Llegar a una escuela donde no conoces absolutamente a nadie es frustrante, y más si terminas por conocer a Dylan Donnet, un irritante y completo idiota, con un ego grandísimo. Que gracias a él formarás parte de una apuesta. ¿Verdad que es un idiota...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
POV SAM
— Sam, ¡Llegarás tarde a la escuela! ¡Otra vez! — escuché a mi madre decir mientras tocaba la puerta como loca, como lo hace casi todos los días.
— ¡Ya estoy despierta! ¡Deja de tocar así, por favor! — miro el reloj de mi mesita de noche, es un cuarto para las siete.
La puerta por fin dejó de sonar, me levanté y fui a darme una ducha corta. Mientras estaba buscando que ponerme, ya saben pantalones y poleras con el doble de mi talla, mi celular recibió un mensaje, pero no presté atención.
Bajé por las escaleras. Mi madre estaba en la cocina, hermosa como siempre y lista para ir a trabajar.
— Buenos días, Verónica. — Le digo dándole un beso en la mejilla.
— ¿No dejarás de llamarme por mi nombre verdad?
— Creí que ya te habías acostumbrado. — dije mientras me echo un bocado de ensalada de frutas que ella había preparado.
— No pierdo las esperanzas. — dice sin ganas. Me pongo de pie y me acerco a ella.
— Sabes lo mucho que te quiero y que te llame Verónica no cambia mi amor por ti, mamá. — Le doy un beso y ella me dedicó una sonrisa.
Mi celular volvió a sonar.
▬Eduardo▬
Eduardo: Buenos días, preciosa.
Eduardo: Sam, sal afuera.
No entiendo, miro a mi madre y ella está con una sonrisa viéndome.
— Deberías salir. Tu padre te espera.
Le obedezco y al abrir la puerta, mi padre estaba afuera.
— ¿Qué haces aquí Eduardo? — gira los ojos.
— Acaso no puedo venir a visitar a mi única hija.
— Pues sí, pero no pensé que sería hoy.
— Necesito que cierres los ojos Sam.
— ¿Para qué?
— Ciérralos y punto. — ordena y yo obedezco.
Cerré los ojos, estaba nerviosa. En eso escucho un sonido.
— Eduardo ¿Qué es? — pregunto emocionada. — Si es lo que estoy pensando, prometo no comer helado por una semana.
Ahora pensándolo bien, siento que me arrepentiré de eso.
— Espero cumplas tu promesa Sam. — dice mi madre y adivinaría que se está riendo, aunque no pueda verla.