Dudas, miedos y planes...

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A partir de entonces, lo hicieron casi todos los días.
Rin insistió en tener un día de descanso por cada uno que lo hicieran con la intención de poder descansar, reponerse y más importante aún, no poner en riesgo a la cría que gestaba.

Así pues, cada tercer día del siguiente mes, los estruendos de sus jadeos, gemidos, gritos y gruñidos azotaban la roca de la montaña casi amenazando con hacerla pedazos.

Aquellas ocasiones fueron igual de distintas que aquellas cuando el dragón solo tomaba a la mujer con la intención de dejarla con su cría.
Todo era diferente. El dragón era cada vez más considerado al punto de volverse realmente amoroso cuando hacían el amor... Continuaba siendo posesivo, pero de una manera distinta...ahora parecía no poder estar separado de la humana al punto en que incluso los días que tocaba que ella descansara, no la dejaba un solo instante.  Ya no la dejaba durmiendo sola en la habitación. Se quedaba con ella todas las noches, la mayoría de las veces completamente transformado en la inmensa bestia que realmente era, la ponía entre sus patas delanteras y dormía con su nariz pegada a su barriga.
Las veces que permanecía en su forma más sencilla,dormía igualmente pegado a ella, con su cola enredada en alguna de sus piernas, manteniéndola bien abrazada con sus fuertes brazos y ya fuera que ella le diera la espalda o estuviese frente s el, apoyaba su cabeza ya fuera en su pecho, respirando el dulce olor de sus senos o bien en su cabeza, respirando la frescura de su cabellera castaña.

Era ahora tenga su necesidad de ella que cuando salía de cacería a penas se ausentaba un par de horas en lugar de todo un día... Ciertamente algo había cambiado mucho.

Rin estaba satisfecha con aquellos cambios en la conducta del dragón. La hacía sentir más acogida, segura...querida.
La ternura la invadía cada vez que la bestia parecía no poder despegarse de ella y restregaba su cabeza en sus senos o su barriga mientras ronroneaba y la sujetaba con fuerza para que no fuera a ninguna otra parte...
Adoraba cuando él se quedaba dormido bien abrazado a su vientre y es que ella podía sentir claramente la conexión tan fuerte que existía entre la criatura que gestaba y su progenitor: la cría era cada vez más inquieta y cada noche que pasaba le era más y más difícil arrugarla para que dejara de moverse y le permitiera descansar, sin embargo, bastaban unos cuantos minutos de las atenciones y mimos del dragón para calmar al no nato.
A penas el acariciaba su vientre por algunos minutos, con sus escamas rojas para dar calor al niño o unos minutos que permaneciera abrazado a él, restregando su cabeza y ronroneando,  el bebé se calmaba. Pateaba y se removía en un inicio, pero de manera suave y frágil, como si respondiera a los mimos de su padre y posteriormente, parecía quedarse cómoda y profundamente dormido.
Eso llenaba de dicha el corazón de Rin. Ver a Sesshomaru feliz y ansioso por su dese descendiente...un ser con su sangre y que fuera similar a él... Le con,odia el corazón a la mujer al tiempo que la llenaba de la esperanza de que el gran dragón sería incapaz de lastimar a aquella pequeña criatura, naciera varón o no... En verdad esperaba que esa conexión que ambos ya parecían tener, fuera más fuerte que cualquier capricho de la bestia.

Así pasó un mes entero. Posiblemente el mejor mes que habían pasado.

Era una mañana oscura. Mucho más nublada que los días normales.
Había poca luz en la habitación. Solo la que les otorgaba la chimenea y en el exterior se escuchaban los estruendos de las nubes en el cielo cercano pero eran fácilmente opacados por los estruendos que venían de dentro de la montaña...

Aquel se suponía que era su día de descanso... Pero se había despertado terriblemente deseosa y ansiosa. Así que, incluso antes de que el hombre peliblanco que dormía a su lado despertara, se montó sobre el haciéndolo salir de su sueño y con movimientos de su cadera, rítmicos y sensuales lo provocó hasta que estuvo bien firme e igual de ansioso que ella.
Lo introdujo en su interior y así, dio inicio a una mañana estruendosa.
Se movía sobre el ágil y velozmente y el le seguía el peso a la perfección. La embestía desde arriba haciéndola gritar más fuerte mientras apretaba sus piernas a su alrededor, aparentando así su ya reducida cavidad a su alrededor, cosa que lo hacía gruñir estrepitosamente.
Estaban perfectamente acompasados. Perfectamente sincronizados...
No había la menor duda de que todo ese mes había rendido frutos en ellos... Estaban perfectamente conectados...

EMPIRE GRAGON.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora