~Capítulo 36: Tu recuerdo me llega.

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Defteros tomo una bocanada de aire antes de atreverse a abrir aquella puerta de madera gastada, a solo un par de pasos se encontraba su hijo, aquel ser del cual desconocía su existencia y hoy día no tenía idea de cómo se veía, el heleno se sintió ...

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Defteros tomo una bocanada de aire antes de atreverse a abrir aquella puerta de madera gastada, a solo un par de pasos se encontraba su hijo, aquel ser del cual desconocía su existencia y hoy día no tenía idea de cómo se veía, el heleno se sintió bastante desafortunado; el no estuvo presente en los momentos que su amado Asmita lo necesito, no fue testigo del nacimiento de su primogénito, no estuvo en sus primeras palabras, tampoco en sus primeros pasos...Simplemente no estuvo, no conocía ni siquiera como se veía su único descendiente, se esforzó en encontrar a Asmita y por fin dió con las personas que amaba y aún consideraba familia, pero un gran temor acompañado de una gran emoción y éxtasis lo acompañabá, conocería a su hijo.

No estuvo presente en su nacimiento asi que sentía la misma emoción y ansiedad de un padre en espera por noticias de su familia en el parto, la vida le arrebató muchas cosas y hubo momentos en los que se sintió perdido sin un lugar al que llegar o un motivo por el cual vivir, aquellos momentos en los que solo se embriagaba para  olvidar sus penas fueros los meses más largos y difíciles, sin embargo hoy sentía que no era tan desdichado como pensó en esos momentos.

Con el corazón acelerado y las manos temblando ligeramente decidió abrir aquella puerta, la cabaña estaba iluminada con una tenue lámpara de aceite, Asmita había decidido ir a su habitación para no estar en medio de problemas familiares y su bebé se encontraba en su habitación propia junto a sus pequeños sobrino.

A Defteros le hubiera gustado pedir permiso a Asmita pero no quería incomodarlo aún más, de por si su llegada no fue como lo imagino y no cruzaron más que palabras cargadas con el peso de los malentendidos que se habían formado y jamás se habían aclarado con el pasar del tiempo, sin duda alguna necesitaba una larga conversación con el rubio pero primero dejaría que las aguas se calmaran un poco, además tenía la ferviente necesidad de conocer a su hijo, se perdió cientos de días a su lado y no estaba dispuesto a perder un segundo más.

Sus ojos topacios observaban con una inmensa curiosidad el interior de la cabaña que pertenecía a Asmita, era una estructura sencilla echa en su mayoría de madera, barro y caña, sin embargo en la simpleza de aquel lugar encontró la esencia del blondo y un ambiente grato de paz y buenas energías, tal vez lo único que alteraba con la tranquilidad de aquella humilde morada era su propia presencia.

No sabía exactamente cuál era la habitación que ocupaban los niños y no quería hacer un movimiento descuidado y entrar a un lugar inapropiado, el universo al parecer  confabuló a su favor y le dió la respuesta que necesitaba, unos tenues hipeos y lloriqueos se escucharon de la segunda puerta de madera, definitivamente se trataba del sutil llanto de un bebé y en aquella cabaña solo había un bebé y ese era Shaka, sin dudas era su hijo.

Sintió como si su corazón quisiera salir de su pecho, así se escuchaba la voz de su hijo, tan suave como la brisa de la primavera, Defteros aceleró sus pasos y sin más se adentro en aquella habitación.

En el cuarto estaban sus sobrinos durmiendo en una pequeña cama individual más su atención no se fijó en los gemelitos, todo su campo visual se llenó únicamente de un bebé que se movía inquieto entre las sábanas de su moises.

Mi Verdadero Yo...[KardiaxDegel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora