34.

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Tomás.

— hermano, despertate por favor.

le rogué a Lucas, el verdadero, el que yo conocí, el que me acompañó por muchos años, el que era novio de Sol. tenía la esperanza de que él sea el que despierte, que Julieta haya matado al monstruo en el que se había convertido y que ahora vuelva mi hermano, solo eso pedía, porque ya la había perdido a ella y no podía perderlo a él.

— ¿todavía me seguís diciendo así?

preguntó con dificultad y abrí mis ojos después de que una lagrima cayera sobre su cuerpo, él me regaló una sonrisa y supe que mi hermano había vuelto.

— ¿cómo no te voy a decir así? — dije y me senté a su lado en la camilla — sos mi hermano, en las buenas y en las malas.

— intenté matarte...

— vos no. — negué con la cabeza y él me miró sin entender — ese que intento matarme, no eras vos.

— cuando me enteré que habías matado a mi hermano, me cegue, siempre fui un antidroga y me metí en las peores, no pensaba con claridad, perdón boludo yo...

— no. — lo interrumpí — perdoname vos a mi ¿podemos volver a empezar, por favor?

— obvio, hermano.

— ¡Homer! — gritó Chulu entrando a la habitación y me bajé de la camilla — ¡¿quién fue el hijo de puta que te hizo esto?!

— no me acuerdo... — dijó y cuando Chulu volteó, me guiño el ojo, estaba protegiendo a Julieta y sonreí por lo bajo — ¿dónde está Sol?

— ¿fue la hija de puta de Julieta, no? — preguntó Chulu y yo tragué saliva — primero mató a Troca y ahora intentó matarte a vos, te juro que la voy a matar.

miré a Lucas y pude darme cuenta que le había mentido al medio hermano de Troca, le había dicho que ella lo mató, para no culparme a mi, en el fondo nunca quiso matarme, quiso protegerme, pero a lo último, se cegó por la ira, pero por fin, había vuelto a ser él, pero recuperarlo a él, significaba dejarla ir, para siempre.

tomé aire, por un buen rato, estaba parado frente a su casa pero no me animaba a entrar, hace una semana que no la veía, la había bloqueado de todos lados, yo había desaparecido, cuando yo fui el que siempre insistió, el que siempre cedió, ahora era yo el que se había ido. tomé aire una vez más y force la cerradura de su puerta para después entrar. se encontraba durmiendo, una sonrisa se formó en mi rostro. verla dormir, me daba paz. volvía a sentir esa paz que solo ella había llegado a trasmitirme. esa misma que había perdido el día que nos despedimos. tenia una lágrima seca en su mejilla y noté que había estado llorando, de seguro yo era el motivo. al mirarla me daba cuenta de cuánto la extraño, de cuánto la amo, pero no podíamos estar juntos, ahora que las cosas están bien con H, no podía cagarla, había tenido que elegir y lo elegí a mi amigo.

— despertaste... — hablé cuando ella abrió los ojos y se sobresaltó al escuchar mi voz, se sentó en su cama y me miró, con miedo, con tristeza, pero también con amor — ¿dormiste bien?

— ¿ahora te importa? — se defendió, volvíamos a ser los dos imbeciles que se atacaban por todo hace medio año atrás cuando nos conocimos — ¿qué pasa, me venis a matar?

— la banda te está buscando, te quieren matar. — le comenté y sus ojos cambiaron, definitivamente tenía miedo — y ahora estas sola, yo no te puedo defender, te recomiendo que te vayas...

— no me voy a ir.

— si no te vas, te van a matar.

— los voy a estar esperando, no tengo nada que perder. — respondió, estaba enojada, conmigo, por haberla amenazado el último día que nos vimos — ¿eso es todo?

— no. — negué — alquile la cabaña a la que fuimos, la alquilé por un mes, lo mejor va a ser que entregues esta noche por última vez y con la plata te vayas para allá, te escondas ahí y capaz cuando las cosas se calmen podes volver.

— ¿y por qué hiciste eso?

— no quiero que te maten. — me sincere, claro que no quería, si la amaba más que a nadie en este mundo — es mi último regalo para vos...

— hace una semana me dijiste que vos me ibas a matar.

— pero H sobrevivió así que no voy a hacerlo. — respondí de igual manera — andate boluda, yo hoy los distraigo para que no te busquen, podes no sé, empezar a vender allá o trabajar de algo más serio, es más podes irte con tu hermano, empezar una nueva vida.

— mi hermano, ya empezó una nueva vida y sin mi.

— empezala vos entonces Julieta, por favor. — termine de decir y le deje la llave de la cabaña sobre la cama — salvate pendeja.

— vos me prometiste salvarme y me dejaste.

— te mantuve salva mientras pude, vos la cagaste. — no iba a reconocer nunca que ella había salvado mi vida, dos veces, prefería hacerme el duro y culparla a ella por yo estar ahora alejándome — gracias por enseñarme a amar, te amé como nunca pensé que podía hacerlo y cómo nunca lo voy a volver a hacer.

— ¿ya no me amas?

— anda a la cabaña Julieta, salvate.

ruinas | cro y cazzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora