24.

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Tomás.

el rayo de sol daba en la ventana y pegaba directo a mis ojos; era la primera vez que la luz no me molestaba, porque sabía que al abrir mis ojos, no solo me quedaría un poco ciego por el brillo de esta, sino que me encontraría con Julieta durmiendo a mí lado y eso, curaba cualquier molestia, cualquier mal, cualquier ruina.

— como dormis nene...

— ¿buen día no? — pregunté cuando abrí mis ojos y me encontré con ella observándome — ¿qué tanto me miras?

— y tengo que admitir que estas re bueno. — solté una pequeña risa ante su comentario — me duelen las piernas, no sé si pueda levantarme hoy... — exageró haciendo puchero — esto es tu culpa.

— ¿mi culpa? — volví a reír — ¿y yo qué hice para que te duelan las piernas?

— me hiciste el amor. — una sonrisa se formó en mi rostro, amor, sonaba tan linda esa palabra, ese sentimiento de su boca, era tan lindo sentirlo por ella y que sea mutuo, en realidad — ¿podes hacer las entregas vos? posta, me dejaste muy mal.

— todo por mi reina — dije y deposite un beso corto en sus labios — y bueno, no te toco más entonces si te dejo así...

— ni se te ocurra. — habló seria — ¿no te das cuenta que te necesito?

— no, soy yo quien te necesita a vos — volví a besar sus labios y me levanté de la cama para empezar a cambiarme — hago las entregas y me voy para mi casa, H se enteró que se trataba de Troca y yo no fui capaz de hablarle ¿nos vemos mañana, querés?

— dale, tene cuidado ¿sí? te amo.

— yo también te amo.

terminé de decir cuando me cambie por completo y agarre las llaves de mi moto junto a mi casco y la mochila con los paquetes ya preparados para así subirme a mi moto y empezar a repartir por todo el barrio.

cerré mis ojos aliviado cuando terminé de hacer las entregas, pensaba en Julieta, en lo que tenemos, que realmente no tengo idea de lo que es, no habíamos hablado de ser novios, pero yo me moría por serlo; pero tengo mucho miedo de que me diga que no y eso me destruiría un poco más. porque quería que fuese mía, lo es, y yo soy de ella porque nunca nadie me hizo sentir amor. nunca nadie me amó y yo nunca amé y a Julieta la amo; no solo porque estoy completamente loco por ella sino porque justamente fue ella quien me hizo dar cuenta de que puedo sentir, de que al final de cuentas tengo un corazón y ella fue quien lo descubrió; y yo el de ella. solo pedía que este sueño que estábamos viviendo juntos no se terminé. que podamos amarnos sin problema, sin tener que escondernos de los demás, que podamos vivirnos sin miedo a nada. eso es lo que ambos nos causabamos, nos hacíamos sentir vivos y después de llevar tantos años muertos, no podíamos dejarnos volver a morir, necesitamos vivir y solo lo haríamos si estamos juntos.

— hermano...

hablé cuando por fin llegué a la casa de Lucas y lo vi tirado en el sillón, con sus ojos mirando a un punto fijo, me di cuenta que estaba un poco fuera de si al ver la cocaína desparramada por la mesa y solté un largo suspiro; yo le había hecho esto y no podía parar de culparme por eso.

— ¿qué hiciste H? — pregunté cuando me puse frente a él, agachandome para quedar a su altura — perdón si no vine ayer, si te deje solo hermano, perdóname...

— no pidas perdón por estar con tu chica en vez de lamentar la muerte de mi hermano. — respondió aun sin mirarme y baje la cabeza — fui a la morgue, a reconocer el cuerpo ¿y sabes de qué me di cuenta? — alcé mi vista un poco asustado — que tenía un tiro en la frente.

— ¿qué? — carraspee, no podía hablar y no podía seguirle mintiendo a él, a H, con quien me crié. — ¿se lo pegó él?

— Troca nunca se habría matado y el arma que encontraron en el auto no era de él. — clavó su mirada en mí y pude ver sus ojos llenos de bronca, de ira, de dolor — era tuya.

tragué saliva, lo sabía, se había encargado de investigar que fue lo que pasó esa noche y yo no podía vivir más con este secreto; tendría que haber sabido que Lucas no iba a quedarse de brazos cruzados y movería cielo y tierra para descubrir que le había pasado a su medio hermano, hijo del mismo padre que él, quien se quedó en Buenos Aires con su tía mientras H estaba en Neuquén, robando para sobrevivir hasta que mi abuela lo salvó y con el tiempo la vida los reencontró; y yo era el culpable de haberlos separado nuevamente y esta vez para siempre.

— ¿por qué me pediste el auto la misma noche que Troca desapareció?

— porque quería llevar a Mecha...

— ¿lo mató ella, no? — me interrumpió de mala gana y negué con mi cabeza — ¿lo mató? decime la verdad porque te juro que sino la mato yo con mis propias manos.

— ni se te ocurra tocarla. — le advertí, me sacaba el hecho de pensar en que alguien le haría daño a Julieta y me destruía el saber que me estaba despertando del sueño que acababa de empezar a soñar junto a ella — Mecha no mató a tu hermano.

— ¿qué ni se me ocurra? — río irónico — ¿por una concha ya no somos más hermanos y me amenazas? mira vos...

— Mecha no mató a tu hermano, yo lo hice.

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Chan, chan chan.
Bueno, H y Troca son hermanos de mismo padre y Chulu también es hermano de Troca pero por misma madre, me había olvidado de aclararlo (en esta novela, obviamente) Ojalá les guste.

ruinas | cro y cazzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora