La importancia de la regulación y fiscalización de los mercados

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Muchos podrán preguntarse qué impacto podría tener en nuestras vidas personales la regulación y fiscalización de los grandes mercados reales y financieros, para entenderlo tenemos que preguntarnos lo siguiente:

¿Acaso recibir productos de mala calidad que se rompen de manera fácil o simplemente no funcionan, no implica un gasto adicional de tener que realizar la nueva compra de un producto que si funcione?

¿Comer alimentos en mal estado, no implica que nos podamos enfermar, y tener que realizar un gasto adicional de salud?

¿Qué nos cobren aumentos de tasas de interés adicionales a la negociación original en alguna transacción financiera no nos genera un perjuicio económico?

Dado lo anterior, podemos pensar que nadie es ajeno a la relación que tengamos con los mercados, puedan ser estos reales o financieros, privados o públicos (quien no haya tenido algún mal rato en un servicio público que lance la primera piedra). Debido a lo anterior, la regulación y fiscalización de los mercados busca que éstos funcionen con un grado de eficiencia y seguridad adecuado.

Para lo anterior, los gobiernos establecen leyes y reglamentos operativos que rigen los distintos mercados, lo cual lo pueden hacer de manera directa a través del trabajo parlamentario y de los distintos ministerios, o a través de establecer entes reguladores especializados, que además pueden tener capacidades fiscalizadoras (velar por el cumplimiento de la normativa).

A diferencia de lo que suponían distintos ideólogos sociales y economistas, que los mercados se regulan solos a través de la mano invisible de la economía, o que si todas las actividades económicas esenciales dependen del estado se podría alcanzar una economía social de mercado preocupada del bienestar de la sociedad, la realidad es que todas las actividades de los mercados públicos y privados dependen de personas, seres humanos con virtudes e imperfecciones, por lo que suponer que seres imperfectos puedan producir resultados perfectos suena excesivamente altanero.

Dado lo anterior, sigue siendo válida la frase "la confianza es buena, el control es mejor", si queremos mitigar los resultados negativos de errores y malas intenciones humanas, necesitamos que se establezca un ambiente de control adecuado de la forma de contar con una regulación y fiscalización robusta.

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