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-¿Cómo te fué con el recluso?

-¿Con el ladrón? Bien, me dijo que era ateo y jugamos ajedrez en su celda por 20 minutos. -contestó San, restandole importancia y  encogiendose de hombros. -¿Y con el tuyo, qué tal?

Yeosang soltó un suspiro largo, procesando en su cabeza todo lo sucedido dentro de ese mugroso lugar.

-Pues bien, supongo. -murmuró mirando al mas pequeño, quien frunció el ceño extrañado. -No tenía ganas de hablarle de Dios y esas cosas, asi que hablamos de su vida.

-El estaba por maltrato, ¿no es cierto? -cuestionó curioso, Yeosang asintió y el pelinegro solo pudo formar una dulce O con sus labios. -¿Qué hizo, exactamente?

Yeosang suspiró pesadamente. No tenía ganas de contar la historia, asi que suponía que sería en otro momento, con mas detalles y privacidad, donde podía sentirse menos "raro".

-Asesinó a alguien en un bar. -se limitó a decir, quitándose de ensima la atenta mirada de San.

Yeosang tomó su telefono y leyó sus mensajes en silencio.

-También elogió mi marca de nacimiento. -murmuró en un tono casi inaudible, pero San logró escucharlo y regresó su vista a él en menos de un segundo. Yeosang se sonrrojó y sonrió levemente.

-Espera espera... ¿Coqueteó contigo? -cuestionó emocionado. El rubio, ya rojo hasta la cabeza asintió levemente. Podía jurar que el grito de San se escuchó hasta la propia celda de SeongHwa. -No me jodas, hermano. El hombre es muy guapo. -comentó exasperado a lo que Yeosang solo rió. -Espera, ¿eres gay?

-Agujero es agujero. -se rió de su propio chiste y San lo golpeó en el hombro.

En menos de un minuto, la emoción de San se fué por la borda.

-Pero debes tener algo en cuenta, mi queridisimo Yeosang. -inhaló y exhaló. -Es un maldito convicto.

-Ya lo sé, San. Es solo que...  no lo sé, quiero creer que ha cambiado y que ya no es un enfermo.

-No por nada tiene cargos por abuso, Yeosang. -murmuró el pelinegro, dandole golpecitos de apoyo en el hombro. -No te metas donde no debes meterte.

-Eso intento, pero... algo me dice que ha cambiado. -susurra con la mirada gacha- Quiero seguir visitandolo.

San se encogió de hombros mirando al rubio. -Yo tambien al convicto que me tocó, con tal de que no me robe a mi tambien.

Ambos rieron y siguieron el viaje tal y como empezó, con cada uno atento a sus auriculares y YeoSang a punto de dormir.

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-¡Yeosang oppa! -exclamó la pequeña Siyeon, corriendo a los brazos de su hermano mayor.

Yeosang cerró la puerta y volteó hacia su pequeña hermana de 5 años, atrapandola y levantandola en sus brazos.

-Hola, peque. ¿Como estás, hermosa? -le dió un beso en la mejilla y avanzó con ella en brazos hacia la cocina.

-Mamá se fué, no sé a donde. -murmuró haciendo un adorable puchero.

-¿Fué tan mala como para dejarte sola?

Llegaron a la mesada y sentó a la pequeña en la barra, mientras él se dedicaba a preparar algo de comer.

-¿Tienes hambre? -Siyeon asintió y  terminó de prepararle su chocolate caliente. -¿Quieres galletas con tu chocolate? -volvió a asentir y Yeosang buscó los ingredientes en la mesada.

Siyeon y Yeosang eran muy unidos, Yeosang adoraba a la pequeña revoltosa y era quien mas la consentía. Su madre muy pocas veces le prestaba atención y su hermana mayor, Joohyeon, ni siquiera quería verla. Cuando la pequeña cumplió 2 meses de nacida, Yeosang junto con su amigo YunHo se encargaron de mudar la cuna y las cosas de ella a la habitación de él; cuando ésta llegó a la edad en la que dejó de necesitar la cuna, Yeosang la dejó durmiendo con él. La llevaba al preescolar y la recogía también, ya que sus horarios coincidían con los de ella.

Era como su padre, en palabras más sencillas.

Era una niña muy inteligente, sabía que su madre no estaba con ella solo por problemas de su trabajo, pero que la quería mucho... o al menos eso esperaban, tanto ella como Yeosang.

Las veces que quedaba sola con su madre, eran muy pocas y de muy corto plazo. Yeosang la llevaba a donde sea que iba, siempre y con tal de que Siyeon no se quede sola.

YunHo le dió el mismo consejo una y mil veces:

"Consigue una niñera, tú no puedes hacerlo solo"

¿Una niñera? ¡Jamas! No se arriesgaría a dejar a una pequeña niña con una desconocida, ¿y si la lastimaba? ¿Y si dejaba que no comiera?

No, en su cabeza, él podía solo.

𝑩𝒊𝒓𝒕𝒉𝒎𝒂𝒓𝒌 | 𝑺𝒆𝒐𝒏𝒈𝑺𝒂𝒏𝒈 - 𝑨𝒕𝒆𝒆𝒛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora