Epilogo.

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la habitación eran gemidos, como era de costumbre a esta hora de la mañana, antes de que él se vaya a trabajar.

— fue el mejor de todos — dijó cuando se sentó en la cama y empezó a fumar un cigarrillo, yo me limité a admirar su belleza — ¿qué?

— cada vez que cogemos decís lo mismo.

— porque cada vez cogemos mejor.

se acercó para darme un beso en los labios y me separé rápidamente cuando vi la puerta de la pieza abrirse, dejándome ver una figura pequeña corriendo hacia nosotros, se tiró a la cama y se acostó sobre mí.

— ¡mami! — exclamó Lucas al verme y yo llené su cara de besos — ¡papi!

— buen día campeón — le respondió él y lo cargó dándole vueltas por toda la habitación — ¿listo para el primer día de jardín?

— ¡si!

solté una carcajada, Lucas era así, tenía una energía increíble y eso que tenía recién cuatro años, no me imaginaba lo que sería en el futuro.

— anda a buscarte la ropa, ahora va mamá. — le hablé a mi hijo y él salió disparado a su pieza — buena idea de proponernos coger a la mañana antes de que se despierte.

— cállate desubicada, si a la noche...

— cállate desubicado — lo imite — ¿Lu, querés una chocolatada?

— ¡si mami!

solté una pequeña risa y volví a mirarlo a él, a la persona que más amaba en este mundo, quien acababa de terminar de vestirse para irse a trabajar, inevitablemente hice puchero, odiaba quedarme sola por horas.

— ¿ya te vas a trabajar?

— lamentablemente sí, tengo que estar temprano en la fábrica sino me van a descontar y tengo que pagar la cuota del jardín del nene.

— ¡Tomás! — lo reté — ¿no la pagaste todavía?

— y si me pagan hoy amor... — revolee los ojos y él soltó una pequeña risa al ver a nuestro hijo intentar colgarse la mochila — y pensar que hace cuatro años atrás, no tenías planeado contarme que íbamos a tener un hijo.

— y pensar que hace cuatro años atrás, no teníamos planeado seguir estando juntos.

— ¿cómo no estarlo reina? sin vos caigo en ruinas.

—  te amo, sos mi ruina favorita.

Tomás y yo siempre creímos que el otro era el culpable de las ruinas que tenía uno; pero nos equivocamos. él me salvaba de mis ruinas y yo lo salvaba de las suyas. juntos habíamos cumplido nuestro sueño de salir de la villa. de irnos a vivir a un barrio normal. cerca de Alejo y Bruno, quien ya tenía nueve años y a unas cuadras de Homer y Sol, que acababan de tener una hija.

el barrio nos trajo ruinas, la falta de amor, las enemistades, la pobreza, la droga, todas esas cosas nos trajeron ruinas; y sí Tomás era una ruina, no había ruina que me haya salido tan barata, tan hermosa, como él.

al final si me salvó, todo lo malo que mencioné antes, nos trajo ruinas, pero nuestro amor..., nuestro amor nos salvó de nuestras propias ruinas.

AHORA SI

FIN.

CORTO PERO BUENO.

OJALÁ LES HAYA GUSTADO Y SIGAN LEYENDO DOS EXTRAÑOS.

Las amo.

ruinas | cro y cazzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora