Bestias.

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Continuaron hasta que el sol alcanzó en el cielo su punto máximo.
Ambos parecían insaciables.

El futón, la habitación y el tiempo se les quedaron cortos.

Para cuando el medio día hubo llegado y ella calló completamente desfallecida, las paredes de roca habían quedado marcadas con rasguños bestiales al igual que el suelo y las sabanas desgarradas.

Cuando ella finalmente no pudo más, la bestia insaciable tuvo que resignarse.

Se dedicó entonces a curar sus heridas, siendo minucioso y tan cuidadoso como pudo para no despertarla.
La protegió de los rayos del sol que entraban con tanta intensidad por la ventana, dejando salir al fin al gran dragón quien la enroyó en su cola y la cobijó con una de sus alas y cuando la noche volvió a caer, se marchó.

Ella despertó hasta la mañana siguiente; todo le dolía y la habitación parecía dar vueltas.
Se sentó al fin en su futón, hallándose sobre sabanas nuevas y limpias.
Su cuerpo estaba frío y tembloroso producto de su sed y su hambre.
Miró hacia la mesita frente a la chimenea y se percató de que su captor le había dejado ya comida.
Quiso levantarse a toda prisa, pero sus heridas y sus músculos hechos nudo se lo impidieron, así que salió del futón a gatas.

Llegó a la mesa y sin siquiera prestar mucha atención al menú, comenzó a deborarlo.
Bebió hasta la ultima gota de agua de la jarra y comió hasta la última migaja. Por suerte, aquella era una comida muy completa y basta, dejándola completamente satisfecha.

Pese a que todo lo quería era volver a tirarse en su futón y dormir, tomó el gran balde de agua limpia que la bestia también le había dejado como todos los días y lo puso al fuego vivo que permanecía en la chimenea.
Una vez el agua estuvo caliente, tomó un paño limpio y el jabón de calabaza para darse su su respectivo baño y siendo éste más profundo que ningún otro al sentirse ella realmente sucia ésta vez.
Mientras pasaba aquel paño por su cuerpo, los nítidos recuerdos de lo que había acontecido la última noche de su consciencia, llegaron a su memoria...

Sintió su corazón estrujarse y una sensación de presión en su pecho, pero no lograba definir el motivo... No sabía cómo sentirse ni que pensar al respecto de aquello...

Fácil hubiese sido sentirse destrozada por haber sido deliberadamente tomada por una criatura bestial y desalmada, pero la realidad era que...ella no se sentía así en lo absoluto.  De alguna manera existía en su memoria y en su corazón el hecho de que ella lo había querido.
Tal vez no al inicio, pero si en el medio y más aún en el final...
Que mierda estaba pensando?!?!
Que mierda le estaba pasando?!?!

Por qué carajos no se sentía asqueada, furiosa ni destrozada?!?

Pensó en que, más asco le había dado todas esas veces en que los hombres de su aldea habían intentado tomarla desde que era una niña...
Pensar en eso solamente le daban arcadas.

Por qué no se sentía así ahora?

Pensar en lo ocurrido la anterior noche no le traía ninguna sensación desagradable, sino todo lo opuesto... Un mariposeo recorría su estómago cada vez que recordaba los hechos y un cosquilleo en su entrepierna la hacía humedecerse....
No sabía que era aquello, pero no parecía tan malo de repente.

Termino de bañarse y se vistió con una de las yukatas que su captor le había otorgado.
Pensó que no tenía nada más que hacer, así que se tiró en su futón y al poco tiempo, volvió a quedarse dormida.

La despertó horas después la sensación de un cuerpo posándose sobre el suyo.
Abrió los ojos y de inmediato se encontró con aquellos rasgados color ámbar cuyo portador había tomado lugar sobre su cuerpo.
Anteriormente, si duda hubiese gritado, pateado y luchado por salir de ahí. Pero ahora... No podía sentir más que calma...

EMPIRE GRAGON.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora