Llegar a una escuela donde no conoces absolutamente a nadie es frustrante, y más si terminas por conocer a Dylan Donnet, un irritante y completo idiota, con un ego grandísimo. Que gracias a él formarás parte de una apuesta. ¿Verdad que es un idiota...
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POV SAM
Han pasado dos semanas, después de todo lo que ocurrió.
1. La llamada de Carlos.
2. Las palabras crueles de Dylan.
3. El error que cometí por segunda vez.
Estuve en el hospital por tres días, luego me dieron de alta. Me dijeron que tenía que guardar reposo por un tiempo, así que mi madre pidió permiso a la escuela para estar en casa unos días.
No he visto a Dylan en todo este tiempo, aunque se la ha pasado llamándome todos los días y viniendo a verme a casa. Mi madre no lo ha dejado pasar y me alegra un poco que no haya sido lo contrario. Recordando las veces que yo no quería que entrara y ella lo dejaba pasar.
Le pedí a mi madre que cambié mi número de celular, está es la segunda vez que lo hago. La primera fue después de lo que me ocurrió, lo que no entiendo es, como Carlos consiguió contactarme.
Hoy recién me integro a las clases y diría que extrañé estar aquí.
— Sam. El profesor te está preguntando.
— Si, profesor Brown.
— ¿Qué es lo que entendió del tema?
Estuve un poco desorientada, pero finalmente le di la respuesta que el profesor esperaba.
Después de un rato, la directora ingresó a nuestro salón.
— Buenos días, alumnos. — Todos nos levantamos de nuestro asiento para saludarla.
— Buenos días, señora directora. — dijimos todos.
— Pueden tomar asiento. — responde ella. — Les quería dar un comunicado. — hace una pausa —. La señorita Elisa Vega se ha retirado de nuestra escuela, por razones personales, es por esa razón que estuvo faltando.
Muchos estaban sorprendidos e incluso yo. La última vez que cruzamos palabras fue el día que me contó todo.
— ¿Se fue? Ni cuenta me había dado. — dice Amy —. Hasta que se hizo una, aquí nadie la soportaba.
— Cállate Amy. — Le digo por lo bajo.
— Eso era todo alumnos. Continúe con sus clases profesor Brown.
Nos ponemos de pie nuevamente. — Hasta luego señora directora, que tenga un día excelente.
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Llegó el receso y las chicas y yo fuimos a la cafetería por unas tortas y algunas bebidas.
Nos sentamos en una mesa que no estaba ocupada mientras esperamos a Sandra y Carolina por nuestros pedidos.
