E L E V E N

205 16 24
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


















Red Desert: Part One

Wolfhard era testarudo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
















Wolfhard era testarudo. Era demasiado difícil lidiar con él. Varias veces Nicole se planteaba escenarios en los que le ofrecía al muchacho una golosina, y lo había escuchado todo el santo día decir que se moría por algo dulce, y cuando se la extendía, el simple hecho de que fuese Nicole la que se lo diera, hacía que Wolfhard la rechazara. ¿Qué punto quería probar? No lo sabía y tampoco quería saber, por ello había decidido simplemente dejar de decirle las cosas.

Así que cuando finalmente se cansó de pretender que no sentía la tensión sexual entre los dos centímetros que separaban sus rodillas de tocarse mientras pintaba líneas de rotulador verde neón al azar en su libro de biología, decidió ponerle fin a su tortura y simplemente levantarse, recoger sus cosas y salir en busca de paz y tranquilidad, algo casi imposible teniendo a Wolfhard tras de ella tratando de esconder lo mucho que se arrepentía de haberse ofrecido de llevar la cesta y jadeando como un perro sediento.

En realidad había pasado muchísimo tiempo desde que Nicole había tenido su último picnic, y lamentablemente aquel había sido con sus padres, así que tenía solo una idea básica de lo que podía caber en la cesta de compras decorativa de Lola, pero claro, no tenía el talento ni la paciencia para hacer panecillos de huevo, patatas rellenas, ni postre de gelatina casera así como el que había preparado su madrastra, pero se las arregló para conseguir un poco de lechuga, jamón, tomate y algunos otros ingredientes para poner juntos un par de sándwiches. Empacó jugos, sodas, agua, un surtido un tanto extraño de frutas y yogurt en caso de que se le antojara. Llevaba servilletas y dos sets de cubiertos, al igual que diversos paquetitos de salsas y condimentos que siempre sobraban de alguna visita al Dinner detrás de su casa o de alguna orden a domicilio y había dejado que Wolfhard escogiese galletas de la alacena.

—¿De que son los emparedados? —pregunto Finn entre jadeos mal disimulados.

—Espera y verás —respondió ella sin inmutarse.

CALM | Finn WolfhardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora