-Duerme con tranquilidad. Ella abre de repente los ojos, pero los cierra con total normalidad. Se acurruca entre sus sábanas y allí permanece, sonríe vagamente para luego volver a dormir-
...
Ella abre sus ojos.
En su sueño lo pensó, ella despierta por la emoción de verlo.
Ha sido producto de mi imaginación.
Cierra sus ojos con la esperanza de volver al sueño y, con el dolor de que sólo fuera eso, buscó sus sábanas para simular su cuerpo, su calor. Se pierde ante la cruel idea de una noche juntos, abrazados y enamorados.
Sin poder más, en su mente grita de nuevo su nombre,
Una y otra vez.
Como todas las noches desde que apareció en mis pensamientos.
En su mente grita y llora.
Abraza con fuerza las sábanas y el dolor aumenta.
Lo siento conmigo.
Ella sabe que ya jamás lo hará realmente.
Intenta borrar los recuerdos con desesperación, pero no puede.
Nunca puedo.
Y grita su nombre, llora la soledad.
Y maldice a la imaginación.
Ella lo sabe, odia al culpable de todo esto.
Y lo ama.
Sí, lo ama.
Sonríe por la contradicción de sus emociones.
De forma irónica, se siente feliz. Muy ajena a su dolor, se siente dichosa.
Está entretenida de sentir algo tan real, tan intenso.
Si, es una masoquista.
Y me importa una mierda serlo.
Así que se permite volver a imaginarse entre sus brazos.
Y allí se duerme.
Lidyce R.M.