¿Por qué me sigues buscando?
No parece que me necesites ahora, te ves feliz.
Tranquila, ligera.
Y aún así estás aquí, tocando a mi puerta.
Como un perrito fiel y masoquista.
¿Te hace falta mi desastre en tu ordenada vida?
Sabes exactamente lo que tengo para ofrecerte.
No recomiendo mis servicios, no sería legal.
Pero si llegas hasta mi casa,
¿Cómo podría negarme?
Podrías disfrutar de la alegría de la tranquilidad, de la plenitud.
Respirar aire fresco y saber que tus pensamientos van acorde a tí.
Si, podrías.
Pero la niña ama los desastres.
No lo resiste, le gusta encadenarse a las buenas condenas.
Y si disfruta del caos,
¿Cómo podría ignorarla?
Ven, entra, siéntate.
Sabes que no hay muebles.
Cierra los ojos, deja que haga mi trabajo.
Firma el contrato,
Sabes que no hay letras.
Ella sonríe, ¿Por qué sonríe?
¿Qué tan loca debe estar para desear este desorden?
¿Qué tan rota debe estar para hacer que me sienta culpable?
Puedo ver mi trabajo tomar forma.
Lágrimas corren por sus mejillas,
Resuenan carcajadas por las paredes,
No veo su mente,
Pero sé que no hay cordura allí dentro.
Tus ojos me miran.
En su tormenta suspiran un "gracias".
¡Ahora quien se ríe soy yo!
Fue un placer servirte.
Y aunque sé que es imposible,
No vuelvas por aquí.
Lidyce R.M.