5.

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Julieta.

mierda, pensé cuando los rayos del sol impactaban en mis ojos, me había olvidado de poner las cortinas.

ahora que vendía flores, tenía más entregas que nunca, no solo dentro de la villa, sino también fuera y eso hacía que vuelva cansada.

— es hora de despertarse...

tiré mis ojos hacia atrás al escuchar como golpeaban la ventana de mi pieza, no me levanté y empezó a pegarle más fuerte a la ventana por lo que me levanté rápidamente de mi cama y le abrí la puerta.

— no te banco flaco. — le dije al peliverde, quien desde hace tres semanas venía a buscarme para preparar los pedidos y hacer las entregas — ¡son las seis de la mañana pelotudo! — grité cuando vi el reloj.

— me llamaron de La Matanza, quieren un par de gramos de cocaína y otro par de flores, les hubiese vendido de la mía porque es otro barrio pero...

— ¿vos hiciste eso por...?

— no pendeja, no hice eso por vos — me interrumpió de mala gana, no lo entendía, a veces me trataba con una dulzura que era capaz de trasmitir paz pero otras se comportaba como un forro, era indescifrable e impredecible — lo hice porque yo no vendo cocaína y si solo le llevaba flores perdia el laburo, así que vamos a cincuenta por ciento cada uno ¿te va?

— toma — le entregue los gramos de cocaína que me había pedido — anda a hacer la entrega vos y después a la noche hacemos las entregas que me pidieron a mi.

— ¿no me vas a acompañar?

— no, quiero dormir, además solo necesitabas mi mercancía, tomatela.

estaba enojada y él no entendía porque, solo se limitó a agarrar la merca e irse por la puerta, cerrandola de un portazo, a veces nos llevábamos casi bien y otras como el orto; el problema estaba en los dos, en mi, que a la primera que me decían algo ya saltaba a la defensiva y en el que cambiaba de actitud cada dos segundos como si de una persona con trastorno bipolar se tratase y era eso lo que me enojaba, que me conteste como se le de la gana; o tal vez lo que me jodia tanto era el hecho de que justo en él, no causaba el miedo que causaba en los demás, él no me respetaba, ni me temía, me trataba como a su par y eso me molestaba.

decidí volver a acostarme en la cama pero cuando intente conciliar el sueño nuevamente, mi celular sonó.

— ¿Alejo? — pregunté ilusionada, hacia dos semanas que no sabía nada de él, ni de Nacho y no lo demostraba pero estaba cagada hasta las patas.

— Juli... — suspire aliviada al escuchar su voz, estaba bien —¿cómo estas bebé?

— mal, no puedo sola, te necesito. — supliqué — pero todavía no podes volver, te siguen buscando, no entiendo como no se olvidan de un simple garche

— mataron a Belen. — dijo con la voz completamente quebrada y yo tragué saliva — por eso no te hable, cambie el celular y con Nacho estamos en La Matanza. — recordé que ahora crackero había conseguido hacer entregas ahí y sonreí — tengo miedo de que vayan a por vos ahora

— a mi nadie me va a tocar, quédate tranquilo y ahí en ese barrio empecé a tener pedidos, así que en estos días te voy a ver, pasame con Nacho.

— primita — me habló Ignacio y sonreí al escucharlo, hacia mucho no lo veía, él habia podido salir de la villa, no como Alejo y yo — ¿en que andas?

— en la de siempre, necesito plata Nacho. — él suspiro — Alejo se llevó la moto y la necesita, pero yo también, los pibes acá me dejan una C90 usada a siete lucas y tengo cuatro nomas

— cuando vengas para acá te las doy.

— gracias, cuidamelos ¿si? a Alejo y a Bruno.

— te lo prometo.

colgué la llamada y volví a sonreír al ver mi fondo de pantalla, eramos los tres, Alejo, Bruno y yo, siempre fuimos los dos, hasta que él tuvo un hijo con una piba que después de parir desapareció y no se hizo cargo, pero él sí, lo amaba con locura y yo también, pero era mejor mantenerlo lejos de la villa, era un nene de tres años, no tenía porque crecer así, en este ambiente de mierda.

crocraxker ha empezado a seguirte.

leí en mi barra de notificaciones ¿cómo había encontrado mi Instagram? intenté dejar el celular en la mesa pero como dicen, la curiosidad mato al gato y entre a su perfil, tenía pocas fotos de él, solo en dos se le veía bien la cara ¿qué tenía este peliverde que no me dejaba dormir en paz?

mostré todos mis dientes al leer el último mensaje, un día era frío y al otro te tiraba unos versos capaces de hacer que te arrastres a sus pies, pero yo no era así, mi corazón estaba frío después de tantos golpes ya, era imposible hacerlo derreti...

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mostré todos mis dientes al leer el último mensaje, un día era frío y al otro te tiraba unos versos capaces de hacer que te arrastres a sus pies, pero yo no era así, mi corazón estaba frío después de tantos golpes ya, era imposible hacerlo derretir, pero a veces las palabras de cerreo hacían que me olvide un poco de que tenía frío, pero el frío es una sensación y está presente, el frío siempre vuelve.

— ¿qué me pasa con vos crackero, que me pasa?

ruinas | cro y cazzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora