El posible origen de la palabra riesgo tiene dos fuentes, la primera del castellano relacionada al peligro, que se liga al riesgo de caer o transitar por un risco, y la segunda del árabe concerniente a lo que depara la providencia. Lo cual, nos deja la interrogante si el riesgo es algo malo o bueno, entremos en ello.
Partamos con la primera posibilidad, que el riesgo esté relacionado a un evento peligroso, entonces la pregunta que nos tendríamos que hacer es si un riesgo es grande o pequeño; al igual que lo haríamos frente a otros tipos de preguntas como si una persona es alta o baja, o si el día es caluroso o frío necesitamos una unidad de medida, que a diferencia de la altura o la temperatura, en este caso sería el la probabilidad del evento negativo por el costo de la pérdida. Sobre esto, imaginemos el riesgo de salir a la calle en un día lluvioso de la ciudad de Santiago de Chile, supongamos que en Santiago habrán siete días lluviosos al año, por lo que la probabilidad sería 7/365 (suena baja -1,92%-), y el costo de no llevar paraguas podría venir dado a que al andar con ropa mojada nos podríamos resfriar (enfrentar otro riesgo)... y ¿si se transforma en pulmonía y nos morimos?, ¿Cuál es la probabilidad de morir por no llevar paraguas?, ¿Estoy dispuesto a aceptar ese riesgo?. Este simple ejercicio nos demuestra uno de los elementos fundamentales de la evaluación de riesgo, el cual es el análisis de probabilidades, no nos detendremos en este texto sobre aquello, sin embargo existe mucha literatura y técnica al respecto, parte de la cual se abordará en otro texto.
La segunda alternativa, es que sea algo totalmente incierto, del reino de lo divino, imaginemos el caso de comprar un cartón de juego de azar, en la mayoría de los casos terminaríamos perdiendo y asumiendo el costo del billete, pero que pasa en un evento que escapa de las matemáticas y viene asociada a la suerte divina (es decir sin lógica en el mundo de las probabilidades), ganamos y nos cambia totalmente nuestro estilo de vida.
Entonces, nos queda preguntarnos cómo funcionan los riesgos que enfrentamos en nuestra vida, si siguen la lógica de lo mortal o de lo divino, para lo cual, nos vamos a permitir dividir los riesgos en dos familias a modo ilustrativo, los riesgos operacionales y los riesgos financieros. Los riesgos operacionales son todos aquellos que nos impiden lograr el cumplimiento de un objetivo y nos obligan a enfrentar un peligro, tales como no llegar a tiempo a una cita por el exceso de tránsito, o que se mueran las plantas de nuestro jardín por la falta o el exceso de agua. Los riesgos operacionales se pueden medir, controlar y mitigar con el objetivo de aumentar la chances de éxito de nuestras metas. Por otro lado, todo lo que no corresponda a un riesgo operacional lo llamaremos un riesgo financiero, el que podría estar más asociado a la providencia, aunque finalmente depende de lo humano, en relación a las fuerzas de los mercados a través de la oferta, demanda e intervenciones de los Estados. De esta manera, una inversión en un instrumento financiero puede subir como bajar de precio dependiendo de variables como la tasa de interés, por lo que el riesgo abarca toda la gama de eventos negativos como positivos.
Lo importante de este último caso, es que para cruzar el río hay que tirarse al agua, por lo que si queremos que nuestras inversiones tengan buenos rendimientos, que se transforme en un monto que se nivele a nuestras expectativas, tenemos que tomar riesgos. Tal es así, como sucede con el caso de los ahorros previsionales, la única forma de que éstos se transformen en una pensión elevada es asumiendo riesgos, invirtiendo en instrumentos que puedan cumplir el objetivo de multiplicar nuestros ahorros y corriendo el peligro que en algunos períodos se asuman pérdidas. Por lo anterior, invertir sin asumir riesgo no nos permitirá hacer crecer demasiado nuestras inversiones, por ello es necesario la toma de riesgos pero con conocimiento y estudio.
Así, con todo se puede ver que asumir riesgos no necesariamente es negativo, llevándolo a un extremo, si no quisiéramos asumir ningún riesgo de morir producto de un atropello o de un asalto, jamás saldríamos de casa. Por ello un riesgo controlado y bien analizado nos puede traer grandes beneficios, como salir de casa y pasar un bello día en un parque o ver rendir una inversión que nos dará riquezas para disfrutar en el presente o en el futuro.
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Ahorrar, la obtención de la libertad
Truyện NgắnEl origen de las palabras marca el punto de partida del sentido que les damos, el cual va tomando forma con nuestras realidades culturales. Así sucede con el "ahorro", que desde el inicio de nuestra historia ha dado soporte a la formación de civiliz...