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¿Te acuerdas cuando recién te conocía y dije que tu escondías quien eras?

Era verdad, lo escondías, no eras la princesa de los Marost, ni tampoco la resentida con el mundo o la chica que se emborrachaba y tenía relaciones íntimas conmigo.

Tú no eras nada de eso. Ni tú imagen que dabas, de una mujer fuerte, valiente, que no conoce dobladas.

Te repito: tú no eras nada de eso.

Yo no sé quién eras, porque tampoco eras frágil, ni sensible, es que mira lo que me hiciste, dudo de tu humanidad tan fervientemente como creo en ella.

Sí creo que tienes un corazón, y también creo lo que me dijiste, que me amabas. Creo que no conozco ni la mitad de ti, como te dije, tú escondías todo detrás del velo negro que eran tus ojos. Y sí yo no podía desvelarlo, ¿Quién podía Isabela, quien te conocía?

En la pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora