2.

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Tomás.

— ¿a dónde vas cenfe? — me preguntó H, mi hermano de calle.

— por ahí.

respondí con los hombros levantados, ya no me importaba nada, necesitaba respirar, salir de esta mierda de pabellón.

todos amaban vivir en la villa pero yo lo que más quería era poder salir de acá, el aire fresco estaba en la ciudad y acá lo que se respira solo te ahoga más. me asfixia estar encerrado entre cuatro paredes sin revocar. pero solo tenía la humilde casa que me brindaba Lucas, sino estaba en la calle y no sé que es peor.

hasta hace dos meses vivía en Neuquén, H vivió conmigo muchos años pero hace tres se vino a Buenos Aires y terminó en esta villa del Fuerte Apache; y ahora que murió mi abuela, no tenía motivos para quedarme en mi pueblo y terminé acá, en la ruina pero al menos tenía a mi hermano conmigo, la única persona en la que confiaba.

— ¡crackero! — escuché que gritaron, pero no me giré a ver, eran las dos de la mañana, seguro eran los pibes del pabellón B que venían a por más porro — eh crackero.

— ¿qué onda? — respondí con mi mejor cara, cuando Franky, amigo de Homer me alcanzó.

— ¿tenes porro ya armado? — asenti con mi cabeza — dame uno, la abstinencia me está matando

— pagame primero

— dale amigo, no seas gil, mañana te pago...

— no doy a fiar vicios.

le sonreí falsamente y retomé mi camino, no podía regalarle un porro, me había costado conseguir las flores para revenderlas y acá en la villa, lo único que podía hacer era robar o vender y prefería mil veces vender sin que se entere nadie a tener que salir a robar por un par de pesos que solo me alcanzarían para comprar droga; porque es así, vender droga para consumir más pero a la vez poder comer.

seguí caminando por los pasillos de la villa, a lo lejos se escuchaban pibes gritando, de seguro se había armado bardo otra vez, por lo que H me contó, un pibe del pabellón A se cogio a la novia de Troca, amigo también de mi hermano y lo estaban buscando desde ayer para romperle la cabeza, capaz lo habían encontrado

— ¡crackero! — rodee mis ojos, ni a la madrugada dejaban de joder por estos lados — ¿lo viste?

— ¿a quién? — le pregunté a Chulu, hermano de Troca, era con el único que podía decir que me llevaba bien, los pibes eran buena onda, pero siempre estaba en la mía, corazón vacío, siempre frío — ¿al pibe ese que buscan? — afirmó con su cabeza — ni idea quien es, pensé que lo habían encontrado por los gritos...

— los gritos son porque se ponen a jugar fútbol en la canchita, no hay ni rastro del chabon, seguro la hija de mil puta de Mecha lo está escondiendo

— ¿quién es Mecha? — pregunté, como hace dos meses que había llegado, todavía no conocía a toda la villa, eran un montón — anda a buscarlo a la casa de esa piba y listo, que tanto

— ¿estás fumado vos? — soltó una carcajada y frunci el ceño — la Mecha es la que maneja la villa, llego a ir a su casa a buscar a su primo y me caga a tiros, a esa mejor tenerla lejos.

terminó de decir y desapareció por uno de los pasillos, seguí caminando, empezaba a hacer frío así que opté por irme a mi casa, además acababa de llegar a la entrada del pabellón A y los pibes ya me habían advertido que no se me ocurra pisar ahí, al parecer todos tenían problemas con todos y cada uno cuidaba su territorio.

maldije haber caminado tanto cuando el frío empezó a recorrer mi cuerpo y yo estaba sin campera y todavía a unas calles de mi casa, prendí un porro y cuando llegué a la entrada de mi pabellón, divise a lo lejos una cabellera negra, me pareció extraño, no había muchas mujeres en nuestro pabellón, la mayoría estaban en el A y el B y se trataba de las madres, hermanas y mujeres de los delincuentes de acá dentro.

— ¿me das una seca? — una voz femenina llegó a mis oídos y voltee para encontrarme con la misma cabellera negra que acababa de pasar, la miré de arriba a abajo, estaba re fuerte y tenía una cara de nena que la delataba, así que confirmaba mi teoría de que debía ser la hermana de alguno de los de la villa — o bueno, haceme una radiografía si querés.

— disculpa — respondí y le convide de mi porro, la morocha le dio una seca y me sonrió.

— buenas flores, así que vos sos el que vende.

— ¿quién te dijo eso? — pregunté de mala gana, no podía correr la noticia por toda la villa,  me iba a traer problemas, ella volvió a sonreírme después de devolverme el porro, me hizo una seña como para que la siga y se adentro en un callejón — ¿no te da miedo andar por estos lados sola?

— el miedo deberías tenerlo vos — se detuvo en un lugar y cuando volteo me estaba apuntando con un revolver — ¿por qué carajo estás vendiendo?

— para flaca — alcé mis manos — no te vengas a hacer la piola acá, que sos solo una pibita, te doy un arrebato y te dejo tirada en el piso.

— que machito resultaste ser crackero, me decepcionas.

— ¿quién sos?

— uh disculpa, que maleducada que soy — río irónica y bajó su revólver — me presento... — estiró su brazo y le apreté la mano — me dicen Mecha.

ruinas | cro y cazzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora