14.

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Tomás.

— ¡¿estás loca?! — grité y corrí a ella, quien estaba tirada en el suelo — ¡¿cómo te vas a tirar así?! ¡me muero si te pasa algo a vos!

— estoy muy loca, por vos.

una sonrisa se formó en mi rostro y la cargué entre mis brazos para llevarla al auto y sentarla en el asiento del acompañante; tenía las rodillas raspadas y empezó a curarse con alcohol mientras yo manejaba de nuevo hacia la ciudad.

— ¿y si encuentran el cuerpo? — pregunté.

— no investigan las muertes de los pibes de la villa Tomás... — dijo cuando terminó de curarse y se acurruco sobre mi hombro — ¿querés dormir en mi casa hoy? mañana hay que hacer entregas...

— ¿no era que no querías trabajar más conmigo?

— no me queda de otra. — bromeó — no quiero que vendas más flores por tu parte, es mi negocio, ya te lo dije.

— ¿volvió la piba bardo? porque mira que la que siente cosas por mi, me gusta más.

— ¿quién te dijo que siento cosas por vos? — revolee los ojos al escuchar el tono irónico de su voz — me gustas, mucho.

— muchísimo.

— demasiado.

— vos me gustas desde el primer momento que te vi, que viniste a hacerte la mala con tu pistola, linda forma de conocernos, por cierto.

— perdón y perdón por lo de ayer, te hice mierda.

— yo también te lastime — solté, apenado — pero, lo que hiciste por mi hoy es algo que ni siquiera sé si H, hubiese hecho, me salvaste la vida Juli.

— haría cualquier cosa para salvarte — dijó sincera y yo le sonreí, volví a fijar mi vista hacia la ruta, el miedo seguía invadiendo mi cuerpo, la culpa me carcomia, pero el estar con ella disminuía esos sentimientos — no me nombres igual por el barrio ¿sí?

— ¿cómo se te ocurrió esto? — cambié de tema, refiriéndome al hecho de que ella planeó hacer que la muerte de Troca, parezca un un suicidio — parece que no es la primera vez que no lo haces...

— es la segunda. — dijo, tenía un nudo en la garganta, yo la miré un poco asombrado — hice lo mismo con mis viejos. — trague saliva, ella hizo lo mismo, voltee a verla y noté su mirada en la ventana, viendo el paisaje, pensando — con los dos.

— ¿los mataste?

— no. — negó con su cabeza — cuando era chiquita, trabajaba con una señora haciendo bolsas y a veces limpiaba vidrios en los semáforos con Alejo, tenía una hermana. — frene el auto y ella se giró para verme — yo tenía doce y ella diez, ninguno iba a la escuela, un día, como cortaron la calle, volvimos temprano de los semáforos con Alejo y vimos a nuestro padrastro y papá de Malena, abusando de ella... — sus ojos se cristalizaron y su voz temblaba cada vez más, yo por mi parte estaba atónito, no me imaginaba toda esa historia de ella — le conté a mi vieja y lo único que dijo fue que dejé de inventar cosas de su hombre y me cagó a palos.

— que hija de puta ¿y tu verdadero viejo?

— después de que nací yo desapareció, pero eso es otra herida que hoy no quiero abrir. — asentí con mi cabeza entendiendola, volvió a acurrucarse en mi y yo pasé mi mano por su brazo acariciando este, así al menos se sentía acompañada y apoyada contando su historia — Alejo se enteró que nuestra vieja ya sabía, que el marido violaba a Malena, pero no hacía nada por miedo a perderlo y cuando la encaramos, culpó a nuestra hermanita de diez años, su propia hija, de provocarlo y que se joda, también tiene que complacerlo porque es su papá. — abrí mi boca ¿cómo una madre podía decir una cosa así? — estaba enferma. — respondió la duda que acababa de surgir en mi cabeza — esa noche Alejo dijo que se iba a trabajar y me llevaba con él, mentira, nos fuimos a eso de las ocho y volvimos a las nueve y ese monstruo estaba abusando de Malena, otra vez y le disparó. 

— ¿y qué pasó?

— el chabon murió y cuando mi vieja llego empezó a gritar, que le habíamos sacado a su hombre, limpiamos el desastre y esa noche mientras mi vieja dormía la asfixie con la almohada — confesó y se acomodó un poco en su lugar, clavó su mirada en mí, tenía miedo de que la mirara con desconfianza, pero no lo hice, no podía culparla de nada — lo que vino después te lo podrás imaginar, conseguimos un auto y una moto, Alejo los llevo hasta ese barranco y hizo lo mismo que acabo de hacer con Troca, después nos volvimos y no hablamos nunca más del tema, nadie lo sabe, ni siquiera Mauro, no podía contarlo y tampoco quería contártelo a vos, tenía miedo de que no me miraras como lo haces, pero lo estás haciendo, me seguis mirando igual que siempre...

— porque no sos una asesina, salvaste a tu hermana y a tu hermano de ir preso, yo hubiese hecho lo mismo o algo peor, es horrible todo lo que tuviste que vivir. — frene el auto cuando por fin llegamos a su casa — ¿y qué pasó con Malena? — pregunté cuando nos encontrábamos sentados en su cama.

— por el barrio se corrió el rumor de que nuestros viejos se habían ido y llamaron a una asistente social, todos éramos menores e iban a mandarnos a un orfanato, dejamos que a Malena se la lleven porque tenía diez años y merecía una nueva vida, sin embargo Alejo y yo nos escapamos a esta villa, conocimos a Mauro y Sebastián y nos quedamos con ellos, hasta que conseguí esta casa.

— gracias... — acaricie su rostro — por salvarme y contármelo ¿vamos a dormir?

— no quiero dormir.

— ¿y qué querés hacer?

— quiero estar con vos, otra vez.

ruinas | cro y cazzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora