Our hybrid ||VKookMin||

Treinta y cuatro

JiMin acababa de terminar sus clases con su mayor, los temas poco a poco subían su dificultad al igual que su frustración al equivocarse o no entender a la primera. Creyó que era inteligente hasta que comenzó a fallar vez tras vez. Estaba agotado y apenas era martes, temía que sus capacidades realmente fueran las de un niño de primaria. No tenía a nadie que pudiera comprenderlo, todos sus mayores habían llegado a la universidad, incluso JungKook era un genio o algo parecido. Tomó su celular y el dinero que TaeHyung le dejaba en caso de necesitar algo, nunca lo necesitó. Hasta ahora que necesitaba despejar su mente, buscó la llave del departamento. Cerró la puerta detrás de él y bajó las escaleras con prisa, no tenía la paciencia para esperar el elevador, necesitaba aire fresco.

Buscó el pequeño parque entre todos los edificios, entró a la tienda de conveniencia en la otra acera. Compró un helado y fue a sentarse en un columpio. Había algo reconfortante en el balanceo y el sabor dulce en su lengua, a pesar de eso el vacío se quedó en su pecho. Miró a las personas que rondaban el parque, eran varios grupos de jóvenes riendo y bromeando entre ellos, algo en su interior se estrujó al verlos divertirse entre ellos. Nunca había pensado en que normalmente se encontraba solo. Sus pies se movieron por su cuenta en búsqueda de algo que lo reconforte. Terminó en el tren y fue cuando se dió cuenta los tres caminos que podía tomar, compró un boleto de viaje individual y entró al subterráneo para buscar la línea indicada. Bajó más el gorro cuando tuvo que caminar entre muchas personas, mordió el interior de su mejilla para ignorar a las personas chocando con él. Entró al tren justo antes de que las puertas se cerraran detrás de él. Miró ansioso el nombre de las estaciones que dejaba atrás para saber en qué momento salir.

Subió las escaleras para salir de la estación del tren. Se quedó congelado al nunca haber recorrido ese trayecto antes de esa forma. Cruzó sus brazos sobre su pecho y comenzó a andar hacia la dirección que le pareció más familiar. Caminó mirando a todos lados hasta que vislumbró el edificio que ya había visitado un par de veces. Entró con algo de duda al no tener a nadie con él para respaldarlo. Se acercó hacia la joven mujer detrás de un mostrador quien le sonrió al reconocerlo.

— Hola, JiMin —lo saludó con una amplia sonrisa. Según lo que había escuchado ella tenía un par de años más que él—. ¿Vas a esperarlo o quieres que lo llame? —ofreció luego de que lo saludara de regreso.

— ¿Lo puedes llamar? —su plan inicial era esperarlo, uno muy malo porque faltaban dos o tres horas para eso.

— Claro, puedes esperarlo allá —señaló los sillones frente al mostrador y descolgó el teléfono.

JiMin se fue a sentar y miró sus pies bailar en el suelo, ansioso por encontrarse solo en medio de las personas que entraban y salían. No pasaron ni diez minutos cuando escuchó a lo lejos pasos pesados y apresurados acercándose. Alzó la vista confundido y vió a TaeHyung acercarse con gesto angustiado hacia él. El azabache se puso de cuclillas frente a él y acunó su rostro para asegurarse de que se encontraba bien, al menos visualmente.

— ¿Qué pasó, MiMi? —se levantó y le tendió la mano para salir de su trabajo y tener algo de privacidad con su novio.

— Nada, es que... no quería estar solo —se sintió avergonzado por haberlo interrumpido en el trabajo.

TaeHyung se rió porque sabía que no estaba siendo del todo honesto con lo que decía. Lo estrechó con un abrazo por su cintura para llegar a una cafetería cercana. Entró con él hasta una mesita al fondo. Por la hora solo había gente pidiendo para llevar y unos cuantos estudiantes haciendo tarea.— ¿Ya comiste? —le preguntó sentándose a su lado. Al verlo negar ordenó algo para que comieran juntos.— Que bueno que llegaste, no había tomado mi hora de comida aún —mintió para que no se preocupara—. ¿Me vas a decir qué pasó, amor?