Tres

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JungKook tiró su mochila junto a la puerta apenas entró, ignorando todas las veces en que su novio insistía por que la llevara directamente a su lugar para mantener el departamento ordenado, por ahora no le importaba mantener el orden, sólo deseaba descansar de un agotador día. Odiaba los trabajos en equipo en especial cuando su pareja no trabajaba en absoluto y se distraía con mucha facilidad. Pasó horas trabajando por su cuenta y tolerando a su compañero que lo único que hacía era hablar de cualquier cosa para distraerlo del proyecto y, cuando era ignorado por Jeon, jugar en su celular y decirle cosas a la pantalla. Una vez estuvo harto, le arrebato el aparato y le prometió que no se lo devolvería hasta que colaborara en el trabajo. Consiguió hacer que se concentrara y lo apoyara con la tarea. No estaba dispuesto a lidiar con el contrario otro día más, por lo que lo obligó a quedarse hasta terminar todo. 
La luna ya estaba en su labor de sustituir al sol cuando apenas logró volver a casa.

Presenció la imagen más tierna al ver a su novio con la bola de pelos amarilla acurrucada en su pecho mientras dormía profundo en el sillón. Cerró la puerta con cuidado de no hacer ruido para no perturbar el sueño de aquel par y aprovechó para poner seguro, pues seguramente lo olvidaría si lo deja para más tarde. Estaba quitándose sus zapatos cuando el felino se acercó para restregar su cuerpo contra sus pantorrillas con la intención de demostrarle lo mucho que lo extrañó. Recogió el pequeño cuerpo entre sus manos y lo apretó contra su pecho, pateó sus zapatos contra la pared.
Se acercó al sillón para agacharse y depositar un beso en la frente de TaeHyung, escuchando el pesado suspiro que liberó por el contacto. 

— ¿Me extrañaste? — preguntó dando besitos en su cabeza, llevó con él al gato hasta la habitación, donde lo dejó en el colchón para que lo esperara —. ¿Te quedarás como gato? Me gustaría platicar contigo, por lo menos unos minutos.

No obtuvo indicios de que el híbrido fuera a complacer su petición. Trataba de comprender lo reservado que era el híbrido, imaginaba por todo lo que debió haber pasado para arriesgarse a saltar de un auto, pero en su contra estaba el habito que alimentó desde niño de querer obtener o hacer las cosas en el momento en que lo quiere. Se repetía que debía tener paciencia y respetar al menor.
Decidió cambiarse su ropa de calle para poder estar cómodo en el departamento, apenas se retiró su pantalón vio al gato salir corriendo de la habitación, ajeno al pavor que provocó al contrario al deshacerse de su ropa. Terminó poniéndose su pijama para evitar tener que cambiarse de ropa nuevamente. Salió en busca del felino, encontrándolo hecho bolita entre el respaldo del sillón y TaeHyung.

  — ¿Qué pasó, JiMin? — sonrió al verlo voltear hacia él cuando le nombró, era adorable cuando sus pupilas crecían hasta casi ocultar sus oscuros iris. 

Volvió a llevarlo al cuarto, acostándose y dejando el pequeño cuerpo encima de su vientre para repartir cariños y jugar con sus pequeñas patas. De pronto, el animal rodó hasta caer a su lado  y en cuestión de segundos había un adolescente en lugar del gato. Se estiró para tomar la orilla del cobertor del lado de TaeHyung y cubrir el desnudo cuerpo ajeno. Quedaron acostados sobre sus costados para poder mirarse.

— ¿De qué quería hablar? —preguntó el híbrido.

Jeon demoró en responder por estar absorto en el análisis del rostro del menor, sorprendido por la suavidad de sus rasgos y lo aniñado que lucía con las rubias hebras cubriendo su frente desordenadamente, dándose cuenta de que estas estorbaban en sus ojos, además influía la manera en que sus pequeñas manos sostenían el borde de la cobija para descubrir su rostro.

— ¿Cuántos años tienes? — descubrió la frente ajena echando los cabellos hacia un costado y dejar una simple caricia en su mejilla.

JiMin detestaba esa pregunta con toda su alma. Era un mal presagio. Cosas malas siempre sucedían después de esa pregunta, siempre terminaba herido y llorando en algún rincón, abrazándose a sí mismo en busca de consuelo y calor.  Dudó mucho en si debería responder, si aquel chico frente a él merecía su confianza. Parecía una buena persona, pero muchas veces personas que parecían buenas lo lastimaron. Tenía que confiar en él, estaba harto de no contar con nadie y sentirse solo. 

— 19 — murmuró sin estar convencido de estar haciendo lo correcto.

