Noche de insomnio

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Hay silencio.

De verdad, mucho silencio.
Parece incluso, de hecho,
Que el aliento de la noche enmudece.
El tiempo ahora es terco,
Se ha confabulado con los elementos nocturnos.

Hay silencio, mucho silencio.

Las voces exteriores se desvanecen,
Y dejan libres a las internas,
A las escurridizas voces danzantes.

Y ahora, algo de ruido.

Pasos que suenan, risas lejanas,
Miradas ocultas, presencias cercanas.
El tiempo no tiene sueño.
Esta noche se corona el insomnio.

El cuarto se agranda uno o dos pasos,
Quizás toda una vida, quién sabe,
Y la imaginación vuela.

Si, ¿Por qué no?
Soñamos dormidos, despiertos, desorientados, enamorados...
Las voces bailan en la cama, engatuzando a las mentes lúcidas con temor a corromperse.

Sabemos quién gana.

Sabemos quién pierde.

La noche no admite treguas entre sus visitantes.

Algo de ruido,
Nadie oye, como es obvio,
Todos sienten, nadie siente.

¿Qué era real?
¿Cuál era la verdad?
¿Cuál era el límite entre el suelo y las estrellas?

Estamos perdidos.

Emocionados.

Absortos.

Despiertos.

Dormidos.

No, todo menos eso.

Lidyce R.M.


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