Somos adictos al dolor.
Y no necesitamos negarlo, mucho menos afirmarlo.
Simplemente lo sabemos.
Tenemos la completa certeza de que nos dolerá.
Y nos importa en lo más mínimo, ¿Verdad?
Es como si supiéramos, en el fondo, que nos agrada el dolor.
Que nos gusta esa presión en el pecho,
Que nos hace sentir vivos.Y es que sin dolor,
¿Cómo conoceríamos el placer?Lidyce R.M.