— ¿Estabas huyendo cuando saltaste? — esperó a que el menor le respondiera, siendo consiente de que JiMin pensaba demasiado sobre lo que le contaría. El menor asintió con timidez — ¿De qué?

— Personas malas — simplificó, recordando donde estaría en ese instante de no haberse atrevido a saltar del auto en movimiento.  Malo era un adjetivo muy gentil para aquellas personas que eran simples monstruos, sin una pizca de humanidad en su sistema.

— ¿Por qué son malas? — por el gesto dolorido y sus orbes perdidos, supo que no obtendría nada de ese tema—. Cuando te sientas listo para hablarlo, créeme que yo siempre querré escucharte — le dejó saber con cariño, lo abrazó con fuerza sintiendo que era la única manera para contenerlo darle un soporte.

Con cautela se alejó un poco y discernió entre la poca luz los ojos cristalinos del menor y sus mejillas húmedas, las cuales secó con su pulgar antes de volver a apretarlo contra su pecho.
Temblaba entre sus brazos y él se limitaba a pasar su mano por su espalda para reconfortarlo.
Desconocía la causa del llanto, pero tenía en claro que el híbrido que se estaba desmoronando en su abrazo pasó por muchas cosas y sentía impotencia por no saber qué hacer para ayudarlo a estar mejor.

— ¿Quieres dormir conmigo? —ofreció un vago intento de ofrecerle su compañía.

Su oferta fue rechazada, no lo tomó personal, en el fondo sabía lo ilógico de su ofrecimiento, a JiMin le tomaría bastante tiempo confiar en ellos y estaba bien, no había nada malo en ello.
De todas formas se quedó con él hasta que la oscuridad cubrió todas las calles y las luminarias se encendieran, el reflejo de estas no era suficiente para hacer algo visible en aquel apartamento. El menor se removió, tratando de zafarse para sentarse en la cama. 

— ¿Quieres irte ya? 

— ¿Puedo encender la luz? — pidió tembloroso. No le gustaba la oscuridad, no le temía, simplemente no era de su agrado. Durante toda su vida pasó demasiadas horas en una habitación sin luz, se acostumbró a vagar y hacer cosas entre las halos brillantes que dejaba pasar la puerta.

Sin moverse, el foco se encendió e iluminó la habitación. JungKook lo encendió con un apagador junto a la cama. Cuando JiMin volvió a recostarse y acomodarse cerca de él, plasmó un tierno beso en su frente medio descubierta. Lo poco que sabía del híbrido le hacía querer protegerlo de todo y apresarlo entre sus brazos para llenarlo de tanto cariño que olvidara todo lo que ensombrecía sus ojos. No cabía en su mente que existan personas tan crueles que no les importa dañar a otras personas. 
Besó ambos parpados con cariño al verlo con los ojos cerrados y lo oyó suspirar, las manos se posaron contra su pecho y arrugaron su camisa al apretarlas. Adormeció al rubio con esa simple acción.

JiMin pudo haber caído dormido de no ser por sus pensamientos, temía tenerle cariño y luego sentirse defraudado si de pronto resulta ser como aquellos hombres que lo tocaban aún cuando les pedía que pararan, temía salir dañado si bajaba la guardia.

Jeon apreciaba la imagen del menor frunciendo el entrecejo, sin el cabello en el rostro lucía más grande o simplemente se veía como alguien de diecinueve años. Debía admitirlo, era atractivo, con sus rasgos suaves y mirada inocente, con sus labios gorditos que apretaba al hundirse en sus pensamientos y el diente ligeramente torcido. Espantó aquellos pensamientos al darse cuenta de que parecía que lo estaba analizando como si planeara liarse con él. De ahí dos alarmas se encendieron en su interior, primero: tenía novio, el cual dormía en la sala mientras él observaba al contrario, segundo: JiMin era tres años menor.

TaeHyung entró como un zombie en la habitación, como si lo hubiera llamado telepáticamente por pensar en él, agradeció que el azabache se comportara como un niño pequeño para distraerlo de la bruma en la que se metió. Tuvo que obligarlo a desvestirse y ponerse la pijama antes de acostarse.
Respingó al ver algo moverse en el piso, al enfocar la mirada se percató de que el gato amarillo abandonaba la habitación.

Más tarde, despertó para ir al baño, se desvió al escuchar sollozos sofocados, buscó al menor.
Ahí estaba, con sus ojos clavados en la ventana y una mano cubriendo su boca, sus hombros sacudiéndose por los espasmos del llanto. Planeaba acercarse, sin embargo el híbrido cambió de forma y se metió debajo el sillón.




EDITADO

Nana~

Our hybrid ||VKookMin||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora