tenia una extraña sonrisa que parecía nunca borrarse de su rostro, su cabello era negro y lacio;y el ultimo, parecía estar ausente de todo, su cabello era negro y ondulado, de los tres el tenia la apariencia de ser el más viejo.
En la sala había cuatro vampiros mas. A dos de ellos pudo reconocerlos. Uno era Alec, y el otro, el imbécil que le había estrangulado.
Se sorprendió al ver al hombre que estaba parado a un lado del cobrizo, este era alto y fornido, con el cabello corto y azabache. Su apariencia era intimidante.
La mirada de Priscila, se quedó clavada en la chica que estaba a un lado de Alec. Esta era idéntica a él, sólo que más baja y con los labios más gruesos.
—Creo que debieron de haberte golpeado con mucha fuerza —comentó el hombre de la sonrisa —has estado inconsciente por mucho tiempo.
Se levantó de su asiento, provocando que Priscila diera un paso hacia atrás.
—Pero donde están mis modales, mi nombre es Aro —dijo haciendo una reverencia —ellos son mis hermanos, Caius y Marcus.
— ¿Y quienes son ellos? —su voz salio igual que un susurro.
—Son integrantes de la guardia, Félix, Demetri, Jane —dijo señalando a cada uno —y Alec... aunque creo que a él ya lo conocías. Tu nombre es Priscila, si no me equivoco.
—¿Como sabes mi nombre?
Al parecer les gustaba saber que estaba asustada, pues algunas risas se escucharon cuando su voz tembló.
—Alec me lo dijo —contestó con simpleza.
—¿Que estoy haciendo aquí?
—Un experimento.
«Un experimento» «un experimento» «un experimento»
Ella no era ningún juguete, no era ninguna rata para que experimentaran con ella. Apretó los puños, encajandose las uñas en las palmas. Esa palabra hizo eco en su mente, no podía permitirlo, no otra vez.
—¡Yo no seré tu maldito experimento! —gritó.
Extendió sus palmas, y atacó. Se tiraron al suelo. Cuando un montón de dagas rojas salieron disparadas contra ellos. Ese olor, les secaba la garganta, era sangre. El deseo fue remplazado por terror. Nunca pensaron que morirían por causa del néctar que saciaba su sed, hasta ahora.
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Pysches I: El Frío en La Sangre / Alec Vulturi. [TERMINADA]
RandomPriscila, vive una vida normal, pero ella no es normal. Se ve obligada a despertar sus demonios, al caer en las garras de los Vulturis. Su vida da un giro al enterarse que esta encadenada a uno de los miembros de la guardia Vulturi, Alec, un sádico...