Aquellas palabras fueron las más hirientes que había recibido en mi vida, y aún más porque venían de el. Ese mensaje me había derrumbado.
Le había preguntado la razón, pero después de eso, dejó de responder, así que deje de insistirle. Llevaba ya dos semanas de eso y de verdad lo extrañaba. Jisung tampoco había aparecido, hablábamos de vez en cuando pero solo era un "hola" y "¿Cómo estás?".
Félix incluso me había preguntado si me arrepentía de dejar el dinero del pasaje en su cuenta. Pero la verdad es que no. No me arrepentía de aquello aunque él se alejara de esa forma sin decirme nada al respecto. Yo creía que le gustaba.
Pero pensándolo bien, era algo que no podría funcionar, ya que yo debía volver a Japón algún día, y para ser sincera no tengo fe en las relaciones a distancia, siento que en cierto punto esa persona se va a cansar de mi, de no estar cerca. Así que supongo que es mejor así. Sé que hice bien en ayudar de esa forma, así que por esa razón, no me arrepiento.
Termine de guardar mi uniforme en el locker y tome mi mochila para poder irme de la cafetería. Ya habían pasado los exámenes y había aprobado cada uno de ellos, por lo que ya no tenía nada que hacer más que trabajar e ir a casa.
Al salir del lugar, pude divisar a Bang Chan apoyado en un poste, mirando su celular, se veía despreocupado y casual. Me acerqué a saludarlo y cuando apenas notó que alguien se acercaba, levantó la mirada, y al ver que era yo, sonrió, luego bloqueó su teléfono y se enderezó. Una de sus sonrisas más bonitas me hizo sonreír a mí también, olvidándome por un momento del dolor que sentía en mi pecho por cierto chico castaño.
- ¿Cómo estás Hatt? - Dijo guardando si celular en el bolsillo de si chaqueta.
- Muy bien, ¿Y tú? - Dije mientras acomodaba mi mochila en mi hombro.
- Exelente ahora que te veo. - Dijo con esa sonrisa que tanto me había gustado algún día.
- ¿Y que te trae por aquí?
- ¡Oh sí! Vengo a invitarte a salir. - Dijo alegre. - P-pero como a-amigos. - Un leve sonrojo se hizo presente en sus blancas mejillas. - Si estás ocupada está bien, n-no hay problema.
- Está bien. - Respondí. - Será una salida de amigos oppa. - Dije sin pensar.
- S-si. - Dijo luego de el sobrenombre que le dije.
Se dibujo una sonrisa de lado en sus labios y miró sus zapatos.
- ¿A dónde iremos? - Pregunté debido a mi curiosidad.
- ¿Quieres ver una película conmigo? - Dijo velozmente.
- Me parece bien.
- Muy bien señorita, allá vamos. - Dijo como todo un caballero y me hizo una señal para que lo siguiera.
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Habíamos llegado al cine, no había muchas personas debido a que era día de semana, lo que me pareció genial, ya que a veces es incómodo cuando está repleto de gente. Habíamos optado por una película de acción, ya que las demás no nos habían llamado la atención ademas habíamos comprado palomitas y unas sodas.
Luego de entrar a la sala, ambos buscamos los asientos que nos correspondían y nos acomodamos en ellos.
- Y... ¿Cómo vas con aquel chico? - Preguntó Chan de repente.
- Pues... - Suspiré al recordarlo. - Ya no hablo con el.
- ¿Qué? ¿Por qué no?
- No lo sé, no sé qué pasó.
- Pues déjame decirte que es un idiota. - Rei levemente por eso. - Tienes una sonrisa preciosa, y se la está perdiendo.
- Ya, no digas esas cosas. - Dije ruborizándome un poco.
- Solo digo la verdad. - Lo mire a los ojos y me sonrió. - ¿Tú crees que esa sonrisa pueda ser provocada por mí de hoy en adelante? - Volví a mirarlo a los ojos. - Porque... ¿Sabes? Quizás ahora considere entrar de nuevo en el juego. - Dijo refiriéndose a que intentaría algo conmigo.
Dirigí mi vista a la de él nuevamente y en esos ojos pude ver aquello que me había gustado tanto de el. Se veía sinceridad, simpatía, luz...
Y aquella sonrisa.
Esa sonrisa que hacía que mis rodillas temblaran, que mis manos sudaran y que mis mejillas tomarán un color carmesí.
Y me sentí realmente estúpida cuando todas esas reacciones llegaron a mí de nuevo en aquella sala de cine.
No pude responderle porque las luces se apagaron y la pantalla se encendió. Él volvió a sonreír y se acomodó en su asiento como si nada hubiera pasado, pero con una sonrisa plasmada en sus labios. Realmente trataba de prestarle atención a la película, pero mi mente divagaba en el chico rubio y en lo que me había preguntado. Pero cierto castaño también venía a mí mente. Con su sonrisa y sus ojos brillantes.
Recordé aquel mensaje otra vez.
Pero solo por una milésima de segundo, ya que mi compañero había apoyado su brazo en mi hombro y se había acercado más a mi.
Así que como pude, le preste atención a la película, y de vez en cuando miraba de reojo a Chan, quién estaba muy atento en lo que pasaba en la pantalla.
Quizás debería darle una oportunidad al chico rubio. Después de todo, lo que había pasado no había sido culpa suya.
