Julieta.
un mes. un mes sin Tomás. un mes sin saber nada de él. sin siquiera obtener un mensaje. teníamos más de dieciocho años pero aún así la vida nos obligaba a escondernos. ¿por qué no podíamos gritar a los cuatro vientos que nos amábamos? siempre estuve enojada con ese supuesto Dios en el que todos creen, por la vida que me había tocado. nunca entendí porque me había pasado todo lo que me pasó. como ahora no entiendo el porqué estoy sola, tirada en mi cama, sin poder parar de llorar. si Dios realmente existiese, no permitirá que una persona cargue con tanto dolor. me había fallado, una vez más. y esta vez, me arrebató lo que más quise tener en este mundo y lo tuve, pero me duró tan poco y el olvido iba a ser tan largo e imposible, sabía que nunca iba a poder olvidar a Tomás.
escuché como golpeaban la puerta, supuse que era alguno de los drogadictos del barrio. desde la despedida con él, no había vuelto a vender. no comía. no tomaba agua. no consumía nada. y a veces ni siquiera dormía. las horas pasaban lento y yo me la pasaba acostada en mi cama. la gente dice que tiene el corazón roto, pero a mi me duelen las entrañas de tanto extrañar a Tomás.
— ¡mecha! — gritaron desde afuera y solté un largo suspiro, no quería abrir, no tenía fuerzas para levantarme y sí todavía respiraba era por el hecho de que confiaba en que él volvería a buscarme — ¡abrí, sé que estás ahí!
tiré mi cabeza para atrás y me levanté como pude de la cama. caminé prácticamente arrastrando mis pasos hacía la puerta y al abrirla, confirme mi teoría, estaban Roña y uno de sus hermanas con cara de pocos amigos.
— ¿qué onda gila? estabas desaparecida. — me encogi de hombros, ni siquiera tenía fuerzas de fingir ese personaje de chica bardo que siempre fingi — ¿tenes flores?
— algo tengo. — dije y fui hacía la cocina para agarrar una bolsa llena de flores, no estaba pensando en vender últimamente, pero si no les daba lo que querían, no iban a irse — toma, son cuatrocientos.
— gracias genia, no desaparezcas más wacha, me muero sin mi transa.
terminó de decir y vi como los dos se alejaban de la puerta de mi casa. la cerré de un portazo y volví a tirarme a la cama. entré al WhatsApp y no podía dejar de mirar su foto de perfil, era lo único que me quedaba de él. ver su foto en una aplicación. las primeras dos semanas le había enviado mensajes, pero no me respondió ninguno. y estas últimas dos simplemente me cansé y perdí toda esperanza de que vuelva a responderme.
una vez más tocaban la puerta de mi casa, maldije a Roña, quien seguro le había comentado a todo el barrio que yo estaba vendiendo otra vez. me levanté y al abrir la puerta me encontré con una cabellera rubia.
— ¿qué querés?
— hola... — dijó y la fulmine con la mirada — ¿te acordás de mí?
— por supuesto que me acuerdo de vos, Sol. — respondí de mala gana y ella miró hacía adentro, le hice una seña de que pasé y así poder cerrar la puerta — ¿qué haces acá? vos y el hijo de puta de tu novio, me cagaron la vida...
— baja un cambio, yo no tengo nada que ver. — se defendió y alcé una ceja, no le creía, absolutamente nada —¿hace cuánto no te bañas Julieta?
— no me llames así.
— ¿tanto me vas a odiar? — preguntó y yo me crucé de brazos ¿era en serio que me estaba preguntando esto? — Julieta, fuimos amigas.
— aprendiste a conjugar los verbos en la escuela, te felicito. — dije y me miró sin entender — fuimos, pasado, después te calentaste con el pelotudo de H y te olvidaste de mí.
— era él o vos.
— y elegiste un pito antes que a tu mejor amiga.
— ¡tenía quince años! — se excusó y revolee los ojos, tampoco creía que en cuatro años haya cambiado en lo absoluto — ¿podes bañarte por favor?
me negué unas tres veces, pero a la cuarta terminó de convencerme. realmente no sabía hace cuanto el agua no recorría mi cuerpo. Sol me obligó a meterme en la ducha y después de un mes sin tranquilizar mi cuerpo, pude hacerlo.
estuve más de una hora bajo el agua, al punto que ya estaba helada, pero no me importó. necesitaba pensar. pero no podía hacerlo. el dolor no me lo permitía. ni tampoco me dejaba entender que hacía mi ex amiga en mi casa, intentando sacarme la mugre de hace un mes.
— ¿me vas a decir a qué viniste? — le pregunté cuando salí del baño, ya cambiada — porque este jueguito de "te extrañé amiga" no me lo creo.
— H cambió un montón desde la muerte de su hermano. — confesó y me senté en mi cama para poder prestarle atención — está cada vez más violento, ya no es la persona de la que me enamore...
— ¿y por qué no lo dejas?
— ¿vos sabes lo qué le hizo su hermano a Belen cuando se enteró que lo quería dejar? — preguntó, estaba aterrada y solté un largo suspiro, era verdad, Troca y H eran hermanos, estaban cortados por la misma tijera, los dos eran igual de asesinos y ella tenía miedo de dejarlo y le haga daño — le tengo muchísimo miedo...
— ¿y qué querés que haga yo?
— H se enteró que Tomás y vos se fueron juntos esos días que él desapareció, le contó un pibe de acá que los vio besarse en la puerta de tu casa...
— que hijo de puta. — la interrumpí — compró a todo el barrio.
— Julieta, H está planeando matar a Tomás, hoy.
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ruinas | cro y cazzu
Fanfictionla calle me habla y yo no puedo decirle que no, las pulsaciones se me calman cuando estoy con vos.