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    Gotitas de agua en su rostro, el sol caliente penetraba sus piernas como lanzas, las mantenía protegidas con protector solar. Tenía gafas oscuras, leía entretenidamente un libro, mientras la mitad de su cuerpo se mantenía a la sombra de un árbol frondoso que tenía a su disposición. La brisa fresca golpeaba su rostro y su cabello, sus chores cortos se llenaban de él y se esponjaban igual que su camiseta. Tomo un sorbo de zumo de naranja, absorbía el líquido con un pitillo pretencioso de metal (para cuidar el ambiente).

Se dio la libertad de sentirse pleno, como en casa, los chicos muy generosos le invitaron a una barbacoa en casa de Madison. La amistad nueva que surgía entre José y los amigos más íntimos de Madison caminaba abrumadoramente bien, José estaba sorprendido de lo rápido que se había acostumbrado a ellos, a su idioma, sus costumbres.

Era realmente diferente, pero en esencia la humanidad nunca perderá la esencia propia de ser caluroso, amigable. José se sentía ciertamente parte de algo, nadie le juzgaba, estaba protegido por ellos, eran personas influyentes en la escuela, nadie se atrevía a alzar la voz cuando hablaban u opinaban. No por miedo, por admiración.

Madison era una de las chicas más talentosas que conocía, era amigable, ambiciosa, lista. Era perfecta, a veces podía ser ingenua, pero... a todo el mundo le suceden sus momentos de ingenuidad cuando se tiene esa edad. Por un momento José dejo su libro y la observo, plena y feliz.

Sonrió, Pangea sonaba en sus cascos reproduciéndose en su móvil, la nostalgia de la melodía parecía combinar con una sonrisa pura, estaba sentada al borde de la piscina, los rayos ondulados que reflejaba el agua caían como hilos incandescentes y hacían más brillante su pálida piel.

Tenía un sombrero y unas gafas, parecía una estrella de cine juvenil, su traje de baño quedaba en su silueta, y era simplemente bellísimo.

-Admirando la vista- escuchó, sus cacos cayeron al suelo al y sus gafas rodaron un poco más hacia debajo de su nariz.

Ese maravilloso abdomen, ese aire desaliñado, esas largas extremidades... Todo decía Brandom Lozano en letras rojas alarmantes, la mente de José estaba llena de imágenes de aquel lustrado piano, aquellos ojos angelicales iluminados por el sol, esas notas musicales y aquel beso.

Todo llego de golpe, José había tratado de reprimir todo aquello, e incluso llego a pensar que nada había pasado, se mentalizo que todo podría marchar como antes. Sintió envidia, ira, nervios, cariño... todo al mismo tiempo, quería besarlo, quería golpearlo por hacerlo sentir así, y porque se veía arrebatadoramente sexi recostado en aquel mueble viendo hacia la piscina.

¡Que se abroche de una vez ese camisón!

I want sex/ Quiero sexo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora