~Capítulo 33: Esperanza, corazones rotos y más mentiras.

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Minos acariciaba con cariño la cabellera celeste de la persona que descansaba plácidamente sobre su pecho, aún no habían mantenido relaciones sexuales pero poco le importaba pues el no buscaba en Albafica a una persona que solo le diera líbido, si...

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Minos acariciaba con cariño la cabellera celeste de la persona que descansaba plácidamente sobre su pecho, aún no habían mantenido relaciones sexuales pero poco le importaba pues el no buscaba en Albafica a una persona que solo le diera líbido, siempre fue un hombre directo que no gustaba de los rodeos, era un soltero codiciado de Noruega pero nadie nunca había llamado tanto su atención como aquel hermoso joven que se encontró en aquella noche estrellada, haciendo gala de sus exelentes modales y cortejo fue entrando a la vida de Albafica de manera infalible, sus intenciones eran las mejores y tenía planeado tratarlo como el príncipe que era para que se enamorara de el, aunque no ha progresado mucho el que Albafica aceptará pasar unos días con el en la finca que recién había comprado le llenaba de esperanzas y alegría, si seguían conviviendo estaba seguro que la llama del amor surgiría.

El joven sastre fue abriendo los ojos  de poco, la luz del encandecente sol se filtraba por los grandes ventanales de vidrio de la habitación, parpadeo repetidas veces para despabilar el sueño, es entonces que nota que estaba durmiendo en el pecho de Minos, escandalizado se levantó de inmediato sin importar el mareo que esto le produjo.

—M-minos...—Susurro con las mejillas ardiendo, el noruego le dió una sonrisa divertía mientas se incorporaba.

—Espero hayas descansado Albafica, estábamos platicando y te venció el sueño. No quise molestarte así que te acompañe en la siesta, espero no haberte incomodado—Tomo sus manos nervioso, no quería hacer algo que molestará al Sueco.

—¡Para nada! Cómo crees, de todos modos esta es tu casa y yo solo...—interrumpido.

—Te lo dije aquel día y te lo repito ahora, eres un invitado grato para mí y tenerte en mi morada es un privilegio, todo lo mío es tuyo—Le miro con cariño y se levantó para dirigirse a la salida—¿Quieres montar a caballo conmigo?—Pregunto sonriente, el menor acepto tímido.

Mientras bajaban las escaleras y Albafica observaba la espalda de Minos no podía dejar de pensar y recriminarse a si mismo su accionar, apesar de que Minos era todo un príncipe no quitaba el echo de que lo había conocido no hace mucho, y aunque acepto su invitación como un amigo no dejaba de sentirse algo incómodo.

¡Era un señorito! Pero helo ahí en la casa de un atractivo hombre de sedoso cabello blanco, ojos amatista y cuerpo de ensueño. Al principio acepto su invitación como una venganza y para convencerse a sí mismo que no gustaba de Manigoldo, era un mal hablado, tosco, para nada romántico y muy pocas veces lo hacía sentir especial, además desde que Degel se hizo amigo de Kardia lo había desplazado, y aunque no se lo dijera directamente le dolía su distanciamiento, estaba tan enojado con Manigoldo y Degel que vio perfecta la propuesta de su nuevo amigo, alejarse unos días para tranquilizar sus sentimientos negativos no sonaba nada mal, pero debía admitir que ahora que convivía con Minos se sentía...

Confundido.

El noruego le ofreció ayuda para montar el corcel, Albafica no se negó e instantes después el albino subió al caballo, tomo las riendas y empezaron un paseo relajante por toda la finca, Albafica decidió dejar un momento de perderse en sus pensamientos y disfrutar el paisaje tan espléndido, lo hecho no se podía remediar y apesar de que fue algo imprudente en momentos como estos no se arrepentía de haber aceptado la invitación de Minos.

Mi Verdadero Yo...[KardiaxDegel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora