Cuatro

16.8K 1.7K 485
                                    

TaeHyung llegó agotado del trabajo, no estaba seguro de la causa de su agotamiento, su cabeza retumbaba con fuerza y sus ojos dolían. Le parecía que necesitaba dormir mínimo dos días enteros para sentirse revitalizado. A duras penas se mantenía de pie sin tropezar, cerró la puerta y se recargó en esta para darse ánimos de llegar a su cama.
Bajó la mirada para encontrarse con el gato de pelaje amarillo restregando sus costados contra sus pantorrillas. Se agachó para alzarlo en brazos y besar un par de veces su cabecita mientras lo saludaba. Se quitó los zapatos pisando el talón y los pateo hacia un lado.
El gato saltó de sus brazos por lo mucho que se tambaleaba.
Fue sacándose la camisa y desabotonando su pantalón para ponerse ropa de casa, hizo a un lado la cobija y se acostó en el lugar de JungKook, disfrutaba sentir su olor porque así no lo sentía lejos.

Unas patitas lo escalaron y terminó con un ligero cuerpo en la curva de su espalda. Los ronroneos lo arrullaban. Sus medianos cabellos de la nuca eran agitados por las mismas patitas curiosas y maullidos que buscaban llamar su atención.
El minino frustrado bajó de la espalda y comenzó a tallar su rostro.

— ¿Qué pasa, JiMin? —mantenía sus ojos cerrados.

Saltó de la cama para después buscar debajo de esta las mismas prendas que se ponía cada que se transformaba. Mordió las telas y las arrastró fuera del cuarto.
Fuera de la vista de TaeHyung, se convirtió al joven rubio y vistió la ropa.

— TaeHyung — llamó mientras entraba a la alcoba de nuevo. El mayor respingó al escuchar su nombre —, tengo hambre.

Kim talló su frente y se reincorporó con un gruñido. JiMin no había comido nada desde la mañana y ya era tarde, así que no podía ser así de desconsiderado con el menor.  Ya de pie tendió su diestra hacia el rubio, recibiendo la pequeña mano —aunque todas las manos se veían pequeñas en comparación con la suya, la de JiMin era realmente chica— para llevarlo con él a la cocina. Lo cargó para dejarlo sentado en la encimera, apenas tenían la misma altura.

— ¿Quieres ayudarme? — pensó que sería divertido —. Así JungKookie estará feliz.

Con una sonrisa asintió efusivo, le emocionaba hacer algo nuevo, además haría cualquier cosa por mostrarle al castaño cuan agradecido estaba de que no lo haya dejado a media calle.

— ¿Qué vamos a hacer? —se interesó animado por poder ver cómo funcionan todas las cosas extrañas de ahí.

La voz de JiMin era como miel, le acarició los oídos. Era, sin exagerar, la segunda vez que lo escuchaba hablar, su timbre era suave y adormecedor, aseguraría que incluso quejándose sonaría adorable, tanto como para no poder tomarlo en serio.

Revisó el refrigerador y las alacenas para saber que cosas tenían y así decidir. Sacó verduras y las dejó sobre el fregadero para lavar todo. Apenas alcanzó a echar jabón a la esponja cuando un curioso JiMin se pegó a su costado, con su dedo índice tocó la espuma, jadeó sorprendido y miró fascinado a su mayor.

Causó una gran ternura su reacción.
Actuaba como si todo fuera nuevo para él y fuera de lo adorable le aterró el pensar qué pasó con él para que no supiera nada de lo cotidiano.

Abrió un espacio frente a él y acomodó al rubio entre su cuerpo y la tarja. Con sus manos tomó las ajenas y lo hizo lavar las verduras con él, al último, con la espuma que sobró en su dedo embarró la mejilla de JiMin y este giró enseguida para imitar la acción.
Alcanzó un trapo y limpio el jabón de ambas pieles para después enjuagar las verduras juntos.

Antes de empezar a picar todo, puso a cocer el arroz. JiMin sopló al quemador de la estufa, viendo con curiosidad la forma en que la llama se recorría y regresaba.

Our hybrid ||VKookMin||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora