25.

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Julieta.

Tomás no contestaba, ni siquiera le llegaban los mensajes y yo no podía estar más preocupada; cada vez que se iba a la casa de H pasaba lo mismo, a mi cuerpo lo invadía el miedo y en mi mente creía lo peor

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Tomás no contestaba, ni siquiera le llegaban los mensajes y yo no podía estar más preocupada; cada vez que se iba a la casa de H pasaba lo mismo, a mi cuerpo lo invadía el miedo y en mi mente creía lo peor. solo pedía que no le haya pasado nada, que yo no sea la culpable de que él termine en una tumba, porque no me lo perdonaría por nada en el mundo, porque hoy puedo decir que él es mi mundo.

— ¿ mqué pasó negra? — voltee rápidamente al escuchar a mi hermano entrar a mi casa, lo había llamado desesperada, como la última vez que Tomás no me había contestado el teléfono y sentí el mismo miedo que estoy sintiendo en este momento — vine lo más rápido que pude...

— ¿y Bruno? — pregunté cuando no vi a mi sobrino con él — no le llegan los mensajes, estoy cagada en las patas.

— lo está cuidando Nacho, capaz se le rompió el celular.

— no... — negué, mi voz temblaba y se debía a que el miedo se había apoderado de mí — hubiese venido a avisarme, tendría que estar acá hace más de dos horas porque tenemos entregas que hacer.

— traje la moto así que si querés te acompaño yo...

— me importa él, no las entregas. — solté un largo suspiro y caí sentada en mi cama, el terror me estaba consumiendo — ¿y si se enteraron de la verdad, de que él mató a Troca?

— y si se enteraron, anda yendo a comprar flores porque vas a tener que ir a dejarselas al cementerio. — lo fulmine con la mirada y empecé a llorar, de la nada, como hace mucho no lo hacía porque la última vez también fue por Tomás y también estuvo mi hermano para curarme el alma, pero es que ahora solo el peliverde era capaz de sanarla y salvarla — perdón, me desubique...

— anda a cagar Alejo, sos un forro.

— es lo que pasa cuando la gente se junta con nosotros, se mueren. — bajé mi cabeza, Alejo tenía razón, si Tomás no me hubiese conocido, no habría matado al medio hermano de su mejor amigo y yo no me sentiría débil y aterrada pensando cada segundo en él y en si le paso o no algo — ¿lo amas verdad?

— con toda mi alma. — confesé — no somos nada, no vamos a poder serlo nunca pero, estoy completamente enamorada de él.

— cuando le vea le doy un abrazo por poder derretir ese corazón frío que tenes — solté una pequeña risa llena de lágrimas en los ojos y él me regaló una sonrisa — ya va a aparecer, seria un tonto si no lo hace ¿quién querría perderte a vos?

— te odio.

— yo también te amo hermanita. — se acercó para besar mi frente y empezó a guardar los paquetes de droga en dos mochilas — vamos a entregar, así te distraes un poco y cuando vuelvas vas a ver que te contestó.

tiré mi cabeza hacía atrás, no podía concentrarme en el trabajo – si es que así puedo llamarlo – cuando Tomás estaba desaparecido, pero Alejo era la persona más difícil de conocer después de mí, entonces terminé accediendo; me encerré en el baño para respirar hondo e intentar tranquilizarme, pero me fue imposible, por lo que solo me cambie de ropa y me colgue una de las mochilas para seguir a mi hermano hasta la que antes era mi moto y subirme en ella.

— ahora que lo pienso, gracias a mí empezó lo tuyo con el crackero ese... — empezó a hablar Alejo y bajé la velocidad con la que estaba conduciendo la moto — conmigo terminó mi historia de amor pero empezó la tuya. — frunci el ceño, sin entender y frene la moto frente a una de las casas que tenía que entregar, que al parecer estaban haciendo una joda porque la música podía escucharse en al menos dos pabellones — Belen murió y el pibe ese apareció en tu vida.

— yo a él lo conozco porque empezó a vender droga en el barrio y lo fui a enfrentar...

