Es viernes en la noche, y bajo la luz de la lampara de la sala, Nicole hace la tarea para el lunes, recordando la fiesta de la otra noche en la que limpió la pista de baile, pero la ensoñación no le dura mucho, porque debe concentrarse si quiere seg...
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Wildflower: Part One
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Cinco meses antes
—...pero, ¿no te has puesto a pensar que, si un niño fuese criado por padres del mismo sexo, sufriría de acoso escolar?
—¡Tiempo! Tu turno. —la señora Brown señaló a Nicole con su lápiz del número dos, el cual, una vez usado para apuntar, volvió a sus dientes, que acentuaron las marcas en la superficie amarilla.
Eran las nueve y treinta y seis de la mañana, quedando exactamente catorce minutos para que concluyese la clase, y con esta, el debate.
Todos se aferraban al borde de sus pupitres, esperando escuchar la contestación de Nicole. Se encontraban presenciando la batalla semanal de las dos muchachas que debatían por el puesto más alto, la estrella dorada, ese sobresaliente escrito en sus boletines con tinta negra indeleble. La una luchaba por derrocar y la otra por conservar.
Pero nadie podía estar más atento que los tres jueces que habían sido asignados por la maestra. Ellos se encargaban de calificar los argumentos de cada una, verificar la veracidad de estos, asegurarse de que sus respuestas fuesen firmes y concisas para añadir puntos a sus marcadores, y se trataba de nada más y nada menos que Nick Barnard, Molly Jordan y Finn Wolfhard.
Todos habían presenciado como Riley había acorralado a Nicole contra la pared y sostenía una daga contra su estómago. Su proposición era válida y verdadera. Si Nicole daba un paso en falso caería al vacío y perdería su preciado puesto en la cima.
—Argumenta —soltó la maestra de pronto, haciendo que Riley presionase su quijada y tensionara sus hombros.
Nick levantó una ceja, Molly inhaló con fuerza, y Finn se inclinó hacia adelante, observándola fijamente.
Ya había presenciado una de sus batallas antes, pero por lo general Riley perdía el debate antes de las nueve y media, estrechaba la mano de Nicole sin ganas y con una sonrisa forzada y se iba a sentar, enfurruñada, en su lugar, pero hoy había resistido más de lo normal. Se había preparado.
