Capítulo 5

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Un olor a quemado me despertó de mi profundo sueño, automáticamente pegué un brinco de la cama y corrí hacía abajo como si no hubiese un mañana para descubrir de dónde venía ese olor. Para mi sorpresa era mi padre cocinando unas tortitas, que, muy ricas al paladar no estarían. En estos momentos me hace falta un perro para poder darle la comida.
Volví a subir a mi cuarto y esta vez tocaba ordenarlo a mí manera. Sonreí al ver que el cuarto era bastante grande y que podría tener muchas cosas en él, cosa que en Barcelona no podría. Deje de sonreír cuando me di cuenta de que estaba en LA y no en mi ciudad.
Saqué toda mi ropa y la metí en el armario, mis bambas colocadas correctamente y mi ropa interior en los cajones. Una vez colocada toda mi ropa, metí la maleta debajo de la cama para que no ocupase espacio en el medio de mi nueva habitación. Tocaba el turno de adornar las paredes, esto ya me gustaba más, y para ambientarme puse un poquito de música. Basket Case de Green Day sonaba mientras sacaba los pósters de la banda y los pegaba con armonía, hasta que sonó el estribillo de la canción y una vena rockera se apoderó de mí y me hizo cantar:

Sometimes I give myself the creeps
Sometimes my mind plays tricks on me
It all keeps adding up
I think I'm cracking up
Am I just paranoid?
Or am I just stoned

Cuando dejé de cantar, miré por la ventana y la misma chica que ayer me observaba estaba allí otra vez. Decidí decirle hola con un gesto pero el hecho de que la haya descubierto otra vez la metió para dentro y yo me reí.
Una vez puestos todos los pósters, saqué las fotos con mis amigas, en la playa, en nuestro viaje a Ámsterdam, los veranos en Galicia en el pueblo de la abuela de Patri, corriendo detrás de una vaca con Natalia... Buenos momentos que habían pasado y que no sé si con esta situación volverían a pasar, puesto que ahora vivíamos un poco lejos.
Saqué una camiseta Nike, unos pantalones cortos del mismo estilo, unos calcetines altos negros y mis 97.
Me metí en la ducha y salió el agua fría que tanto amaba, me lavé enérgicamente y salí enseguida.
Puesta mi ropa bajé las escaleras y les dije a mis padres que iba a dar una vuelta, me coloqué los auriculares, me puse las gafas de sol y salí de casa.
La pregunta era ahora...¿sabré volver después? Supongo que sí. Caminé hacía arriba, y al poco rato, me encontré una cancha de baloncesto dónde había un par de chavales de mi edad jugando.
Mi sentido de persona extrovertida hizo que me acercase a ellos y les preguntase si podía jugar, a lo que muy simpáticos los 3 respondieron con un simple sí.
Me gustaba el baloncesto mucho, desde pequeña lo había jugado y la cultura afroamericana me encantaba. ¿Quién me iba a decir a mí que acabaría en California jugando al baloncesto con unos chavales?
Uno de ellos preguntó por mí, a lo que yo respondí:

Alex: Pues me llamo Alex, y vengo de España. Tengo 17 años y me gusta mucho el baloncesto.

Sonrieron muy simpáticos y se presentaron:

Adam: Yo soy Adam, Alex, encantado de conocerte.
Jayden: ¡Hola Alex! Soy Jayden, un placer -sonrío.
Taylor: Hey, ¿que pasa? Soy Tay.

Me preguntaron dónde iba a estudiar este año y tal y la verdad que ni yo lo sabía hasta que me lo digan esta noche, por lo que agregué sus números en mi agenda, ya que conectamos bastante bien los 4 y me gustaría jugar más veces al baloncesto con ellos. Entre triples y tapones, se me hizo tarde y recordé la cena con mis vecinos, me despedí de mis nuevos colegas y corrí hacía mi casa.
Entré y, me cago en todo, los vecinos ya estaban sentados en la mesa y yo, toda sudada de jugar me quedé mirándolos. La chica comenzó a reírse, su cara me sonaba muchísimo. El chaval me regaló una sonrisa de indiferencia, y sus padres no se percataron de mí. Subí las escaleras lo más rápido que pude, me duché y me puse unos jeans para bajar un poco más formal.
Me estaban esperando, por lo que pedí perdón por mi retraso, mis padres me querían matar aunque mis modales fueron buenos.
Me presentaron a los dos chicos, ella se llamaba Billie y tenía unos preciosos ojos azules, cada ves que hablaba me quedaba mirándolos fijamente. Y el chico se llamaba Finneas, le hice la broma preguntando por Ferb y todos comenzamos a reír. A lo que mi padre hablaba:
Papá: Bueno pues esta es mi hija Alex, la única que tenemos, y nuestro orgullo. Billie me gustaría que le enseñases un poquito el barrio aunque ella hoy ya haya salido a ver que se cuece por aquí.
Billie: Con mucho gusto le enseño la zona, señor García - sonrío dejando ver una sonrisa increíblemente bonita y blanca.

La cena transcurrió entre risas y amabilidad, se les veía muy simpáticos a los vecinos. Billie y yo cruzamos miradas un par de veces.
Patrick, el padre de la familia que ahora era amiga de la mía, se levantó y acto seguido todos los demás. Salí a la puerta a despedirlos, y Billie se dio la vuelta y vino a hablar conmigo:
Billie: Dame tu número y así quedamos para salir mañana a una hora, ¿guay?
Alex: Guay - sonreí y le di mi número.
Por un momento vi como Billie se había quedado mirando mi sonrisa un rato.
Billie: Pues ahora hablamos - sonrío.

Asentí con ma cabeza y me despedí. Subí las escaleras y me metí en la cama, el móvil sonó:

Número desconocido: Soy Billie :)
Alex: Heeeey
Billie: ¿Te viene bien mañana a las 11?
Alex: Claro! Nos vemos mañana pues, que tengo sueño 💤. Buenas noches Billie!
Billie: Buenas noches 😴

Puse la alarma y dejé el móvil encima de la mesilla, me dormí al instante.

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I'M YOUR BAD GUY [BILLIE EILISH/TERMINADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora