Había decidió irme. Al verla no supe que decirle, ni siquiera sabia como mirarla a los ojos de nuevo.
¿Cómo haría para acercarme a ella?
¿Con que atrevimiento?
Cuando regrese a casa, Jisung me esperaba en el sofá de la sala, se encontraba mirando un programa de televisión, por lo que no se percató cuando llegué. Me acerqué a él y me senté a su lado pesadamente.
- ¿Y? ¿Cómo te fue? - Me preguntó luego de verme.
- La ví, pero no le hablé.
- ¿Por qué no?
- Porque no sabía que decirle.
- Confirmado, eres un idiota.
- ¿Tú que le dirias? - Dije exasperado.
-. A veces, amigo mío, las acciones dicen más que miles de palabras. - Dijo calmado. - ¿Quieres que ella de verdad salga con ese tipo? - Negué con la cabeza. - Pues yo tampoco quiero eso. - Alcé una ceja y él se sonrojó. - Tranquilo tranquilo, es toda tuya. - Noté como suspiró.
¿De verdad estaba haciendo eso por mi?
¿De verdad el sería capas de olvidarla por mi?
Y en ese momento me puse a pensar, mientras él se iba a la cocina, seguramente por algo de comer. Él nunca había estado de esa manera por una chica, y eso era algo indiscutible. Lo conocía desde hacia años y nunca se había sonrojado delante de una chica, y claro, mucho menos de una extranjera.
Jisung es capaz de olvidarla a la fuerza por mi.
Pero...
Si fuera al revés... ¿Yo sería capas de olvidar a una persona por el?
Seguramente es difícil hacer algo así. Esa idea incluso había pasado por mi cabeza: Darle el camino libre a Jisung. Ya que el podría ofrecerle más cosas a Hatt. Él podía oírla cuando ella lo necesitara, podían escuchar música juntos, ver películas juntos y seguramente muchísimas cosas más que yo no podía ofrecerle. Además, él es más divertido que yo, sabe expresarse muy bien.
Ella sería feliz con alguien así.
Pero soy egoísta.
Lo sé.
No podía dejar que alguien más la besara o la abrazara tal y como yo ya lo había hecho.
No me gustaba para nada ser egoísta, pero en este caso, lo sería.
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Hatsu pov
Domingo nuevamente.
Un muy muy aburrido domingo.
Muchas personas adoran el fin de semana, pero yo odiaba quedarme sola en mi casa sin nada que hacer. Y si, podría salir, claro está. Pero no tenía con quién.
Mis dos castaños favoritos habían desaparecido de la faz de la tierra, Félix había salido con Sakura y me daba pena hablar con Yuta, ya que todavía no lo conocía del todo. Chan también estaba ocupado, pues su madre le había pedido que la ayudara a mover unos muebles ya que remodelarian la sala de estar.
Al terminar de limpiar la cocina, me dirigí al living, en dónde vi el último manga romántico que había leído. Y de pronto, quise tener un manga nuevo.
¿Estaría abierto en día domingo?
Tomé mi celular y busqué la dirección de la librería para averiguar si hoy también estaba abierto. Y lo estaba, así que corrí a mi habitación emocionada y me cambié de ropa.
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Me maquille un poco mas de lo normal ya que había seguido un tutorial y la verdad es que había quedado bonito. Hacía mucho tiempo que no me esforzaba en verme bonita. Luego de eso, tomé mi mochila de siempre junto con mi dinero y crucé la sala para dirigirme a la puerta.
Coloqué la llave en el cerrojo y gire para poder abrir. Abrí la puerta, pero no pude dar ningún pasó, ya que había algo obstruyendo el paso.
O mejor dicho alguien.
Él tenía su puño arriba, como si estuviera a punto de golpear la puerta para llamar, sus labios estaban entreabiertos y sus mejillas habían tomado un tono rosado.
No pude sonreírle, solo me quedé observándolo, además de que yo tampoco podía reaccionar. Con su mano, hizo una seña de saludo, algo apenado pero de todas formas era un saludo. Levanté mi mano y la moví castamente frente a él, luego mire mis botas, ya que no sabía a dónde mirar.
Volví a mirarlo, debido a que ya habían pasado unos segundos y él no había hecho ni un solo movimiento. Levanté una ceja en forma de interrogatorio y ahora fue el quién miro hacia abajo. Luego de eso, levantó su mano izquierda para darme una bolsa blanca, volví a mirarlo con interrogación y me hizo una seña de que era para mi, así que tome la bolsa, revise levemente el interior y ví recipientes de comida, pero no cualquier comida, era del restaurante de Woojin, lo sabía por el nombre del lugar. Minho me miro apenado, muy apenado. Tomé aquel gesto como una disculpa, pero al ver que yo no emitía nada, bajo la cabeza y se dió media vuelta para irse por el pasillo del edificio. Apoye la bolsa en el piso sin derramar nada y abracé su espalda para que no se fuera. Sentí como su mano se apoyó sobre la mía y luego volteó, me abrazó y hundió su cabeza entre mi cuello y mi hombro, mientras que yo me acomodaba más en sus brazos.
Al separarnos, me sonrió.
- Lo siento mucho. - Me dijo con ambas manos mientras que en su rostro había pena. Lo observé por unos segundos más y le sonreí.
- Te extrañé. - Le marqué con señas.
- Yo también te extrañe enana.
- ¿Estás bien?
- Si, ¿Y tú?
- También estoy bien.
- Somos amigos, ¿Verdad?
¿Amigos?
¿Lo éramos?
Le sonreí por una vez más y asentí. Si, lo éramos.
