Inicio de todo el desorden.

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Después de la tormenta sale el sol ¿no? Esa frase ha estado durante toda mi corta vida.

Desde pequeña mis padres me ignoraban creo que no se acordaban que tenían a una pequeña en casa, así es como desde la corta edad que tenía había aprendido a protegerme sola sin ayuda de nadie ni depender de nada.

Era una de las niñas más independientes que conocía y eso ayudará en un futuro, o eso me repetía muchas en mi interior.

Mi nombre es Megan Blacke, como se habrán dado cuenta tengo mis 17 años y viví en Florida hasta hace unos días cuando tuve autorización de salir de esa cárcel, trataré de ser más específica.

Logre cumplir uno de mis más grandes deseos, irme a vivir a otro lado. Empezar con gente nueva que me apoye y probarme a mi misma para ver si estoy apta para las grandes adversidades que viene en un futuro.

Ahora entremos en el presente. 

Me alegra saber que estaré lejos de casa y de los problemas que esta traía. Se que alejarse de las únicas personas que había visto en mi entorno es  un poco pesado, pero sobre todo al saber que quizás no los vuelva a ver en un gran tiempo.

Estar sentada en un avión durante dos horas nunca ha sido de mi agrado es por eso que siempre llevaba conmigo mi reproductor de música, para tratar de alejar el aburrimiento y las ganas de tirarme al vacío desde el avión. Si contar las innumerables veces que miraba a la extravagante azafata del avión. Una señora de unos 30 años, con el cabello azul.

-disculpe, señorita desea algo- dijo una señora  con los kilos de maquillaje. Pero exagerar es poco, tenía una sombra de ojos que le llegaba hasta las cejas de color azul demasiado encendido. Sin nombrar su color de labios rojos.

-no, muchas gracias de todas formas- Y aquí estoy tratando de no sonar grosera. Pues por el momento no se me apetecía comer nada. Quizás piensen "la azafata hace su trabajo y bla bla bla". Encantador. Pero lo que no explicó es las veces que había venido, contaré con estas unos 5, Quizás no estaba acostumbrada a alguien que no le pedía algo o no lo se.

Y sin más que decir la mujer que segundos antes había tenido en frente se fue. Aunque me entretuve mirando a un azafata que llamo mi atención.

Después de estar sentada tanto tiempo, me pare con el trasero entumecido y con el cabello alborotado directo a la salida del avión tratando de no perderme ni ser aplastada por los demás pasajeros quienes en mi opinión parecen simios tratando de salir de una jaula y eso sin exagerar el tamaño de las personas que tenía alrededor.

Hice todo el papeleo y recogí mi maleta buscando con la mirada a mi tía quien con sus 50 años aparentaba unos 35 la condenada se mantenía o quizás tenía el mismo secreto que guardaba la secuestradora y supuesta madre de Rapuncel aunque lo descarte de inmediato por que vamos.. no se encuentran esas plantas en este mundo. 

Camine siguiendo al grupo de personas que vinieron conmigo y al llegar casi a la salida me encontré con mi tía junto con un señor que aparentaba unos 25 años a simple vista, espero que mi tía no haya querido imitar a Madona.

 Dios... espero que enserio no haya pasado eso, sería muy incómodo tratar con una persona joven bueno no tanto pero que podría ser mi primo con una señora de la edad de mi tía.

Mi tía se acercó con la sonrisa más grande que he visto en mi vida en su cara. Espera ¿como se llamaba? Es que tener un par de tías gemelas no es nada simpático, probaré  a la suerte.

-¿Tía Sam? -pregunte tratando de adivinar, rogando a quien sea que este en lo correcto. No quisiera volver a pasar con el error de llamarla como su hermana. No es nada bonito verla indignada.

Mystery boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora