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Recuerdan los memes que hacen de los gays que no saben jugar futbol, uno de esos pasó por la mente de José, mientras caminaba con un incómodo uniforme hacia el campus de la escuela, el lugar estaba repleto, una cantidad considerable cubria las gradas. Es que la cosa es que la sociedad pretende a dar entender que con la comunidad homosexual en su mayoría son malísimos en los deportes, y a los destacados les costaba bastante brillar a causa de las muchas etiquetas que existen.

La incomodad que milita en este tipo de actividades (algo de debería ser completamente normal para cualquier persona) se hace una tortura indomable, la vergüenza y la constante pregunta de ¿Qué dirán si hago esto? ¿O si me niego a jugar aquello? ¿Y si le digo al profesor que me siento más cómodo con las niñas? ¡No! rotundamente todo lo que tu cuerpo por concepto tenía enmarcado estaba mal, ¿debía ser corregido?

Pero... ¿a qué precio? Al precio de la ridiculización, el maltrato y el abuso.

José había estado en un lugar lleno de muchas restricciones, de muchas etiquetas, de excesivo machismo y poca educación sexual, en Venezuela la homosexualidad era una vergüenza y un motivo de burla, en ¿Estados Unidos sería diferente? Tenía la certeza de posiblemente en una "mayoría" posiblemente sí, pero... siempre va existir ese grupo que lo iba a vilipendiar por lo que era y como actuaba.

Así que cuando piso aquel campus, todos esos miedos y todos esos recuerdos de su antiguo instituto volvieron, le impedían moverse con naturalidad, quería verse lo más normal y desapercibido posible, pero solo alcanzaba a ser torpe.

Y así fue durante casi todo el partido, aunque tuviese el incesante apoyo de Madison en las gradas.

-¡Vamos Pet tú puedes!- desgarraba su voz allí, solo para hacerse sentir entre la multitud.

Hubo un instante en que José barrió el suelo buscando la pelota, o más bien habían echo que se tropezará, el barro colmo todo su uniforme blanco haciéndolo mitad negro, aquel instante donde pensó renunciar.

Definitivamente no sirvo para esto.

Una mano le ayudo a levantarse, era como un ángel en medio de tanta mierda, la gente abucheaba, pero eso le tuvo sin cuidado en cuanto observo aquel ángel que venía a ayudarle, aquellos ojos azabaches, esa sonrisa de lado tan abrumadoramente sexi.

José aceptó la ayuda, se sostuvo del brazo de su compañero, y cuando José apretó el bíceps de su colega, aquel joven, apuesto y alto galán. Sintió derrumbarse de nuevo. Estaba tan bien formado, excelentemente rígido, voluminoso, y venas prensadas atravesaban su blanca piel.

-¿Estás bien?-

José asiente.

-Tienes que marcar la falta, ¿puedes hacerlo?

José asiente, de nuevo, trata de recuperar aliento, no sabe muy bien lo que pasa solo que le duele mucho la parte izquierda de su cadera, allí justo donde apoyo todo su peso cuando cayó.

Arde ¡Auch!

I want sex/ Quiero sexo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora