Clara Dulcidinem | Vhope || BOOK 1#

15. Psicosis Azulada

Exhala aire caliente, logrando ver su aliento por lo frío que es el ambiente en contraste con su cuerpo. Su espalda lo está matando, siente que se hunde, similar a tener kilos y kilos de plomos empujando hacia abajo consecuencia de la gravedad. No presta atención en ver como sus alas caen a cada lado de sí mismo, menos cómo funcionan como una cobertura perfecta para Hoseok que está abajo suyo, moviendo la cola de forma lenta, pero ansiosa.

El Omega gime, con las manos hacia su pecho y el rostro colorado, compungido en una expresión complicada de definir. Las orejas reclinadas hacia atrás y el cabello húmedo por el sudor. Están faltos de prendas y aun así el calor que hay es inmenso. Hoseok hiede a Omega. A celo.

Taehyung simplemente no puede reprimir el impulso de lanzarse encima de él y morderlo con todas sus ganas. Sin embargo, tener la espalda tan pesada se lo dificulta, incluso parte de la cintura le duele, donde sale su cola. Muerde el área de la clavícula, clavando sus dientes con toda la fuerza que puede, sacando sangre al Omega que solloza, apretando las piernas en torno a la cadera del pavorreal.

Al apartarse ocurre una rareza y es que la sangre tiene un sabor horroroso. No el metálico usual al que uno puede acostumbrarse en determinada proporción y si tiene tolerancia a ello. Hoseok da una risita, pasa los brazos por los hombros de Taehyung, jala de una en una las plumas de esa zona hasta acariciar el nacimiento del par de alas.

Más pesadas de lo que nunca han sido.

Tanto que siente imposible aletear con ellas.

Poder volar con ellas.

Hoseok sigue dando suaves y coquetas risitas, como quien guarda un secreto de una travesura. El olor antes dulce se torna nauseabundo, tanto que sus sentidos se ven despiertos y no perdidos en el ansia que provoca poseer al Omega en celo. Hoseok abre finalmente la boca con aquel gesto burlón.

—Ay Taehyung—dice y se acerca más al oído del pavorreal, causa escalofríos a lo largo del todo cuerpo, incluyendo las entumidas alas de plumas azulinas—. Te estás pudriendo conmigo.

Hiperventila, una vez Hoseok está de nuevo en la cama con una sonrisa desdeñosa y maliciosa. Se aparta rápidamente y solo funciona para caer al suelo bajo el peso de su propio cuerpo. No puede enderezarse. Sus alas pesan tanto que se siente a tener plomo en lugar de carne y hueso. Ni siquiera puede moverlas. Hoseok gira, quedando boca abajo al borde la cama.

Apoya su barbilla en sus manos, con esa misma sonrisita rastrera marcada en su rostro, viendo desde arriba como Taehyung intenta desesperadamente levantarse. Imposible. Sus alas se lo impiden tajantemente. Ríe cantarín, balancea las piernas de adelante atrás y su cola se contonea incesante.

No es muy fácil fijarse en una cosa nada más, pues incluso destaca ese manchón de sangre negra y podrida que brota de la mordida.

— ¿Qué haces? No se van a mover.

— ¿¡Qué hiciste!?

—Yo no hice nada, tu eres el tonto que se metió con un Omega podrido como yo y ahí tienes las consecuencias—amplia la sonrisa —. Sabía que eras tonto, pero esto te supera. Quién lo diría. Ahora ¿Continuamos?

Taehyung solloza angustiado. Sus alas no se mueven y Hoseok de un empujón lo pone bocarriba. Similar a una tortuga que no puede levantarse culpa de su caparazón. La ardilla se coloca encima suyo, acaricia el pecho desnudo y vuelve las manos a su antigua posición, arrancando plumas. Acerca una al rostro lloroso de Taehyung.

— ¿Lo hueles? Es a podrido—ronronea soltando la pluma, Taehyung estornuda—. Ahora, hagamos un pichón igual ¿Te parece? Al final de todo, tu eres el más podrido de los dos.