— sí, pero después te hiciste socia de él porque necesitabas su moto. — me interrumpió, siempre intentaba tener la razón — si yo no me hubiese llevado tu moto, vos no habrías accedido a seguir viéndolo y mira... — me señaló y alcé una ceja — al final, un poco es gracias a mi que hayas vuelto a amar.

— ¿gracias? — pregunté en tono sarcástico — yo nunca amé a nadie como lo amo a él y vamos a hacer esta última entrega que quiero ver si se conectó...

me pare frente a la casa y golpee las manos ya que ninguna tenía timbre, eso en la villa no existía, pero nadie salió a abrirme; por supuesto, no me escuchaban con la música a todo volumen, tenía que encontrar a Bravo, un pibe que me compraba casi todos los días, estaba más que arruinado. posicione mi mano en la puerta para empujar esta y se abrió, mi hermano volvió a ponerse el casco para que nadie lo reconociera y se sentó en la moto a esperarme, todavía no podía volver al barrio.

entré en la casa y pude ver a la mitad de la villa adentro, algunos alcoholizados, otros drogados y otros a punto de coger, estaba a punto de vomitar, hacía mucho que no iba a jodas, desde que Mauro murió, dejé esa vida de fiestera y me encerré en mi misma, porque al fin y al cabo, ni las fiestas, ni el alcohol, ni siquiera la droga, fueron ni van a hacer capaces de hacerme olvidar todo lo que pasé 

seguí caminando por la casa y cuando menos me esperaba verlo, lo vi. lo vi y se me rompió el corazón en dos. apreté mis ojos al entender el motivo por el cual no había venido y por el cual ni siquiera me había contestado las llamadas o los mensajes. Tomás estaba ahí, sentado en uno de los sillones de la casa, con una morocha sobre sus piernas, besandole los labios, ver su mano pasar por su espalda, hizo que se me revuelva el estómago y me rompí.  me rompí por creer quecquien te arregla el corazón y junta todos tus pedazos no es capaz de romperte, pero me equivoqué, él acababa de hacerlo, acababa de romperme.

— ¡mecha! — gritó Bravo y Tomás abrió sus ojos, corrió un poco a la morocha la cual dejó su boca y paso a su cuello y él clavó su mirada en mí, H nos miraba mal, a ambos y yo desvíe mi mirada hacia mi cliente — ¿tenes lo mío wachina?

— toma. — le entregue el paquete y el me dió la plata.

— ¿no te querés quedar? — preguntó, él solía juntarse con Sebastián, Mauro y yo, pero todo eso terminó cuando mi ex murió, volví a mirar a Tomás quien seguía observándome y cuando lo hice, corrió su mirada — hace mucho que no venis a mis jodas nena.

— ni tampoco voy a venir.

le respondí de mala gana, tenía que recuperar mi papel intimidante que había perdido el día que lo conocí a él y me di la media vuelta para salir de esa casa y subirme a la moto para dirigirme lo más rápido posible hacía la mía.

— ¡casi nos matas Julieta! — gritó Alejo cuando por fin llegamos a mi casa — ¡¿qué te pasa?! — se desvaneció mi papel de chica mala cuando me senté en mi cama y mi hermano al verme llorar nuevamente se sentó frente a mí — ¿te contestó?

— estaba ahí Alejo, Tomás estaba en la joda, comiéndose a otra mina.

— yo lo mato.

yo también, pensé; pero no podía reclamarle nada porque al fin de cuentas no éramos nada y quería que fuésemos todo, pero ya no íbamos a hacerlo. lo que más me dolía era verlo ahí, besándose a otra, después de que ayer nos habíamos confesado amarnos, yo le había dicho que lo amo, yo, la bestia y piedra de siempre había admitido mis sentimientos hacia él, me había abierto y él me había fallado; agarró mi corazón y hizo y deshizo lo que quiso conmigo. me deshizo a mí y capaz, yo me había roto sola, por creer que él realmente podía amarme.

al final, Tomás solo estaba jugando conmigo y al hacerlo hizo que yo cayera en ruinas.

ruinas | cro y cazzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora